CASTELLÓ. La invasión de Ucrania, y la crisis energética que se ha derivado de ello, no ha hecho más que evidenciar la necesidad de transición energética de la industria cerámica. Si los objetivos de sostenibilidad medioambiental ya eran una razón de peso para abordar esta cuestión, los desorbitados precios del gas natural y la inestabilidad geopolítica de los países productores han convertido en una urgencia encontrar soluciones factibles para esta industria gasintensiva.
Con este horizonte trabajan de forma intensiva desde el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) para analizar la viabilidad técnica de fuentes de alimentación alternativas y sostenibles para los hornos cerámicos. La doctora Ana Mezquita Martí, investigadora del área de Sostenibilidad del AICE-ITC trabaja en varios proyectos con la financiación del Instituto Valenciano de la Competitividad Empresarial (IVACE), (HIPOCARBONIC, basado en la elaboración de una hoja de ruta para la descarbonización de la industria cerámica de Castellón, y ENERGÈTIC que aborda líneas estratégicas para la transición energética del proceso de fabricación de baldosas cerámicas.) y el apoyo de varias empresas del sector. Recientemente ha publicado, junto con el doctor José Planelles, un estudio sobre el papel del biogás y el biometano como posibles alternativas energéticas para el azulejo. Pero, ¿en qué consisten estas alternativas? y lo más importante, ¿es posible su aplicación a día de hoy?
Biogás
El biogás es una mezcla de metano (CH4), CO2 y pequeñas cantidades de otros gases que se genera durante la descomposición biológica de la materia orgánica en un entorno sin oxígeno. Se obtiene en su mayoría de los residuos de la industria agropecuaria o de los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas (EDAR) por lo que España tiene un "gran potencial" para obtenerlo, según apunta el propio Ministerio para la Transición ecológica en su Hoja de Ruta del Biogás. En 2020 en España existían 146 plantas de producción de biogás que generan 2,74 TWh de los que 2,45 TWh son consumidos por centrales de generación eléctrica.
Tal y como explica la doctora Mezquita, la aplicación del biogás en la cerámica no sería adecuada porque en su composición, además de metano (en torno al 50%), hay otros componentes que afectarían a la calidad del producto final. Además, también requeriría modificar los sistemas de combustión para adaptarlos al nuevo combustible. Sin embargo, el biogás sí que puede ser empleado para la cocción de otros productos que tengan menos requerimientos estéticos.
Biometano
En el caso del biometano ocurre lo contrario que en el biogás, ya que este combustible es prácticamente igual al gas natural por lo que no requeriría ningún cambio de equipos y se podría implementar de manera inmediata como sustituto directo del gas natural. El biometano es un gas más puro que se obtiene a partir de someter al biogás a unas etapas de purificación y enriquecimiento, eliminando aquellos componentes minoritarios presentes en la mezcla (nitrógeno, amoníaco – NH3, oxígeno, monóxido de carbono – CO, compuestos orgánicos volátiles – COVs, sulfuro de hidrógeno – H2S, siloxanos, etc.) y separándolo del CO2 mediante un proceso denominado upgrading.
Sin embargo, las dificultades de esta opción residen en su alto coste de producción debido a los costes de inversión necesarios para instalar plantas de upgrading y los costes operativos asociados. Su producción en España es minoritaria, menor que la del biogás, por lo que resulta muy complicado que pueda llegar a cubrir la demanda energética del sector cerámico de fabricación de baldosas. Actualmente, en nuestro país existen menos de 10 plantas que inyectan biometano a la red gasística y solo una de ellas se dedica en exclusiva al tratamiento de este gas.