CASTELLÓ. La agricultura, junto con la ganadería, fue, hasta finales del siglo XX, uno de los principales motores económicos de los municipios rurales. Además, la actividad agrícola siempre ha estado ligada a los ámbitos socioculturales del territorio, lo que ha propiciado la creación de un estilo de vida propio y una identidad cultural basada en las tradiciones más arraigadas en estas comunidades rurales. En la actualidad, la falta de rentabilidad y la inexistencia de relevo generacional ha supuesto la pérdida constante de suelo agrícola y, a su vez, de este modo de vida.
Una situación ante la que no se quiere rendir Raquel Salvador, nieta de ganaderos e hija de agricultores, que en los últimos meses ha desarrollado su proyecto Ecoagrocorral en Barracas. Se trata de una iniciativa de agroturismo que propone una inmersión en la vida rural a través de experiencias sostenibles, como rutas por diversas zonas del término municipal, experiencias gastronómicas y también alojamiento. "Uno de los objetivos es que no se pierda la cultura rural", señala, "ya que el abandono continuo de los campos hace que, poco a poco, se pierda este modo de vida, esta cultura, que no está escrita y puede desaparecer".
El otro objetivo del proyecto es que sirva de complemento a las rentas que la familia obtiene de su dedicación a la agricultura, en concreto al cultivo ecológico de trigo y de carrascas truferas. "En los últimos años, la sequía provocada por la falta de lluvias ha provocado pérdida de cosechas y malos resultados, por lo que es una buena opción para mantener la economía familiar", comenta la emprendedora.
La iniciativa propone diferentes experiencias en la zona de Barracas, como Sabores y naturaleza, en la que se pueden recorrer las sendas hacia el Alto Limbo, el Cerrito la Judía o El Chirimito; Sabores y rutas, con itinerarios hacia el nacimiento del río Palancia o la Cueva de Cerdaña; y Sabores i tradiciones, que incluye visitas a diferentes corrales de ovejas que existían en la población, como el del cura, el de la Jaquesa o el de Ferrer. Todas las propuestas finalizan con una degustación gastronómica que elabora Raquel y que está compuesta de productos típicos como, por ejemplo, torta de tajada y longaniza y madalenas, todo recién hecho y que se consumen entre balas de paja para otorgar una ambiente más rural al momento. "A veces también incorporamos poleo con hierbas del monte, crepes y limonadas", añade Raquel.
La otra pata del proyecto es el alojamiento, que aún no està en marcha, y que se va a construir en un viejo corral de ovejas perteneciente a la familia. "Mi abuelo tenía ovejas y yo siempre he tenido la ilusión de rehabilitarlo, y en este caso se dedicaría al agroturismo con el objetivo de divulgar la cultura rural", argumenta Raquel, que gestiona el negocio familiar con su marido, Ángel Blasco.
La impulsora de Ecoagrocorral recuerda cuando en la población de Barracas existían unos 40 corrales de ovejas y se apena de que en la actualidad no quede ninguno. El alojamiento que podrán disfrutar los visitantes tendrá 3 habitaciones y dos baños, además de zonas comunes, y tendrá una capacidad para 6 personas.
De momento, la iniciativa ya ha comenzado a caminar y ha recibido las primeras visitas para realizar las experiencias que propone con visitantes llegados, sobre todo, de la provincia de Castellón. "Poco a poco se va conociendo nuestra propuesta agroturística, gracias a la promoción en redes sociales y también a participaciones en ferias, como la de la Vall de Almonacid", explica Raquel.
La promotora apunta que ha querido seguir la tradición agrícola de sus padres y no quiere "que se pierda lo que tanto han trabajado sus antepasados". Su vinculación con la agricultura a través de su familia y su amor por su pueblo y la vida rural, de la que destaca la calidad de vida, han sido los acicates para llevar hacia adelante una propuesta que ha quedado en segunda posición del Premio Alto Palancia Emprende organizado por la Federación Empresarial Comarcal del Alto Palancia.