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REPORTAJE | TESTIGO DIRECTO 

Cara a cara frente al Covid-19: un día en el Hospital Provincial de Castellón

5/05/2020 - 

CASTELLÓ. Pasadas las semanas de mayor presión, la Covid-19 da un respiro a los centros  sanitarios de Castellón, aunque su día a día dista mucho de su funcionamiento prepandemia. Las nuevas medidas de seguridad e higiene en los hospitales parece que han llegado para quedarse.

Una paciente acude por la mañana al Hospital Provincial de Castellón por una intervención oncólogica. En el centro, referente en el tratamiento del cáncer en la provincia, poco a poco se van retomando operaciones y consultas. La paciente da positivo por Covid 19. Saltan todas las alarmas. Se suspende la operación y se activan los protocolos. Se cortan pasillos por los que va a circular la paciente. La seguridad privada del hospital se encarga del traslado. Se anuncia que sale del ascensor por el walkie. Tensión. Silencio. Una mujer pasa empujando una silla de ruedas a paso cansado. Le precede personal sanitario. Desaparece por un pasillo solitario. No quedará ingresada. Parece que se encuentra bien. En plena desescalada tendrá que iniciar su propia cuarentena en el domicilio.

A los pocos minutos, entran en acción las trabajadoras de la limpieza. Van con mono blanco, gafas de seguridad, tres pares de guantes, fregonas y lejía. Son vigorosas y no pierden el ánimo, ni el humor. Cuando finalizan la limpieza de suelo por el pasillo donde ha circulado la persona infectada y la silla de ruedas en la que se ha sostenido para desplazarse, empieza para ellas la coreografía de desvestirse y desinfectarse. Tienen que trabajar de dos en dos para ayudarse en el proceso de desinfección y que éste sea seguro. La cosa va más o menos así: desinfectante, retirada de elemento de seguridad, cubo de la basura. Están sudadas y con la cara marcada por los ajustados EPI. Hasta el próximo aviso. 

Uno de los doctores que está de guardia durante la tarde nos enseña cómo han cambiado las instalaciones y cómo se han adaptado para los próximos meses. Del gimnasio de rehabilitación no queda ni rastro. Ha sido ocupado por un par de decenas de camas hospitalarias. Bombonas de oxígeno de diferentes tamaños y equipo médicos ocupan la jaula destinada a colchonetas, pesas y pelotas del servicio de rehabilitación. Por suerte, en esta fase de la Covid-19 no se han usado, pero también se quedarán aquí por si hay nuevas oleadas de contagios.

Entra por las urgencias de Covid V., una paciente oncológica. Van a realizarle pruebas. Tienen sospechas de que pueda estar afectada y su situación médica previa es preocupante. No hay tiempo que perder. Van a realizarle una radiografía de los pulmones. Se ve el miedo y el cansancio en su rostro. Una sanitaria la prepara. Sale agobiada por el calor y la presión de los elementos de protección. El equipo de radiología también va ataviado con casco con pantalla protectora. El material sensible está dentro de una caja metálica y esta, a su vez, recubierta con una bolsa negra, que parece de basura. La paciente tendrá que sujetarlo mientras le realizan la prueba con el equipo móvil de radiografías. La encargada de disparar se aleja de la máquina y entra en otra habitación. Da un grito para anunciar que va a pulsar. 

De nuevo empieza el proceso de limpieza exhaustiva de equipos, la caja que contiene la radiografía, así como del personal médico. Nada se escapa al desinfectante. Marcados y sudados. Un alivio. V. da negativo en la prueba de Covid-19. Fuera de la zona sucia de urgencias le espera su hija. 

La desinfección, siempre de guardia

En el Hospital Provincial existe una zona sucia para urgencias sospechosas o confirmadas del nuevo coronavirus y se ha habilitado una zona de urgencias limpia, en el espacio que ocupaban tradicionalmente el grupo de religiosas que vivían en el centro. La zona limpia es amplia y luminosa. Esta tarde el ritmo es pausado. Se respira un cierto alivio. No hay casi ingresos. Aquí las pantallas de seguridad y los monos blancos dan paso a las mascarillas quirúrgicas y los gorros de colores. Atienden a un paciente mayor acompañado de su esposa. Se queda ingresado. 

Son casi las 20 horas. Volvemos a la zona sucia. Después del negativo de V., entran en acción las limpiadoras. Sin mono blanco pero con mascarillas y gorros y batas verdes de quirófano. Limpian hasta el último rincón. Puertas, pomos, suelos, camillas, sillas, tapas de cubo de la basura... Finalmente, solo les queda el pasillo de la zona sucia. Después de la última foto salimos pitando de allí. Han empezado los aplausos. Sale casi todo el personal de guardia a aplaudir. Llega la policía con las sirenas. Son agentes que van de incógnito, así que evitamos que salgan en las imágenes. El vecindario sigue aplaudiendo con intensidad en la zona del Hospital Provincial. Una de las enfermeras me dice: "Mira que hace días que aplaudimos, pero me sigo emocionando". 

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