CASTELLÓ. En la semana que comienza este lunes se inician las obras de la segunda fase de la restauración ambiental de la desembocadura del río Anna, el paraje conocido como Estany de la Vila o Clot de la Mare de Déu. Aí lo ha indicado el concejal de Sostenibilidad Medioambiental de Borriana, Bruno Arnandis.
Los trabajos de adecuación morfológica y ambiental de esta nueva fase suponen una continuación de las actuaciones iniciadas el pasado mes de enero de la mano la Confederación Hidrográfica del Júcar, que retiró olmos muertos afectados por la grafiosis y realizó podas selectivas en el arbolado que pudiese suponer un peligro para los visitantes, atendiendo a criterios aportados por técnicos en arboricultura.
El grueso de actuaciones se centró en eliminar diversas áreas de cañaveral, aproximadamente 6.500 m2, evitando la proliferación de esta peligrosa especie invasora en el Paraje Natural. Tras la retirada de los cañaverales, “iniciamos una segunda fase que se centrará en realizar plantaciones de especies de ribera autóctonas en las zonas en las que actuó la Confederación Hidrográfica”, ha explicado el regidor del área.
Las plantaciones las realizará personal técnico de la Fundación Limne, que prevé introducir 1.200 helófitos en primera línea (lirios amarillos y juncos) para el refuerzo de los márgenes y, tras ellos, una franja arbustiva compuesta de cerca de 920 sauces, tarayes y adelfas. Estos trabajos de repoblación están cofinanciados en un 50% a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) en el marco del Programa Operativo Plurirregional de España, en la estrategia Edusi.
La segunda fase, que tal y como ha apuntado Arnandis se ha visto retrasada debido a las restricciones de la crisis de la covid-19, durará cinco semanas, tras las cuales se realizarán tareas de mantenimiento y mejora. El concejal de Sostenibilidad Medioambiental ha destacado el trabajo realizado en la primera fase por la Confederación Hidrográfica del Júcar, y ha agradecido su implicación en la iniciativa, al tiempo que ha recordado que la caña es considerada “como una de las 100 especies más peligrosas en lo que se refiere a su capacidad de invasión y de alteración de los hábitats que coloniza” y por ello, ha precisado, “retirarla es crucial para mantener la biodiversidad y riqueza del Paraje Natural”.
Al respecto ha añadido, entre los efectos que provoca una alta densidad de esta planta encontramos “la competencia y reducción de las especies autóctonas, una mayor evapotranspiración o el aumento del riesgo de inundación en episodios de lluvia torrencial, al contrario que la vegetación autóctona, que sostiene los márgenes y es flexible, adaptada a los episodios de lluvias mediterráneos”. Esta especie invasora, ha finalizado, “es uno de los principales peligros para la biodiversidad, al provocar la desaparición de las plantas y animales propios de cada región y modificar profundamente nuestros ecosistemas y es que, contrariamente a la creencia popular, las aves encuentran en los cañaverales pocas oportunidades para guarecerse o anidar”.