CASTELLÓ. Menor producción por el cambio climático, bajos márgenes comerciales, una reducción del consumo en Europa y presión de terceros países con precios más bajos mantienen en una situación delicada al sector cítricola de Castellón. Dificultades que se arrastran desde hace años sin que nadie dé con la tecla para virar la situación. Así, el cítrico provincial ha perdido en cinco años 23 empresas y cooperativas, así como 6.581 empleos, según datos de la Asociación de Exportadores de Castelló.
En la actual campaña, Castellón cuenta con 65 negocios; 54 empresas comercializadoras y 11 cooperativas. Son cinco menos que en la de 2022/2023. Respecto a 2015 representa una reducción de un 30 %. En aquel año había 88 firmas; 63 empresas, 20 cooperativas y 5 SAT. En cooperativas la cifra casi ha bajado a la mitad en un lustro.
En plantillas, el sector ha pasado de emplear a 18.701 personas en 2015, entre trabajadores de almacén, collidors y administrativos y técnicos, a 12.120. Empleos de almacén han bajado de 8.780 a 4.900, y en collidors de 9.200 a 6.500.
En comparación con la anterior campaña, las empresas citrícolas han destruido 1.730 puestos de trabajo, lo que representa una merma de un 12 %.
En 2023 se produjo el cierre de cooperativas señeras en la provincia. Citrics de Nules cesó su actividad en agosto. Llevaba dos años en funcionamiento tras la absorción de la histórica Nulexport por parte de Cipla. Pero en ese tiempo, su deuda pasó de 9 a 21 millones. Una clausura que afectó a 1.057 trabajadores. Otra planta que se despidió fue la planta de Greenmed en Almassora, que decidió trasladar esta actividad fuera de la provincia. Trabajaban 180 personas.
El declive, desde las organizaciones agrarias, se explica en la baja rentabilidad del sector, el aumento de costes, la caída de la producción, la competencia de terceros países con precios baratos, el envejecimiento del arbolado y el cambio climático. Cabe tener en cuenta que por estos motivos el cítrico valenciano ha perdido 7.914 hectáreas desde 2015, campos abandonados por los escasos beneficios que comporta y que impiden, a su vez, la llegada de nuevos productores.
Las asociaciones de agricultores reclaman un refuerzo de la promoción y ayudas para renovar los campos. En el sector comercial exponen el incremento de los costes y la bajada de los márgenes comerciales.
Las exportaciones, por ejemplo, se han frenado en los últimos años por entrada de productos de otros países y una disminución del consumo en Europa, según expertos y constatan los datos del ICEX que informan que de enero a noviembre se han movido pedidos de Castellón por un valor de 591 millones de euros, lo que supone una variación de un 0,86 % respecto a 2023. Desde 2016, los importes comercializados al exterior han tenido un coste anual de unos 700 millones de euros. Por su parte, Sudáfrica mejoró el año pasado sus importaciones en la UE un 81 % y Egipto un 42 %.
Al mismo tiempo, la cosecha de clementinas en Castelló ha disminuido un 13 % este año por los daños por las inclemencias meteorológicas.
Ahora, las asociaciones alertan del aumento de las importaciones de naranjas de Egipto en plena campaña de recolección en Castellón. Una entrada que, desde cooperativas, señalan que se produce por la reducción de la cosecha local y por competir en los mercados europeos con precios más bajos que el producto nacional. Una empresa comercializadora resalta que hay un consumo moderado por los precios elevados, mientras otra cooperativa menciona un retraso de dos semanas en el inicio de la campaña, confluyendo en estos momentos más variedades de lo habitual.
La Unió Llauradora reclama más presión frente a los envíos egipcios, alertando de la posible llegada de plagas. Al respecto, ha convocado una concentración el 7 de febrero en el puerto de Castelló para reclamar la retirada de las bonificaciones que aplica la Autoridad a las importaciones de Egipto.