La mudanza siempre ha estado asociada a un sinfín de incomodidades; en mi caso abandonaba en el pasado marzo El Levante/Opinión y me adapto a Valencia Plaza sin padecer la menor penalidad. Acogido con la mayor de las cordialidades y sin otra obligación que aportar una colaboración mensual en la que me mostraré como un espectador que cree en su comunidad y al que solo le interesan sus reflexiones, sus tropiezos con la información y sus paseos matinales. He de manifestar a mis posibles lectores que la vida vivida me ha asignado un puesto de observación excelente y he podido apreciar años y años cómo se despliegan los campos de vida de quienes se ven urgidos por los afanes de cada día, cómo se organizan los quehaceres de quienes han de atender la educación, la sanidad, la justicia o la sanidad y cómo se mantienen las esperanzas de cuantos persiguen un techo digno en el que rehacer sus días y proteger sus momentos de disfrute y sosiego. Testigo de tanto afán y fatiga, he sentido la necesidad de abrir este nuevo capítulo, aunque el hoy se presente sobrecargado de necesidades.
A mis posibles lectores en este espacio he de manifestarles que cuando he lanzado un golpe vista sobre los titulares de la etapa vivida en Levante aprecio un interés muy marcado en requerir los valores humanos y sociales que deberían fundamentar eso que llamamos progresar, porque progresar no es, como escuchamos en muchas ocasiones, “ir hacia adelante”; progresar es ganar valores de los que podemos carecer y que harían más equilibrado y justo el desarrollo social y personal. Los conflictos cotidianos me han arrastrado hasta esas latitudes, a defender que progresar, adaptando símbolos nuestros, es viajar a Tinduff y no a Marrakech. Aspiración que debe defender Tesh Sidi, diputada de Sumar por Madrid, nacida en uno de los campamentos saharuis, criada en una familia alicantina sensible a aquella política de ayuda al pueblo saharaui que durante tantos años lideraron los españoles y que hoy yace olvidada y cubierta de renuncias y mugre; y lo que es peor, sin merecer una clara explicación. Tesh Sidi, su posición sobre la descolonización del Sáhara Occidental debe estar asociada a su voto; lo de menos es su camiseta. No se engalle y no nos engañe. Recuperar el pasado en este tema es sin duda alguna progresar y en Ud. confiaremos para mantener esa aspiración.
Abrir espacio de opinión en esta coyuntura obliga a una toma de posición clara, sin ambigüedades, para reclamar la necesaria coalición en torno a un programa pactado por el PSOE y el PP que afronte las necesidades tan acuciantes que emergen como malas hierbas en nuestro suelo; no estamos ante una de esas situaciones extremas que han justificado otras coaliciones, lejanas en nuestro tiempo. Estamos ante una sociedad llena de necesidades de todo tipo. Es claro que los partidos tienen otras exigencias y hasta otras necesidades que hasta pueden hacer pasar por progresistas. Pero en algún momento deben imponerse las medidas que podrían reorganizar nuestro día a día para ganar un poco de sosiego y lucidez en el análisis de los problemas cotidianos y que todos han de afrontar. Estamos a un tris de creernos que “en derecho todo es posible”. Eso no es verdad. Tampoco acepto que sea una quimera creer y pedir esa gran coalición. Es necesaria.
Las portadas de agosto han venido registrando los errores de procedimiento en la adjudicación de plazas para los centros públicos de educación. Triste forma de entregar el poder por parte del equipo saliente, dirigido por Dn. Miguel Soler, y torpe forma del equipo entrante por no prever y no advertir las deficiencias y hacerlo saber en su momento. Pero no es este el tema más sustantivo de nuestro sistema educativo porque tiene fácil solución. Pienso en esos miles de estudiantes y centenares de profesores que no conocerán en el momento de arranque del curso la estructura de las pruebas de acceso a la Universidad porque la Sra. Ministra de Educación que, en realidad, solo ejerce y con torpeza de portavoz del PSOE, suspendió el proceso de publicación del decreto regulador de esas pruebas. Añadan a esa circunstancia un programa, como es el caso de la materia de historia de la filosofía, que es impracticable, imposible de desarrollar porque lo que se pide como programa no se redimensiona con el principio que se dice debe regular la organización de esa materia: “la enseñanza y aprendizaje (de la historia de la filosofía) se deben basar en el análisis directo de una lectura y discusión crítica de los textos filosóficos”. El programa o eso que, en un alarde de redundancia, llama el decreto “contenidos básicos esenciales”, invita a todo lo contrario.
Espero que el nuevo equipo de educación consulte y atienda de forma urgente a la Facultad de Filosofía y al Dr. Bares designado para supervisar el desarrollo de este programa y que no ha sido escuchado en momento alguno tal y como si despreciar la inteligencia fuera un derecho de la administración que se ha reservado para sí todas las competencias. La intervención del Conseller de Educación, Dn. José Antonio Rovira, ha de ser inmediata. Si los profesores de filosofía no se alzan contra ese programa, ese programa se cargará la materia y, por supuesto, hará imposible la articulación de los principios reguladores de la enseñanza y aprendizaje de la historia de la filosofía con el temario formulado en nuestra Comunidad para desarrollar la LOMLOE. No se puede tolerar tanta incompetencia y arbitrariedad. Me considero satisfecho por haber denunciado en detalle esta circunstancia en El Cuaderno, aunque lo haya hecho tarde. Deberé hacer alguna reflexión más sobre el tema. Tiene interés por lo significativo, por poner de relieve una forma de entender la administración: no requerir y no contar con quien institucionalmente representa el conocimiento.