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Relato del atascamiento

  • La portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero, y el líder del partido, Pablo Iglesias. Foto: EMILIO NARANJO/EFE
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Relato. Seguro que ya están más que acostumbrados a oír esta palabra en un contexto político. Lo importante es que el relato de los hechos nos beneficie. Que nuestra posición se vea avalada por un relato virtuoso. El relato es crucial. En definitiva, hablamos de que lo importante ya no son los hechos, sino la forma de narrarlos. Que lo que hacemos y decimos aparezca bajo una luz positiva ante la opinión pública.

Los partidos políticos españoles viven obsesionados con ganar la batalla del relato. El motivo es muy sencillo: para convencer al público de que les voten, lo primero que hay que hacer, y lo más importante, es convencerles de que la razón les asiste, de que lo que defienden es lo correcto, de que ellos representan los intereses de los ciudadanos a los que aspiran a representar. Es decir: el relato.

Pedro Sánchez adelantó las elecciones al 28 de abril sin mucho a su favor... salvo un relato. Cuando las convocó, casi todas las encuestas daban mayoría absoluta de las tres derechas. En escaños y a veces también en votos. El trifachito daba miedo, sobre todo entre los votantes de izquierdas y de los partidos nacionalistas. Ese miedo era una parte del relato: "¡que viene la derecha!", como siempre, pero amplificado el grito por la inclusión de la extrema derecha en el cóctel. ¿Y quién puede parar a la derecha? Pues el PSOE, como siempre, aunque sea para ver si luego logra pactar con la derecha (eso, huelga decirlo, ya no es parte del relato preelectoral, pero sí del postelectoral).

Pasaron las elecciones generales, pasaron las elecciones municipales y europeas, y volvimos a la batalla del relato, que había quedado en un impasse. En esta ocasión, la batalla se libra entre PSOE y Podemos. Podemos fue la formación que puso de moda el término. Un partido político formado por profesores de Universidad, especializados en análisis del discurso, sólo podía obsesionarse con el relato de los hechos, más que con los hechos en sí (no podía ser de otra manera, proviniendo de la Universidad: ¡dejadme de hechos y mundo real y escuchadme, que voy a contaros un relato!). Pero su relato ha ido degenerando año tras año, hasta llegar al cisma de principios de este año, cuando el gran maestro del relato, Íñigo Errejón, abandonó el partido en busca de un relato de factura propia: me fui de Podemos por la deriva autoritaria del partido, así como para conectar con la sociedad española y sus verdaderas preocupaciones e intereses. Todo muy bien, aunque luego el relato consistiera en hacer magdalenas con Manuela Carmena.

El PSOE, y sobre todo el jefe de gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo, vive también obsesionado con el relato, que tantos éxitos les han deparado. Piensen que a estas alturas no está muy claro para qué quiere gobernar Pedro Sánchez, qué es lo que quiere hacer. Pero sí sabemos que le encanta gobernar. Y su relato da miedo, es como el Juego de Tronos de los relatos políticos: me negué a seguirle el juego a los malvados poderes fácticos que me pedían que votara a Rajoy --> me echaron de la secretaría general y dimití de mi escaño --> contra pronóstico y apoyándome en las bases del partido, vencí en las primarias del PSOE y recuperé el sillón --> gané la única moción de censura exitosa de la historia de la democracia española para acabar con la corrupción del PP --> goberné (tampoco es que hiciera mucho en este año de gobierno, salvo subir el salario mínimo a instancias de Podemos y sacar y meter, casi ritualmente, a Franco de su tumba) ---> convoqué unas elecciones para parar a la malvada extrema derecha fascista-franquista de ultraderecha y logré hacerlo.

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