MURCIA. Berta Prieto y Belén Barenys han sido masacradas en las redes. Un solo tráiler de su serie Autodefensa ha alimentado la bilis de toda una legión de detractores molestos con su manera explícita y desacomplejada de abordar el sexo, el consumo de drogas y el desnudo corporal. Esta autoficción sobre dos amigas que viven en Barcelona entregadas a la fiesta no deja, desde luego, indiferente. Es tan irritante, ensimismada e imperfecta como carismática y honesta. Los primeros cinco capítulos ya están disponibles en la plataforma. Los cinco restantes, se estrenan este 6 de diciembre.
El título original de Autodefensa era Mamarrachas, pero una vez desarrolladas las tramas, los responsables de la segunda producción original de Filmin asumieron que el hedonismo sumo no estaba reñido con la profundidad y la reflexión. Los espectadores cabreadísimos que han cargado contra ella se han quedado en ese mamarrachismo epitelial. Porque la serie es mucho más que desparrame de drogas y verbalización y ejercicio de filias sexuales. Hay albedrío temático, pero también formal. Los títulos de crédito cambian en cada entrega, como también la estética. La duración y el ritmo de los capítulos varía. Esta mirada parcial a la generación centennial, protagonizada por Berta Prieto y Belén Barenys y dirigida por Miguel Ángel Blanca, alterna el tono de humor incómodo, por procaz, con confesiones a tumba abierta sobre salud mental, feminismo militante y deriva emocional. Hay cavilaciones sobre el síndrome de la impostora, el uso de las redes sociales, la ansiedad, el #MeToo en la industria del cine español y el odio a los hombres. El desparpajo libérrimo con el que sus protagonistas se desnudan, en los sentidos literal y figurado, puede descolocar de primeras, incluso provocar rechazo, pero es un viaje estimulante.
- En una entrevista reciente, Lena Dunham agradecía que su marido no hubiera visto Girls, porque la gente siempre tiene una idea preconcebida de ella después de ver la serie. ¿Hay alguna persona a la que mantendríais alejada de Autodefensa?
- Berta Prieto: Mi familia, porque quiero seguir pareciéndoles una persona responsable. No por la idea preconcebida que puedan formarse, sino por las escenas de sexo y de drogas. Aunque pienso que sería peor que me drogara y no hiciera nada al respecto... Por lo menos me drogo y hago una serie sobre ello y, además, en Filmin.
- Belén Barenys: El público que más nos preocupa son nuestros padres. De hecho, pensaba que se estrenaría después de que pariera (Berta luce embarazo de ocho meses), y un tema tan grande como el bebé lo eclipsaría. Todo se me hubiera perdonado, a lo Virgen María. Pero el hecho de que se estrene antes complica las cosas. Me tensa mucho que la vean mis padres y mi hermano.
- ¿Qué nivel de exposición pública estáis preparadas para manejar?
- BP: Belén ya es famosa, así que tiene un poquito de práctica.
- BB: Yo ya vivo un poco la exposición pública y no la llevo mal, porque tampoco me ha cambiado tanto la vida. Solo pienso en las cosas buenas. Ojalá la gente pueda apreciar lo que hemos hecho y luego nos salgan curros. Todo está bien. No creo que alcancemos un nivel de fama que nos afecte.
- BP: Me gustaría que esto nos diera más trabajo en general y poder seguir dedicándonos a crear, a escribir y actuar, que es lo que más nos gusta. Pero no creo que tengamos que pensar en cómo dealear con la fama. Mi mayor preocupación es pagar este mes el alquiler, no si me van a subir los followers.
- A la protagonista de La maternal, Carla Quílez, la ficharon en Instagram, y vosotras también llamasteis la atención de Miguel Ángel Blanca por un video en esta red social. ¿Creéis que las redes son la nueva mina para los cazatalentos?
- BP: Total. Hay mucha crítica por parte de los actores por pillar a gente a través de redes. La entiendo y comparto al 100 por cien si el interés está en sus followers, pero Instagram es superguay, porque puedes definirte a ti misma. Al final, las redes sociales, son una herramienta más. Sobre todo para proyectos como Autodefensa, en el que no solo tienes que ser actriz, sino también participar como creadora y tener una personalidad concreta. Me da mucho palo el discurso de los actores que se quejan si no cogen a profesionales, es como tener mucho miedo a que te roben el sitio y no entender para nada de qué va esta profesión. Hay 1.000 demostraciones de proyectos superinteresantes con actores naturales. Me parece súper casposa la crítica a las redes sociales, porque es quedarse superantiguo. Si te da miedo es que a lo mejor no tienes una personalidad tan guay. Sorry.
- BB: En nuestro caso, subimos un video natural sobre nuestras vacaciones. En general, todas las cosas que hacemos en redes son genuinas y no buscan para nada oportunidades profesionales.
- BP: Pero es que aunque fuera con pretensión, tía, en los últimos años ha salido un montón de peña superguay del mundo de la música que han podido empezar sus carreras, porque han subido cosas a internet. Así que creo que es superimportante dejar de demonizar lo que sale en las redes sociales, porque si no, ahora no existiría la Zowi. Ese discurso me parece superboomer.
- En dos de los capítulos, vuestros personajes reconocen sufrir el síndrome de la impostora. ¿Es un miedo que habéis superado al rodar esta serie?
- BP: Yo lo vivo a saco. Mucho, pero mucho mucho. Antes de hacer la serie estaba fatal. Lo comparto en el capítulo de la ansiedad, cuando digo que todo el mundo tiene más talento que yo. Me comparo un montón. Creo que está guay que se diga, porque todo el mundo lo hace y siente culpabilidad. Yo me comparo con mis amigas, con las ex de la gente que me gusta, con la gente de internet. Una amiga me dijo: “tienes un ego muy grande y una autoestima muy baja”. Ahora, promocionando la serie, cuando la gente nos felicita, lo vivo con la sensación de que la ha hecho otra. Me cuesta mucho sentir orgullo por las críticas buenas que nos hacen. Está siendo divertido. Haciendo esta serie me he reconciliado mucho conmigo misma, porque como tengo una personalidad directa, muchas veces he sentido que no encajaba. No es nada dramático, hay grupos a los que mejor no pertenecer. Al hacer esta serie he podido explotar esta parte superpunky mía. Ha habido un equipo detrás que me ha aplaudido muchísimo y veo a la gente reírse y pienso, qué guay ser yo, pero después, lo vivo con una disociación brutal.
- ¿Creéis que tiene que ver con el hecho de que el género esté atravesado por la juventud?
- BB: Sí, si, seguro que los tíos no tienen para nada tanto síndrome del impostor. En cuanto a la juventud, no tenemos tanto complejo. Lo vivimos como una virtud. De hecho, tenemos muchísimo miedo a dejar de ser jóvenes. Berta vive cada cumpleaños como una carga y a veces no quiere ni decir su edad.
- BP: Ahora todo lo puedo justificar porque soy joven, pero cuando me haga mayor todo irá en serio. Me parece horrible hacerme mayor. Me voy a volver fea y poco interesante. Qué voy a hacer cuando se me caigan las tetas... Es importante decir que las tetas son todas bonitas y que no pasa nada, pero yo tengo ese trauma. Pero volviendo al síndrome de la impostora, casi todos los tíos tienen seguridad creativa en sí mismos. Y en nuestro caso, se agrava porque Belén y yo somos muy perfeccionistas y muy autoconscientes.
- BB. Nos da mucho miedo ser mediocres. Buscamos todo el rato ser excepcionales.
- BP. Me da mucho más miedo ser mediocre que que se me caigan las tetas.
- ¿Por qué hay que dar las gracias por no ser hombre?
- BP: Porque es mucho más interesante ser mujer. Si eres un hombre heterosexual de clase media, no sé si lo que tengas que decir me va a interesar. Me estoy metiendo en un jardín...
- BB: Siempre digo que Berta me ha enseñado a odiar a los hombres. Me acuerdo de una conversación, borrachas, en un portal hace muchos años en la que me dijiste que si eras un hombre, automáticamente, te parecía mucho peor que cualquier mujer.
- BP: No sé si estaréis de acuerdo, pero yo oigo hablar a mis amigas y son inteligentísimas, se han pensado las cosas un montón de veces, son súper más simpáticas, súper más majas, visten mucho mejor, tienen mucho mejor gusto y ambiciones más chulas. A mis amigos les quiero mucho, pero no son tan brillantes. La gente que más admiro son mujeres y creo que es porque en el momento en que no tienes la posibilidad de estar apoltronada en tu privilegio, obligatoriamente has de esforzarte en ser excepcional. ¿Por qué las mujeres ahora les pasamos la mano por la cara? Porque nos hemos tenido que esforzar mucho en ser feministas, en ser críticas, en articular un discurso. Sin romantizar la opresión, doy gracias a ser mujer.
- Entre Miguel Ángel Blanca y vosotras ha habido muy buena sintonía al crear la serie. ¿Cómo seguís de prejuicios después de haceros amigas de un hombre hetero, cis, de 40 años?
- BP: Nuestra generación peca mucho de etiquetar a la peña, rollo heterobásico, boomer... Tiene que ver con el lenguaje de Twitter, parece que todo el rato necesitas etiquetas para entender el mundo y eso da mucho palo, porque al final crea discursos superreducidos y poco interesantes, que no abren nada el debate, porque en el momento en que te llamo boomer, no me doy la posibilidad de entenderte. Creo que no no es necesario ser joven para hablar de jóvenes como tampoco ser mujer para hablar de feminismo, pero hay que hacerlo desde una perspectiva, sin coger una distancia.
- De hecho, en el primer capítulo abordáis los dilemas masculinos con el consentimiento.
- BP: Aunque a mí me parezca que mis amigos son tontos por no saber gestionar la masculinidad, cuando nosotras ya llevamos años hablando de feminismo, no quita que la masculinidad sea también una cuestión que el feminismo tiene que abarcar. Y no quita para que yo pueda entender que después de esta cultura tan reaccionaria de la cancelación, mis amigos no sepan cómo relacionarse con las mujeres. He aprendido que nada es tan radical y que los discursos tienen mucho más matices que los hashtags de Twitter.
- En la siguiente tanda de episodios dedicáis uno al #MeToo en el audiovisual español. ¿Nos adelantáis el enfoque?
- BB: El abuso en la industria del cine es un tema que no se ha tratado ni en la ficción audiovisual española ni a nivel periodístico. Hablamos de casos que conocemos, pero no con nombres reales. Son del dominio de toda la industria, los periodistas y los directores, pero todo el mundo calla. Para mí es de los capítulos que tienen más valor, porque abordamos algo de lo que nunca nadie ha hablado en España.
- BP: Son casos que han pasado a nuestro alrededor, que hemos vivido muy en primera persona y nos han dolido mucho. Estábamos muy enfadadas, así que hemos decidido hacer algo súper comprometido, porque no sé cuando volveré a tener el altavoz que me facilita esta serie. En este capítulo no somos políticamente correctas, nos mojamos al 1.000. No es un discurso que solo acuse al abusador, sino que también se plantea quién puede denunciar y quién no, y cuestiona la idea del #MeToo de alfombra roja y caras afuera, porque creo que el feminismo se está mercantilizando y se está convirtiendo en una marca más. Hay mucha gente dentro de la industria de la cultura que está utilizando el feminismo como un capital de su producto artístico. De modo que cuestionamos hasta qué punto esto es positivo o hace un flaco favor hacia los casos reales de abusos, y quien habla, quién no habla y en pro de qué hablan. Es muy diferente ponerte un lacito del #MeToo para ser la directora feminista del año a denunciar a tu colega, que sabes que es un abusador, jugándote no hacer otra película. Y que conste que no tenemos una opinión clara, pero me jode mucho esta mercantilización.
- En el primer capítulo hay un acto de justicia poética con las histéricas del siglo XIX. ¿Ha sido meditado?
BP: A mí toda la vida me han llamado histérica y creo que es algo muy machista, porque por hacer lo mismo que hacían niños de mi clase o incluso ahora, por hablar como hablo y tener carácter, que las cosas me enfaden y gritar, he sido etiquetada de histérica. Me duele bastante.
- BB: Si eres mujer, en general, vas a ser mucho más castigada. Siempre hablo mucho del humor que hago, por ejemplo, en los videoclips, donde hay un frikismo y una guarrería muy concreta. Si te metes a cualquier vídeo de Venga Monjas nadie les critica de la manera en la que me critican a mí, simplemente, porque soy una mujer.
- BP: El apunte de las histéricas no ha sido tan trascendental. No teníamos en mente la herencia femenina de generaciones y el dolor compartido, pero somos superconscientes de que hemos jugado con esta justicia poética desde un punto frívolo e irónico, pero también hay algo de jódete. Creo que la venganza es un gran motor de creación.
- BB: En la sucesión de mujeres y mujeres de mi familia, me siento como una privilegiada, porque soy la primera que que se siente tan libre. Soy la primera que ha podido disfrutar del sexo y ha podido ser punky, porque mi familia es más conservadora. Mi madre, de hecho, ha sido educada en una educación más cristiana y reprimida. Así que siento que conmigo hay un gran salto y una gran fortuna.
Fue una serie británica de humor corrosivo y sin tabúes, se hablaba de sexo abiertamente y presentaba a unos personajes que no podían con la vida en plena crisis de los cuarenta. Lo gracioso es que diez años después sigue siendo perfectamente válida, porque las cosas no es que no hayan cambiado mucho, es que seguramente han empeorado