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Castelló, a través de sus huellas modernistas

22/02/2021 - 

CASTELLÓ. Los cuatro edificios ubicados en la plaza de La Farola –epicentro histórico-urbano de la ciudad–, el edificio de Correos, el kiosco frente al Teatro Principal, la Casa Dávalos, la Casa de los Caracoles… Castelló es también un museo al aire libre del Modernismo, movimiento artístico de finales del siglo XIX y principios del XX que cautiva por la belleza de sus formas curvas y asimetrias, y el uso de la cerámica, la forja y las vidrieras de colores para ensalzar fachadas e interiores. Arquitectos influenciados por Antonio Gaudí –uno de los genios universales de este estilo– dieron forma a los deseos de adineradas familias burguesas de la época, dejando una imborrable huella urbanística que supone uno de los grandes atractivos culturales de pasear por Castelló.   

"¿Nos vemos en La Farola?" Quien visite Castelló debe saber que ese es uno de los principales puntos de encuentro y nombre popular de la Plaza de la Independencia por la farola que preside su glorieta central. Una plaza que se configuró en 1891 y hace referencia a la Guerra de la Independencia. Aquí estaba la antigua puerta de acceso a la ciudad… y ahora conecta con la principal vía de entrada al centro histórico.

La Farola –en hierro forjado y rematada con cuatro brazos decorados con dragones que sostienen faroles– ocupa el centro de esta plaza. Fue precisamente en este lugar donde el cardenal de Tarragona, Francesc Vidal y Barraquer, coronó en 1924 a la Virgen del Lledó como patrona de Castelló. Una plaza que enlaza al norte con el Parque Ribalta –auténtico pulmón verde de la ciudad– y que está declarada Conjunto Histórico-Artístico por sus cuatro edificios modernistas unidos unos a otros. El auténtico Km 0 del Modernismo castellonense que se caracteriza también por el uso de la cerámica, industria muy arraigada en la ciudad.

El primero es la Casa Chillida (1014-15), que destaca por su volumen prismático, los esbeltos arcos de mediopunto y la balaustrada entre jarrones de piedra. La Casa Alcón (1913) mezcla estilos en un curioso eclesticismo donde pueden verse pináculos pseudogoticistas mezclados con triglifos modernistas. La Casa de las Cigüeñas (1912), obra del arquitecto local Godofredo Ros de Ursinos, es la más emblemática, con sus bellos colores en su cerámica policromada, los balcones de hierro forjado y pilastras que descansan sobre pedestales ornados con cigüeñas y rematados con dobles columnas atornasoladas. Y la Casa Calduch (1903) destaca por un gran mirador de madera enmarcado en una fachada con almohadillados y diferentes tipos de balcones, con un grandioso trabajo en forja.

El otro gran referente arquitectónico modernista es el edificio de Correos y Telégrafos (1932), realizado en ladrillo que se mezcla en formas y combina con los colores de la cerámica, principalmente azules y amarillos. Con bloques neo-mudéjares que recuerdan la tradición musulmana, en su conjunto destaca la fachada, flanqueada por dos torretas. Y su interior es un espacio funcional con una zona central –con luz natural– y un friso superior con motivos costumbristas.

Justo frente al Teatro Principal no deja indiferente a nadie el kiosco modernista de la Plaza de la Paz, en madera forja y vidrieras. En la calle Mayor (nº 78), la Casa de los Caracoles, actual sede de la Presidencia de la Generalitat Valenciana en Castelló, llama la atención por dos ejemplares de este molusco en la entrada de carruajes. En la calle Gasset (nº 5), otro impresionante edificio, la Casa Dávalos. En la calle Colón (esquina con Alloza) sobresale la fachada de Muebles Navarro, edificio que a lo largo de los años ha albergado diversos comercios. En la calle Enmedio (nº 148), la Academia la Purísima, edificio residencial plurifamiliar. Y en la Ronda Magdalena, la iglesia de la Sagrada Familia también destila decoración modernista en su fachada.

 

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