Si esperáis otro artículo sobre la ocupación ilegal de viviendas lamento defraudaros. No voy a hablar de okupas. O tal vez sí. Pero de una ocupación mucho más peligrosa: la de las ideas. Se trata de nociones sin ninguna validez empírica que colonizan nuestra mente, definen el marco conceptual de las sociedades y, lo que es peor, determinan nuestra visión del mundo y nuestra vida.
El premio Nobel de Economía, Paul Krugman, ya acuñó el término “ideas zombis” para referirse a aquellas doctrinas que “van dando tumbos, arrastrando los pies y devorando el cerebro de la gente, pese a haber sido refutadas por las pruebas”; ideas que “siguen fracasando en la práctica” pero que se han ido afianzando cada vez más en el imaginario colectivo.
A lo largo de la historia las sociedades se han regido por estas verdades incuestionables que, promovidas por los poderes fácticos, fosilizan el statu quo y ordenan la vida de sus ciudadanos.
La década de los 90 trajo consigo la privatización de los sectores estratégicos de la economía. El camino iniciado por Reagan y Thatcher derribó la barrera de contención europea. La lógica neoliberal predominante en Bruselas obligó a los estados a deshacerse de muchas de sus empresas públicas estratégicas. En el caso español, la llegada de Aznar a la Moncloa hizo el resto.