CASTELLÓ. Esta semana han comenzado a llegar a Burriana los 100 contenedores marrones destinados exclusivamente a la recogida de residuos orgánicos procedentes de restos de comida, fruta o verdura, según ha señalado en un comunicado la alcaldesa de Borriana, Maria Josep Safont.
La implantación del contenedor marrón en el municipio es una experiencia piloto, con el reparto inicial de 100 contenedores de 1.200 litros distribuidos en diferentes zonas de la ciudad. La alcaldesa ha explicado que entre este domingo y este lunes finalizará la instalación con precinto de los contenedores y el próximo martes 22 de diciembre comenzará a funcionar “por primera vez” el servicio de recogida de residuos orgánicos.
La recogida del nuevo contenedor marrón destinado al residuo orgánico o ‘biorresiduo’ se realizará diariamente por Fobesa, empresa concesionaria del servicio, y va a suponer una ampliación del servicio de recogida de basuras, con un incremento de unos 85.000 euros anuales para el municipio.
Una iniciativa que, a juicio de la alcaldesa “incrementa la eficacia de la recogida selectiva, lo que redundará en el interés medioambiental y supondrá un beneficio económico para el municipio y la ciudadanía, puesto que cuanto más se recicla menor es el coste de la gestión del servicio de residuos”.
Al respecto, la alcaldesa ha precisado que de los 100 contenedores iniciales, el consistorio adquiere en propiedad 89, mientras que los 11 restantes son cedidos por la concesionaria Fobesa.
Respecto a la ubicación de los nuevos contenedores iniciales, la alcaldesa ha señalado que, como norma general, se ha seguido el criterio de colocar un contenedor marrón en cada una de las zonas donde se encuentran otros contenedores de reciclaje de plástico, papel-cartón, vidrio y fracción resto.
La experiencia piloto, ha manifestado la alcaldesa, “permitirá recabar la información necesaria para extender este servicio a toda la ciudad, de forma escalonada”.
El objetivo es que las familias puedan separar también los residuos orgánicos compuestos de materia biodegradable procedentes de restos de comida, alimentos, verduras, huesos, cáscaras de huevo, de mejillón, posos de café e infusiones; tapones de corcho, sin añadidos de plástico u otros materiales; cerillas y serrín; papel de cocina sucio, servilletas de papel usadas y pequeños restos de jardinería, entre otros.