VALÈNCIA (EFE). Los materiales usados en la mayoría de los edificios son muy ineficientes desde el punto de vista energético y han hecho que la temperatura en las ciudades suba 2 grados de media, por lo que actualmente se buscan materiales plásticos de alta conductividad térmica que eviten "islas de calor" en zonas urbanas.
Suelos radiantes realizados con plástico reciclado o espumas para recubrir edificios que sean capaces de captar CO2 son algunos de los proyectos pioneros en los que trabaja el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) y el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas) para reducir las ineficiencias energéticas de los edificios para conseguir inmuebles inteligentes.
“El edificio inteligente no solo es aquel en el que las luces se encienden solas, sino el que es energéticamente eficiente”, señala en una entrevista con Efe el investigador del ITE Mario Montagud.
Precisamente, el proyecto Habitatge 2020 surge ante condiciones como el aumento de las emisiones contaminantes, el crecimiento de la población en zonas urbanas y la existencia, sobre todo, de edificios de construcción antigua que utilizan fuentes de energía no renovable y materiales poco eficientes, que han aumentado en alrededor de dos grados la temperatura media de las ciudades.
Así lo explica el investigador en Construcción y Energías Renovables en Aimplas, Arsenio Navarro, que detalla que el objetivo del centro en este proyecto, que ha recibido financiación del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) a través de los fondos Feder, es buscar “materiales plásticos de alta conductividad térmica” que permitan gestionar el calor de forma más eficiente.
“Los plásticos generalmente son aislantes, pero, si en lugar de eso fueran conductores, podrían transferir el calor y utilizarlo como fuente de energía”, detalla Navarro, que señala que Aimplas se ha centrado en investigar nuevos polímeros que puedan usarse como recubrimientos en placas solares, colectores o tuberías para conducir el calor y evitar su desaprovechamiento.
Además, los responsables de Habitatge 2020 han prestado especial atención a los suelos como factor de aislamiento térmico y por ello trabajan también en suelos radiantes de plástico sostenible, desmontables, que requieren un espacio reducido y consumen “la mitad que una bombilla”.
“Los suelos radiantes tradicionales requieren una red de tuberías de agua que va por el suelo y calienta el pavimento y eso implica la necesidad de una infraestructura muy grande en una gran superficie”, explica el investigador en Construcción y Energías Renovables, que añade que el proyecto consiste en “un suelo que se puede desmontar como si fuera un tablero de ajedrez, con láminas 100% reciclables, en el que se puede colocar la calefacción en el punto que se escoja”.
Con este mismo objetivo, el Instituto del Plástico apuesta por la generación de espumas captadoras de CO2 para fachadas vegetales, es decir, recubiertas de plantas, en una adaptación a la actualidad del “efecto respirador” que han ejercido tradicionalmente “las casas con emparrado”.
“Las plantas absorben CO2 por la mañana y lo ceden por la noche”, explica el investigador, que añade que las nuevas espumas desarrolladas por Aimplas “son capaces de ceder CO2 de día y absorberlo de noche, es decir, de complementar el ritmo natural de las plantas”. “Es una forma de bioarquitectura; las fachadas vegetales aíslan la envolvente de los edificios”, afirma Navarro.
Por su parte, desde el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) se han centrado en la búsqueda de soluciones energéticas que aumenten la sostenibilidad, así como de tecnología que permita conocer y comparar los datos de consumo ideal y real de cada construcción.
Con este fin, han desarrollado un “gemelo digital” de los edificios, que, como explica el responsable del proyecto por parte de ITE, Mario Montagud, es una herramienta informática que recoge “todos los flujos energéticos y los elementos del interior de un edificio: sistemas de producción de energía renovable o no renovable, paredes, cerramientos, ventanas...”
Un sistema que, destaca, puede ser especialmente útil para sectores relacionados con la construcción porque permite “realizar simulaciones de cómo cambiaría el comportamiento de los edificios al sustituir ciertos materiales o, por ejemplo, añadir nuevas capas a edificios para mejorar la estanqueidad”.
Además, mediante sensores el sistema de “gemelo digital” permite detectar ineficiencias: “Si tienes unas placas que, según el gemelo, tienen que producir cinco kilovatios y, cuando analizas la generación real de energía, ves que generan solo tres, es posible que haya un problema de mantenimiento, de limpieza o de fallo en las conexiones”.
Montagud señala que el almacenamiento de energía es uno de los grandes retos pendientes para ser más eficientes porque “si la mayor parte de la energía fotovoltaica, por ejemplo, se genera en las horas centrales del día, pero las personas que viven en un edificio no están en casa hasta las 6 de la tarde, toda esa energía se desperdicia si no se halla la forma de almacenarla”.
Asimismo, se refiere a otros retos, como el elevado coste de la energía o el espacio que requieren los sistemas de almacenamiento, factores, que en ocasiones hacen disminuir la eficiencia, si bien admite que, desde las administraciones públicas, “se está avanzando” en materia de sostenibilidad en las ciudades.