VALÈNCIA. La microelectrónica se ha convertido en una industria estratégica para Europa con el fin de minimizar la dependencia de los países asiáticos y EEUU. Y más teniendo en cuenta el crecimiento exponencial de la tecnología y los datos y los problemas que ha habido en muchos momentos en el suministro de microchips, que ha obligado a grandes sectores como la automoción a suspender la actividad por la falta de componentes.
Por ello, una buena parte de los fondos europeos van dirigidos precisamente a ganar músculo en este sector generar un sólido tejido empresarial con fábricas propias. En España, se lanzará próximamente un Perte sobre microchips y semiconductores de 11.000 millones de euros, al que aspiran once proyecto de los que cuatro son valencianos. Porque en Valencia existe un ecosistema potente. Tanto es así que un grupo de empresas, universidades e institutos de investigación han unido fuerzas en el lobby Valencia Silicon Cluster, liderado por Mayte Bacete, directora general de MaxLinear Hispania.
Asimismo, forman parte de esta alianza Analog Devices, ams Osram, Bosch, VLC Photonics/Hitachi o Ipronics y la empresa Gobernanza Industrial. El objetivo es claro: posicionar al ecosistema valenciano y erigirse como uno de los agentes indispensables en la definición y desarrollo del Perte. "Nuestro objetivo es conseguir atraer y retener el talento y compartir con las administraciones las necesidades que tenemos para que se tengan en cuenta", remarca Bacete. Y esas prioridades pasan por lograr generar un ecosistema potente también a nivel nacional e incidir en la formación.
Bacete, Ingeniera industrial por la Universitat Politècnica de València (UPV), lleva más de 20 años ligada al sector de la microelectrónica trabajando en grandes empresas como UNI2 y DS2. Ahora dirige la oficina en España de MaxLinear y ha impulsado el Valencia Silicon Cluster para dar voz a un sector "olvidado" en los últimos años en España.
-Lleva más de 20 años en la industria de la microelectrónica, que ahora suena con más fuerza por los problemas de abastecimiento de microchips que han llevado a muchas empresas a hacer paradas de producción. ¿Qué relevancia tienen en el contexto actual?
-La microelectrónica y los chips están en casi cualquier dispositivo tecnológico y los puedes encontrar en móviles, electrodomésticos y ordenadores, pero también en sectores como la automoción y todo lo que es el Internet de las Cosas...Todas las empresas que trabajan con temas de la nube están necesitando una infraestructura tecnológica muy importante para los servidores y la comunicación de los data center, que también tienen chips. Al final, se están utilizando en todo y con la explosión de los datos que está habiendo hoy en día, y todavía va a explosionar más, se necesitan para cualquier aplicación y dispositivo.
-¿Qué ha pasado para que su demanda se haya disparado y haya una escasez en el mercado?
-Ha habido un crecimiento de la demanda en los últimos años por todos los equipos tecnológicos que se están utilizando y que se han incrementado aun más por la pandemia. Por tanto, la necesidad de chips ha aumentado mucho, pero no se esperaba ese crecimiento y ha colapsado. Se habla mucho de los fabricantes de las obleas -el material principal de su fabricación-, pero es que hay otros materiales como los sustratos, que son la pequeña tarjeta que va dentro, que también han sufrido problemas de componentes. Y todo esto es lo que se intenta ahora gestionar con medidas en todos los países.
-El monopolio de la fabricación de estas piezas está en Asia, concretamente en Taiwan y Corea. Europa fabrica actualmente entre el 8 y el 9 % de los chips del mundo, y se plantea incrementar este porcentaje al 20% en 2030. ¿ Se conseguirá ese objetivo con el maná de los fondos europeos?
-Hay mucho por hacer, pero con acciones tomadas desde arriba se puede facilitar llegar al camino. Sin embargo, hay que ser estratégicos y ver en qué gastamos el dinero para conseguir una buena base y, a partir de ahí, poder crecer.
-¿En qué se debería invertir entonces esos fondos?
-Uno de los objetivos es crear en Europa alguna foundry -fábrica de producción de chips- y ahora todos los países quieren una, pero eso es un poco difícil porque el mayor objetivo de estas fábricas es ser rentables y no pueden salir como setas tampoco. Hay dos en el mundo que hacen tecnología de cinco nanómetros y no podemos ahora volvernos loco y pensar que vamos a llenar diez fábricas en Europa. Por tanto, hay que ser estratégicos en lo que se puede hacer e ir dando pasos firmes.
En España estamos muy atrás respecto al resto de Europa. En los años noventa sí que hubo una apuesta por la microelectrónica, pero ya en los 2000 empezó a decaer y prácticamente quedamos muy pocos agentes en este ecosistema. Por ello, lo primero que hay que hacer es lograr que ese tejido crezca. Por una lado, con las empresas que ya hay ayudándoles a crecer para coger masa crítica, y, por otro, atraer inversiones nuevas para que lleguen otras para que salgan más spin-off y startups. También es primordial el talento.
-El Gobierno ya ha anunciado un Perte de cerca de 11.000 millones de euros para lograr generar una potente industria y traer alguna fábrica de producción. ¿En qué punto se encuentra la convocatoria?
-Se asignó al comisionado antes del verano, Jaime Martorell, que es el que está encabezando este análisis y definición detallada. Lo que está haciendo es una composición de los agentes que hay en el país porque hay que saber primero lo que hay para ver qué se puede hacer.
-Parece que existen ciertas reticencias de Bruselas a los proyectos españoles por falta de solidez…
-Se han presentado once proyectos para el primer presupuesto que hay asignado para 2022. Y ahí se requiere un trabajo de las más altas esferas políticas con Europa para que la convocatoria se cierre cuanto antes y se apueste por estos primeros proyectos, que son la semilla. Sin eso no conseguiremos el empujón definitivo. Me consta que se está trabajando en ese sentido y espero que los resultados sean positivos. Sí que es verdad que se está retrasando mucho, pero se ha dicho que saldrá antes de finales de este 2022. Hace ya un año que se presentaron los proyectos y la industria, el mercado y los clientes no esperan.
-¿Cómo surge el Valencia Silicon Cluster y qué objetivo tiene?
-Todo parte a raíz de lo que estaba ocurriendo antes del Perte. Las empresas y la UPV creamos un aula de microelectrónica en la universidad porque detectamos que necesitábamos más talento y que era necesario que los estudiantes conocieran la singularidad de las empresas que había en Valencia. Empezamos el año pasado en ese aula y a principios de este año empezamos a hablar con las firmas de fotónica para generar sinergias y que también se conocieran los proyectos tan punteros que estaban haciendo.
-¿No es, por tanto, una alianza por el Perte, sino una especie de lobby del sector de la microelectrónica y fotónica valenciano?
-Correcto. Queremos seguir empujando. Nuestro objetivo es conseguir talento y compartir con las Administraciones cuáles son las necesidades que tenemos y cómo pueden ayudar para que eso se tenga en cuenta en las medidas que tengan que aprobar. También otro objetivo es trabajar junto a las universidades.
-Se han presentado unas once ofertas al Perte, de las que cuatro son valencianas y parten de empresas del clúster. ¿En qué consisten?
-Sí, hay cuatro proyectos valencianos y todos ellos de empresas integradas en el clúster, pero cada uno de forma individual. Uno lo encabeza mi empresa MaxLinear, que es de microelectrónica y los otros tres son de fotónica, pero de ellos no puedo dar detalles. El nuestro es para el desarrollo de tecnología para las siguientes generaciones de wifi. Solo competiríamos a nivel mundial con 2-3 empresas, con lo cual sería un proyecto único que, además, se haría en España. MaxLinear está apostando mucho por esto porque ve que tenemos muchos mimbres para ser un centro de excelencia en el desarrollo de productos de conectividad. De llegar las ayudas sería el pistoletazo para poder darle un empujón y llevarlo a la siguiente escala.
-¿Qué aspira conseguir esta iniciativa?
-El desarrollo de las siguientes generaciones de wifi 7 y wifi 8. Actualmente, nosotros tenemos una oficina en Valencia, pero lo que queremos es hacer crecer el equipo para poder abordar ese proyecto porque la demanda de datos sigue aumentando.
-Además de Valencia, ciudades como Málaga, Barcelona y Madrid también se están movilizando para captar parte de esos 11.000 millones. ¿Qué opciones tienen las empresas valencianas? ¿Están bien posicionada en España?
-Sí. Además de la singularidad de las compañías valencianas, hay en Valencia una gran concentración empresarial. No hay ninguna otra provincia donde haya tantas empresas de microelectrónica. Por circunstancias diversas han ido creciendo estos centros de desarrollo. Por tanto, confiamos en que lleguen los fondos, aunque lo que interesa es que todos los agentes crezcan. Si realmente se confirma la apuesta estratégica que está haciendo el país en este sector, hay ayudas para que todos crezcan y lleguen nuevas inversiones.
-¿Considera que su sector ha sido uno de los grandes olvidados de la Administración?
-En los últimos años sí. Es verdad que es un sector muy intensivo en inversión porque los centros de diseño y las máscaras -los moldes para fabricar los chips- requieren millones de euros. Y esas inversiones en 2-3 años tal y cómo avanza la tecnología se obsoletan. Por tanto, hay que hacer una apuesta muy fuerte.
-Uno de los objetivo del Perte es que se instalen una o dos fábricas en el país ¿Será España capaz de conseguirlo?
-Nada es imposible, pero creo que hay otras cosas que hacer antes para que se den las circunstancias para que eso ocurra. A lo mejor dentro de unos años y si vamos en los pasos que apuntamos puede ser viable. Lo que ocurre es que yo no veo 10 fábricas en Europa.
-Pero el comisionado para el Perte de los chips, Jaime Martorell, aseguraba que España contará con una "fábrica puntera" de microchips en el plazo de 5 años, e incluso "mucho antes".
-Es bueno tener la visión de poder ir hacia eso y ver qué se puede hacer para llegar a eso.
-Pero, ¿es realista que España lo consiga en el corto plazo?
-No lo veo imposible, pero en el corto plazo hay que hacer otras medidas enfocadas en apostar por empresas de diseño, generar un crecimiento del ecosistema para que haya los mimbres para hacer que las fábricas se llenen y retener y atraer el talento.
-¿Son esas las prioridades en las que se debería incidir?
-Sí. Una es la generación, retención y atracción del talento. Desde el clúster estamos trabajando con las universidades y están muy implicadas. Estamos teniendo reuniones con ellos para ver qué acciones podemos tomar para crear nuevos planes de estudio o nuevas titulaciones. Una de las patas es generar nuevos egresados con la formación adecuada para trabajar en este tipo de empresas. Otra prioridad es poner medidas para que se facilite el retorno de la gente porque en estos años se ha ido mucha que sería muy valioso traerla.
Y ptra pata sería el crecimiento de las empresas de diseño para hacer crecer el ecosistema porque ello generará más conexiones con la empresa pública-privada para descargar la investigación en las universidades. Todo ello permitirá que haya más spin-off y startups que nazcan al calor del conocimiento que se está generando.
-¿Los problemas de suministro de las materias primas pueden poner en jaque los proyectos?
-Mientras la demanda siga, los proyectos se siguen diseñando. Lo que está causando esta escasez es que los pedidos se tienen que poner con más antelación. Antes era complicado conseguir que los clientes hicieran pedidos a tres meses vista y ahora se ven forzados porque sino no saben si tendrán chips. Se está reeducando a la cadena de suministros. Y en el diseño, de momento, no vemos una repercusión muy grande.
-¿Considera que el Perte cubre todos los aspectos significativos del ecosistema y la cadena de valor microelectrónica?
-Desde el clúster hemos mandado ciertos comentarios a la redacción del Perte porque en la forma en que se ha definido se centraba mucho en microprocesadores y dejaba fuera otras aplicaciones. Pero seguimos pensando que hay que hacer mucho trabajo en el tema de la formación. Hay 80 millones en el Perte para formación y, a priori, no parece que sea poco, pero viendo el porcentaje es muy pequeño dentro del conjunto del plan. Por tanto, dependerá todo de las acciones que se definan y lo efectivas que sean para que realmente estemos en un escenario en el que actuamos de forma eficiente en la generación de talento, que es lo que más hace falta.
-¿Habrá entonces que importar talento?
-De recién titulados vamos justos y de ahí la importancia de potenciar nuevas titulaciones y visibilizar la industria. Eso es lo que estamos trabajando con las universidades.
Son los componentes clave en la fabricación de dispositivos electrónicos como ordenadores, teléfonos inteligentes, tablets, electrodomésticos, automóviles...