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Carmen Arrufat: "Como adolescente me veo más representada en 'Euphoria' que en 'Élite'"

29/11/2019 - 

CASTELLÓ. "Como dicen yo quiero moverme con alas y raíces: las alas para volar y las raíces para volver siempre al mismo lugar. Gracias por darme alas". Estas son las palabras con las que Carmen Arrufat (Castellón, 2002) recogía, la semana pasada, su galardón como Mejor Actriz en els Premis de l'Audiovisual Valencià. Un reconocimiento que recogía al vuelo. Y es que la joven intérprete no llegó ni tan siquiera a sentarse en las butacas del Auditori de la ciudad. Fue aterrizar de Madrid y subir a por su estatuilla. La primera de las muchas que seguramente sostendrá por su reconocida interpretación de Lis en La Innocència.

El film, grabado principalmente en Traiguera, es también de una directora castellonense, Lucía Alemany, quien obtuvo precisamente el premio a Mejor Directora por esta misma obra. Ambas mujeres y ambas conectadas por contar una misma historia. La de una adolescente que no sabe cómo afrontar un embarazo no deseado. Tras vivir su verano con la tranquilidad y velocidad que puede ofrecer por partes iguales un pueblo valenciano, Lis tiene que hacer frente a su realidad. Lo hará sorteando las habladurías y evitando una familia reaccionaría. Pero además de esto, tendrá claro su sueño: quiere estudiar circo en Barcelona. Contada con sencillez, en valenciano y sin demasiada ficción, la trama está gustando tanto dentro como fuera de la Comunitat. 

Por su parte, Arrufat, que se ha formado como actriz en Aula Cine y TV, la incubadora de jóvenes talentos de Víctor Antolí, ve cómo su carrera como intérprete no ha hecho más que empezar. Como pronto, se mudará hasta Madrid para continuar sus estudios en Bachillerato. Además de tener entre manos "algún que otro" proyecto audiovisual.  

-La vida de pueblo empapa todo el film. Los vemos en cómo los chismorreos y la falta de intimidad acaban por limitar a los personajes. Tanto adultos como jóvenes viven una especie de “autocensura” por el que dirán. Hoy en día se habla de sociedades más independientes, sin embargo ¿crees que con las redes sociales se está logrando?
-Para nada. Al revés, las redes sociales nos limitan en lugar de darnos libertad. Son vistas como un referente, pero cuántos problemas hay por medir las fotos que se suben, por asegurarse de que salimos bien y porque sean fotos nuevas con ropa nueva. Puede parecer que no nos importa lo que digan los demás, pero al fin y al cabo las redes sociales son para aparentar y dentro de una apariencia hay unas limitaciones. De normal no compartes lo que te parece mal, se busca ligar más o subir seguidores.

-La adolescencia sigue siendo uno de los principales focos de interés del mundo del cine. Merlí, Élite o Euphoria son solo algunos de los últimos títulos que la industria ha dado. Pero, ¿os sentís los jóvenes bien representados en la ficción?
-Uff, ¿representados? Esto es algo que va mucho con cada persona, porque las representaciones van ligadas en si te sientes reflejado con el problema que se cuenta, o no. Yo en Élite no me puedo ver reflejada, ya que las circunstancias que se plasman no son para nada las que yo vivo en mi vida. Quizá sí puedo sentir algunos de esos sentimientos, o más o menos entender cómo son, pero me siento más identificada con Merí o Euphoria, porque son problemas más cercanos a mi. Una vez un periodista me dijo que él no lo veía así; decía que los adolescentes no están tan tirados a las drogas y a los problemas de sexo que se viven en Euphoria. Sin embargo, a mi me parece que narra muy bien la sociedad. Así que sí, en general podría decirse que todo el mundo puede verse representado con alguna de esas series.

-En el caso de La Innocència has comentado en más de una ocasión que las situaciones por las que pasa Lis quedan lejos de tu realidad. Incluso no acababas de entenderlas. ¿Qué fue lo más complicado?
-La frase "Estoy embarazada". Lucía luchó con fuerza para que pudiera decirlo de manera natural, pero en mi cabeza no cabe la posibilidad de quedarme embarazada, mucho menos con 15 que tenía entonces. Fue una situación compleja que me costó muchísimo. Por el resto nada. Se cómo es vivir en un pueblo y aunque mis padres no se parezcan en nada a los de la película, sí podía entender esos comportamiento porque los he visto.

 -¿Cómo hiciste, entonces, para meterte sin artificios en el papel?
-Yo no sé lo que es quedarse embarazada, pero sí puedo imaginarme lo que podría sentir alguna mujer. Debes tener miedo, mucha rabia e inseguridad por no saber qué hacer. Así que me senté con Lucía y le expliqué lo que me haría sentir a mi y que me hace sentir algo parecido en la vida real. Después recogí todos esos sentimientos, los apliqué a la película y lo acabé sacando. 

-Has comentado también que entrenas la mirada desde pequeña, ¿cómo es esto?
-Desde muy pequeña me di cuenta de que la mirada transmite mucho, pero la gente no se mira a los ojos. Vas por la calle y de verdad, la gente no se mira a la cara. Es como que nos da vergüenza mirar a los ojos. Me obsesioné mucho con ello, porque dice mucho de la gente. Con los ojos es muy difícil engañar. No es que practicara, pero sí intente sacar mis sentimientos con la mirada; expresar mi rabia o el poder estar delante de una persona que quieres y solo con mirarles a los ojos que sepa perfectamente lo que quieres decir.

-Lucía Alemany aseguró, en una entrevista a Valencia Plaza, que os dejaba mucho terreno abierto, especialmente a los actores jóvenes, para que su historia no corriera el riesgo de separarse de la realidad adolescente sobre la que respira. ¿En qué momentos hay más de Carmen Arrufat?
-Hay una escena que es totalmente yo: cuando Néstor (Joel Bosqued) me rompe el skate (por celos)La emoción que más me costaba sacar era la rabia, no era capaz. Estuvimos dos horas intentando hacer la escena, porque no podía, me daba vergüenza. Me frustré muchísimo, porque soy super perfeccionista y si no me sale a la primera me vuelvo loca. Fue entonces cuando esa misma rabia se me acumuló y pude grabar la escena. Estaba tan molesta que incluso se me olvidó el guión. Soy yo gritándole a una persona que me había hecho sentir eso. Entonces, el personaje se ha terminado adaptando a mi. Las emociones que hay son reales, porque las acababa por sentir yo. Está todo mojado por Carmen.

-Reconoces además que ha sido fundamental para ti contar con actores con tanto bagaje para responder a escenas tan complicadas. ¿Temías en algún momento quedarte por detrás de intérpretes más experimentados? 
-Lo has clavado, sí. Me gusta hacerlo muy bien y, en consecuencia, me exijo mucho. Lo que ocurrió es que el tener a tantos actorazos en escena -como Laia Marull, Sergi López, Sonia Almarcha o Joel Bosqued- me creó mucha presión. Presión de la buena, pero en otros momentos no podía sacar de mí. Me frustraba pensar que ellos podrían hacer en un minuto una escena que a mi me estaba costando más.

-Empezaste a interpretar por una imitación que hiciste de Nicki Minaj. Causó mucho furor y a raíz de eso te apuntan a teatro. Sin embargo, siempre has pensado que si te dedicarías al arte sería con la danza y no el cine. ¿Por qué?
-No veía posible hacer cine, lo que estoy haciendo ahora me parecía imposible. Siempre quise ser actriz, pero veía más fácil acabar trabajando en la danza. Aunque a la hora de la verdad es más o menos lo mismo, pero lo veía más cercano a mi. Desde pequeña me habían dicho que el cine es algo que no se puede conseguir, es difícil y muy pocos tienen suerte. Por eso en mi cabeza me había planteado otro futuro y otra carrera... y de repente me llegó La Innocència. 

-Llega La Innocència y viajas hasta el Festival de Cine de San Sebastián, recibes el Premi de l'Audiovisual Valencià como Mejor Actriz... ¿Ha sido este el impulso definitivo para apostar de lleno por la interpretación?
-Por su puesto. Sin Lucía ahora mismo no estaría metida en el mundo, que quizá ni lo estoy. Pero estamos teniendo mucha suerte, La Inocencia está yendo muy bien. Y me ha dado raíces de un sitio al que siempre volveré, porque sé que en Traiguera siempre me sentiré feliz. Y también me ha dado alas para poder decir ahora mismo que sí, tengo una oportunidad.

Aún así, voy a seguir estudiado. Tengo la suerte o la desgracia de que me encanta estudiar. Estoy en un bachillerato humanístico que me apasiona y hace un tiempo decidí hacer Relaciones Institucionales. Como me lo he propuesto no me lo quiero quitar de en medio. Aunque claro, si ahora mismo me das a elegir, me voy al cine.

-De vuestro paso por Traiguera se premia precisamente la naturalidad con la que habéis conseguido reflejar sus costumbres y su día a día. ¿Fue fácil conseguir que todo un pueblo se implicara en el rodaje? 
-Al principio miraban a cámara, pero estuvimos un mes grabando allí. Son maravillosos, yo creo que llevan la vena artística dentro. Y las fiestas son muy guays, hay que decirlo. Yo he vuelto este verano. Y es más, cuando rodábamos las escenas de noche -que estábamos desde las 5 de la tarde hasta las 3 de la madrugada trabajando- si al día siguiente rodábamos también de noche, teníamos un tiempo de salir de noche y allí estábamos todos en la verbena.

Lo bonito de La Innocència es que las fiestas eran fiestas. No se contrató absolutamente nada. Las verbenas eran verbenas. Y cuando aparecen unas acróbatas, son acróbatas de verdad haciendo su número para el pueblo. Eso no se repitió, fue una vez.

-Tanto Lucía como tú podéis presumir de tener una relación muy estrecha. Tanto que incluso te has llegado a preguntar si es normal tener una relación así con la directora de un film. ¿Temes no encontrarte lo mismo de ahora en adelante?
-No me lo había planteado nunca y soy consciente de que el mundo del cine es muy difícil y que a lo mejor no tendré la misma suerte de tener una familia como la que se creó en La Innocència. Pero precisamente como siempre voy a tenerles, en el momento en que me sienta perdida puedo tirar de mis amigos y de mi familia. Así que no me preocupa.

-Reconocía la directora de La Innocncia, en la misma gala de los premios valencianos, que ahora mismo no sabe ni quién es. ¿Cómo digieres el éxito del film?
-Me gustaría tener más tiempo para disfrutarlo y asimilarlo. Ahora mismo voy a tope a todas partes. Me da la sensación de que se va a acabar La Innocència y no lo habré disfrutado tanto. Me gustaría entender todo lo que sucede, porque lo estoy viviendo mucho desde la ilusión y realmente desde la inocencia, y esto no me deja ver realmente lo qué me ha pasado. Es todo muy grande y va muy rápido. Además, cuando estaba grabando La Innocència ni siquiera sabía que se estrenaría en cines, para mi eso ya era lo más que me podía pasar.

-¿Cómo está funcionando el film en el circuito de festivales nacionales?
-La gente se ríe mucho con las típicas situaciones de pueblo valenciano. Cuando la vi en la Muestra de València fue espectacular porque todo el mundo se reía, pero no pensaba que en otras ciudades como Sevilla la gente se reiría, porque son cosas tan de aquí que digo no lo entenderán. Pues y tanto que lo entienden. Nuestra cultura y tradicionales están siendo trasladadas a otras partes de España y a la gente le interesa.

-Y a ti, ¿qué tipo de cine te gustaría hacer?
-Me gusta todo el cine. Aunque me parecen interesante esos films que sales de la sala y te hacen reflexionar muchísimo. Un ejemplo, Interstellar. Sí, es ciencia ficción, pero ¡hay un fondo emocional detrás! Después de verla estuve dos horas en el sofá pensando. También Origen de Leonardo Di Caprio me gusta mucho, porque va sobre la simbología de los ojos. 

-¿Tienes algún "ídolo" al que miras de bien cerca?
-A modo de referentes, tampoco me podría decantar por alguno. Cuando veo una película me fijo más en los momentos espléndidos de cada actor. Tengo expresiones referentes, más que actores referentes. Si me gusta cómo una actriz se ríe o reacciona, acoplo sus expresiones y me inspiró en ellas.

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