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el especialista en inteligencia artificial y ceo de FK Interactive, en castelló

Carlos González: “Estamos formando a los alumnos para un mundo que ya no existe”

4/07/2019 - 

CASTELLÓ. Carlos González Morcillo (Puertollano, 1979) es especialista en Inteligencia Artificial, doctor europeo en Informática y profesor titular de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), donde también es director académico de la Secretaría General y en 2018 recibió el premio a la innovación educativa de su Consejo Social. En la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real imparte las asignaturas relacionadas con Informática Gráfica, Síntesis de Imagen Realista y Sistemas Operativos. Miembro del grupo de investigación AIR, trabaja en inteligencia artificial y gráficos por computador. 

Además, es CEO de FK Interactive, una spin-off de la UCLM especializada en el ámbito de los Videojuegos y la Gamificación. Castellón Plaza conversa con él aprovechando su paso por Castelló, donde ha participado en las V Jornadas nacionales sobre la Enseñanza de la Informática en la FP a distancia, que se han celebrado en la flamante nueva sede de Nayar Systems.

 
-Ha titulado su charla en Castelló Qué estaba yo impartiendo cuando el futuro vino a mi clase. Bien, ¿qué estaba impartiendo y cómo supo que eso era el futuro?
-[Sonríe] Bien, el título es una broma, para crear una sensación de preocupación en la gente. en la gente de preocupación. Como cuando te preguntan cómo hervir una rana: si pones la rana al principio y subes poco a poco la temperatura, la hierves y muere, pero si la pones cuando ya está hirviendo el agua, la rana salta y se va. Yo creo que a los profesores nos pasa un poco eso: los avances ocurren rápido pero son progresivos, entonces no nos damos cuenta de por dónde van los tiros.

En la charla trato de decir que vivimos un cambio de era y ver qué nos afecta más de todo esto a los profesores: el tema de la comunicación. Qué cosas han ocurrido en los dos últimos años y qué efectos van a tener en un futuro muy cercano, inminente. Y por eso juego con esa broma, tipo Regreso al futuro.

-Con el cambio que vivimos, ¿estamos formando a personas para un mundo que ya no existe?
-Efectivamente. Modificar los planes docentes es difícil a todos los niveles educativos, más cuando no nos damos cuenta o no nos queremos dar cuenta de ello. Es más sencillo seguir haciendo lo que siempre he hecho, tengo mis ejercicios, mi forma de hacer las cosas, mi mecánica aprendida de cuando yo era estudiante… y es mucho más sencillo para mí repetir eso. Entonces, sí, estamos formando a los alumnos para un mundo que no existe. Pero es más: si le preguntas a un profesor qué le gustaría que su alumno supiera de su asignatura cuando hayan pasado tres años, te dice una serie de cosas que son competencias transversales. Un profesor de Matemáticas no te dirá que quiere que recuerde cómo derivar, o cómo hacer integrales por pasos. No. Te dice, quiero que le gusten las matemáticas, quiero que se plantee, al ver una noticia científica, qué parte de matemática hay por detrás, o ver la matemática de las cosas del día a día

“No sabemos a qué se van a dedicar nuestros niños de hoy en día dentro de 15 años” 

-Entonces, ¿qué hacer?
-El problema es que eso no se refleja en el temario, esas competencias: estamos tan presionados por contenido, contenido, contenido, que nos olvidamos de qué queremos, qué es lo bueno para nuestros alumnos. No sabemos a qué se van a dedicar nuestros niños de hoy en día dentro de 15 años, pero tampoco nos preocupamos de meter esas competencias transversales en el diseño de las asignaturas. Y son las realmente importantes. Es el diseño inverso que hay que hacer, de las asignaturas. Montarlas para que tengan cabida esas cosas.

-Pero funcionamos como si supiéramos a qué se van a dedicar, de mayores.
-Eso es un reflejo de la conformidad. No tiene mala intención, pero es el reflejo de repetir las cosas. Estamos programados genéticamente para repetir comportamientos. Y si has visto, por ejemplo, a tu director de tesis doctoral hacer algunas cosas, es muy probable que lo repitas, sin cuestionártelo siquiera. Y nuestros niños repiten los comportamientos de los papás, por eso es importante tener buenos hábitos en casa. El ser humano es así. No estamos preparados para cuestionarnos cosas que creemos que han estado funcionando, y de ahí también sale otra reflexión. Con el boom que hubo del aprendizaje de idiomas y particularmente del inglés, que por otra parte me parece muy respetable… a lo mejor dentro de unos años resulta que es una competencia no tan crítica porque hay una tecnología que nos permite solventarlo. Y ojo, no digo que los niños no estudien inglés, que los míos también van a esa extraescolar. Pero hay que hacerlo sabiendo por dónde van los tiros.

-En su discurso flota la idea de un nuevo modelo educativo. ¿Están preparadas las escuelas y las universidades para ello, a todos los niveles, si mañana el legislador decide intentar adaptar el sistema educativo para dar respuesta a los nuevos retos?
-A nivel del profesorado, en este mismo encuentro de profesores tenemos una representación muy clara de personas muy comprometidas con la calidad en la educación. Gente muy preocupada por la docencia, y que esta gente pueda hacer las cosas bien demuestra que no todo pasa por las infraestructuras, de las que estamos razonablemente bien dotados, sino también por otros aspectos como que quizá el ratio profesor-alumno es muy elevado, y eso en los últimos años se ve que deberían plantearse un poco acomodarlo, para que el profesor pueda ser un coach que te acompaña en el proceso de aprendizaje.

-¿Cómo es ese papel?
-Mira, al final, contenidos hay muchísimos, pero necesitas a alguien que te ayude a potenciar tus intereses, tus pasiones. Contenido educativo hay un montón en Internet, y de muchísima calidad, y gran parte del valor de lo que se haga pasa por el poder guiar, acompañar. Como hizo la madre de Edison, que fue quien vio las peculiaridades de su niño y de poder convertirse en un fracasado consiguió que fuera el gran inventor que fue. La labor del profesor cada vez va a ir más en ese ámbito, entender los diferentes mecanismos de aprendizaje que van mejor con un niño o con otro, qué le motiva más… Yo tengo dos hijos, y ambos tendrán que aprender matemáticas. Pero a lo mejor a uno le tendrán que atacar mejor por un tipo de pensamiento lógico, y al otro hay que llegarle por otros intereses.

 

-Hablamos de personalización de la educación.
-Pues sí, pero hoy es muy complicado. Y si encima te obligan a cubrir un temario con una serie de pruebas, de las que estamos continuamente haciendo, si invertimos tanto tiempo en pruebas de evaluación, no puedes conocer qué les motiva, qué les apasiona. Mira, un ejemplo muy sencillo: mis hijos tienen ahora 5 años, y en Infantil todos los días hacen asambleas. Yo he llevado las asambleas a la Universidad, con niños de 20 añitos, y funcionan muy bien; claro, hablando del contexto de mi asignatura, que es Programación Gráfica. Pero sirven para hablar de cuestiones que les pueden interesar, relacionadas con la asignatura. Pero para eso hay que dejar algunas cosas de lado, claro.

-El director del IES Bovalar, Toni Solano, nos subrayaba en una entrevista reciente que con los alumnos habituados a los tutoriales de Youtube,  el profesor quizá debe pasar de dar explicaciones a contar historias, para ser más efectivo en sus clases. 
-Bueno, es una técnica de comunicación que está con nosotros desde que el ser humano existe. Cuando se descubrió el fuego, una de las principales implicaciones que tuvo, aparte de cocinar los alimentos, es que fue un importante imán social porque la gente iba allí y el sabio de la tribu se ponía de pie y contaba historias. Esa capacidad social es la que nos distingue de otros monos. Es algo que va en nuestro ADN, no estamos inventándolo ahora en la era de Youtube. Innovar es muchas veces repetir el comportamiento que sabemos que ha funcionado, lo que pasa es que se nos ha olvidado. Y contar historias sabemos desde siempre, que es la forma de captar la atención, ahora que la gente tiene déficit de atención, aunque ahora le llamemos storytelling, que mola mucho más. Te cuentan en muchos libros esas técnicas clásicas que han funcionado desde siempre: habrá que ver cómo crear esos momentos pero si lo cuentas con una historia la gente lo va a recordar muchísimo mejor.

-Pero para reducir esa ratio de profesor-alumno y hacer posibles cambios, también hacen falta más recursos económicos, ¿no?
-A lo mejor los compañeros me van a criticar, pero bueno: siempre, hables con quien hables y seas del sector que seas, todo el mundo se queja. Siempre nos quejamos. Y hay que hacer también una autocrítica: claro que con medios infinitos se hacen las cosas mucho mejor, pero con los mimbres que uno tiene, tenemos que plantearnos también si lo podemos hacer mejor. ¿Podemos innovar con los medios que tenemos actualmente? Vamos a hacer el mejor cesto posible con estos mimbres. Todas las profesiones se quejan amargamente, y nosotros no vamos a ser menos. El ratio profesor-alumno es muy alto, sí, y con menos alumnos se trabaja mejor. Pero incluso con el ratio actual también podemos converger hacia donde queremos a base de mucho esfuerzo, mucha dedicación… y hay mucha gente que lo está haciendo muy bien. Y a poco que tendemos hacia lo que queremos, la respuesta del alumnado tanto en las evaluaciones como en el nivel de satisfacción, es mucho mejor.

-Pero esto, ¿no es dejarlo un poco en manos del voluntarismo? No todo el mundo está dispuesto a ese plus.
-Todo pasa por un momento como de revelación, que aunque suene místico en realidad es el momento eureka. Como el momento en que decides tomar las medidas para perder peso de verdad y te comprometes, es comprometerte de verdad con algo, no ser un colaborador del proceso. Es comprometerte de verdad con la causa, y para ello primero te lo tienes que creer tú. No puedes hablar de innovación educativa si tú no te remangas. Y a lo mejor te equivocas en alguna cosa, pero vas puliendo…

 

-Y también existe una cierta mística en torno a la palabra innovación. A veces no es algo tan complicado, ¿no?
-Innovar es introducir una novedad respecto a lo que estás haciendo. Siempre se utiliza el término en plan positivo, pero puedes innovar y que te salga mal. La innovación es algo subjetivo, porque puede estar haciéndose en otra parte pero si aquí y para ti es nuevo, es innovación. Puedes incluso copiar técnicas y estrategias de otros ámbitos, como es mi caso: me gusta la magia y la utilizo en determinadas cosas para captar la atención de la gente, para dirigir la atención a uno u otro sitio. O técnicas del mundo de la TV, que son utilizadas por los profes youtubers. Entonces, es esa adaptación, esa convergencia de otros mundos, de otros sectores.

-La inteligencia artificial puede hacer muchas cosas por nosotros. Pero ¿hasta qué punto debemos dejar que las haga?
-En realidad, yo creo que sí. Porque claro, está la cuestión ética, pero a fin de cuentas, si una máquina te puede dar el diagnóstico médico más fiable que un médico humano, ¿por qué no la vamos a utilizar? Es más, ¿cuánto tiempo falta para que a un médico le lleven a los tribunales porque previamente no ha consultado a un sistema de inteligencia artificial? ¿Podemos dejar que una máquina conduzca un vehículo de forma autónoma? ¿Qué es más peligroso, si lo hace al menos tan bien como un humano? Que hay humanos con carné de conducir que tienen muchísimo peligro. ¿Es más peligroso que una máquina conduzca un trailer o que lo haga un conductor muy cansado?

“En 4 años un ordenador doméstico va a tener la misma capacidad de procesamiento que un cerebro humano”

-Incluso en ese caso, está el dilema de la máquina que debe decidir entre atropellar a un niño de 4 años que pasa por la calle o dañar a su pasajero, que es mucho mayor, ¿no?
-Ahí el tema es: ¿una persona es capaz de hacerse esas preguntas en media fracción de segundo? Habrá que decidir qué es más prioritario, y ahí a lo mejor sí puede haber un comité ético que decida qué es mejor en ese caso. Pero justificar no utilizarlo por esa cuestión ética que un humano no es capaz de resolver en una fracción de segundo, yo creo que es llevar la discusión a un plano que quizá no es el esencial.

-Estamos rodeados de algoritmos, pero ¿somos conscientes del impacto real en nuestras vidas?
-No, por lo que he comentado antes: en un foro de profesores como este, de informática y FP, me sigue sorprendiendo cómo en muy poquito tiempo han ocurrido grandes avances y sólo cuando nos paramos a pensar lo que va a pasar en los próximos 4 años, 10 años... es muy difícil asumirlo. Y lo es porque tendemos a tener un pensamiento lineal, no somos capaces de imaginarnos que en 4 años una máquina doméstica va a tener la misma capacidad de procesamiento que un cerebro humano. Un ordenador doméstico con un coste de unos 2.000 € va a tener esa capacidad. Y si vas a 8 años vista, con un móvil vas a tener mucha más capacidad de procesamiento que un cerebro humano. Y si te vas a dentro de 16 años será descomunal: hablan de que en 20 años toda la capacidad de procesamiento del mundo estará en un pequeño supercomputador. O sea, con eso cabe esperar que en muy poco tiempo las máquinas van a hacer las cosas mucho mejor que los humanos en muchos ámbitos de conocimiento. No sólo en las tareas repetitivas, sino en tareas muy específicas que requieren alta cualificación.

-Y ahora que las máquinas han aprendido a enseñarse unas a otras, al margen de nuestra intervención, ¿no tenemos motivos para preocuparnos por ello? 
-Yo diría que no. Que una máquina sea capaz de aprender y dar un diagnóstico médico más certero que un especialista… claro, nos imaginamos lo que siempre ha pasado en las películas: que las máquinas se rebelan contra los humanos, pero a fin de cuentas no dejan de ser creaciones nuestras. Siempre antes de poner un sistema en explotación se hacen pruebas, no vas a poner nada en funcionamiento que no tenga sistemas de seguridad y desactivación, en fin… eso no puede ocurrir porque no dejan de ser creaciones humanas.

-Hace unos días entrevistábamos a Ángel Gómez de Ágreda, que ha escrito Mundo Orwell. Manual de supervivencia para un mundo hiperconectado, y él recoge una frase de Edward Osborne Wilson: “tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y la tecnología propia de un dios… y eso es tremendamente peligroso”. Atrévase a poner un contrapunto optimista.
-Bueno, siempre nos gusta pensar en que los tiempos pasados son mejores. La sensación es siempre la de vivir un tiempo acelerado. Si ves escrituras mesopotámicas, que se han encontrado en vasijas, allí se dicen cosas como la juventud está echada a perder, no comparten los valores, no sé adónde vamos a llegar… Ahora lo que se oyen son reflexiones como mira la juventud con el reggaeton ahora, y si echamos la vista 30 años atrás pues ves que ya pasó con la Lambada, o con el experimento de Sabrina, y siempre tenemos la sensación de que todo va muy rápido y de que no nos adaptamos al tiempo. Yo creo que la gente hoy está mejor formada que nunca, eso de que cuando estudiábamos nosotros la gente sacaba mejor rendimiento es mentira. Las posibilidades que tenemos ahora mismo son enormes, nunca hemos vivido en un mundo mejor desde el punto de vista de la justicia, más equitativo que ahora.

-Es un punto de vista más positivo, sí.
-Es que tenemos muchas cosas que mejorar, desde luego, pero si lo vemos también en términos de justicia, de calidad de vida, de esperanza de vida, no hemos tenido nunca un momento igual. Tampoco hay por qué pensar que la tecnología lo va a machacar todo: la tecnología complementa nuestra visión del mundo. Si queremos que el mundo vaya para delante, irá para delante, y si queremos que vaya para atrás, irá para atrás.

Entonces, ese miedo a lo desconocido, al futuro, ha existido siempre. Que ahora nos lo planteemos, pues bueno, cuando se inventó la radio, también era un invento del demonio, iba a acabar con todo y ya vimos que no era tan malo. Con los ordenadores y la inteligencia artificial creo que va a ocurrir igual; es una revolución, es un cambio de era brutal el que vivimos ahora mismo, pero pasará algo parecido.

“Habría que acomodar la ratio profesor-alumno, para que el profesor pueda ser un
'coach' que te acompaña en el proceso de aprendizaje”

-Pero eso habrá que explicarlo muy bien a la población: desde el desconocimiento puede haber una parte de la población que no lo comprenda. Habrá que aprender a poner en perspectiva nuestros miedos, ¿no?
-Sí, hay que pelear por ello y explicarle también a la gente que la tecnología pone a disposición de todos un potente amplificador de mensajes. Porque las fake news están teniendo un impacto muy fuerte, y tienen impacto en elecciones en países democráticos. Y claro, cualquiera puede decir que las antenas de los móviles producen cáncer y otro darte la solución al cáncer de noséqué . Y otro, decirte que las máquinas van a acabar con nosotros. Entonces, la gente debe aprender a contrastar puntos de vista, a evitar informarse siempre en los medios que opinan sólo lo que tú quieres oír y a tener ese tipo de pensamiento crítico. Y es algo que los educadores deberíamos potenciar: más que contar cómo resolver no sé qué problema concreto de nuestra asignatura, ese es un valor -el pensamiento crítico- que debiera cultivarse desde los primeros años. Es mucho más importante que casi cualquier otra cosa. Claro que habrá que hacer divulgación, y hay mucho dinero hoy detrás de cosas que meten miedo a la gente, porque es mucho más vendible un mensaje alarmista que uno tranquilizador.

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