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La clemenules pierde casi la mitad de su producción en diez años y refleja la crisis citrícola en Castellón

La variedad estrella de la provincia pasa de 482.492 toneladas en 2014 a las 250.609 previstas para esta campaña

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CASTELLÓ. La clemenules, símbolo de la citricultura castellonense, atraviesa horas bajas en cuanto a su producción. En apenas diez años ha pasado de 482.492 toneladas en 2014 a 250.609 previstas para la campaña 2025/2026, lo que supone una pérdida del 48%, casi la mitad en una década. Su desplome explica buena parte del descenso global de la producción de cítricos en la provincia, que retrocede un 34,7% en la última década hasta situarse en 542.671 toneladas.

Los datos del aforo de la actual campaña que ha dado a conocer la Conselleria de Agricultura también ponen el foco en la clemenules; una variedad que acapara más de la mitad de la producción de cítricos en la provincia de Castellón, por lo que la reducción del 8,3% prevista para la actual campaña agrava el descenso en cifras globales. 

El retroceso no es exclusivo de Castellón. La Comunitat Valenciana en su conjunto también ha visto mermada su capacidad productiva, con una reducción del 36% en la última década: de 3,9 millones de toneladas de cítricos en 2014 a 2,5 millones en 2025. Además, el aforo a nivel nacional presentado por el Ministerio de Agricultura confirma que la próxima cosecha en España será la más baja de los últimos 16 años, con una caída del 8% respecto a la campaña anterior y un 23% menos en comparación con la media de la última década. En Castellón, la producción prevista de 542.671 toneladas supone un descenso del 9,4% respecto a 2024/25 y del 14,7% frente al promedio de los últimos cinco años.

Las causas son múltiples y combinan factores coyunturales y estructurales. El Ministerio de Agricultura y las organizaciones agrarias coinciden en señalar las anomalías climáticas de la primavera y el verano, con lluvias intensas, episodios de granizo y altas temperaturas que han afectado a la floración y al cuajado. A ello se suman problemas de fondo como el envejecimiento del arbolado, el minifundio, la falta de renovación varietal competitiva, el abandono de parcelas o el avance de plagas como la araña roja y asiática y el cotonet de Sudáfrica.

Ante este panorama, las organizaciones agrarias insisten en la necesidad de medidas urgentes. La Unió Llauradora i Ramadera, a través de su secretario general, Carles Peris, ha vuelto a reclamar un plan de reestructuración varietal, mayor apoyo público para rejuvenecer las explotaciones y políticas activas contra el abandono de campos.

AVA-Asaja pide un Plan Marshall

Por su parte, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha elevado el tono y pide un auténtico Plan Marshall con un presupuesto “potente” para reimpulsar la citricultura. Entre sus propuestas se encuentran la optimización de la reestructuración de explotaciones, la reconversión varietal, la eliminación de la pinyolà, la recuperación de campos abandonados, la mejora del seguro agrario, la autorización de más materias activas fitosanitarias, el control de la fauna salvaje o la lucha contra los robos.

El presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, ha advertido de que esta nueva merma productiva “se enmarca en una preocupante tendencia a la baja que se arrastra desde hace más tiempo a causa de la elevada edad de las plantaciones, el mejorable mapa varietal, el minifundio o el abandono de campos”. Aguado insiste en que hace falta un presupuesto “suficiente para afrontar estos desafíos pendientes que, bien abordados, afianzarían nuestro liderazgo a largo plazo en el mercado europeo”.

El sector apunta a que la menor producción puede sostener precios en origen, especialmente en variedades con menor disponibilidad como la clemenules. El informe de aforo de la Conselleria de Agricultura confirma que las compras se han adelantado cinco semanas ante la previsión de una cosecha a la baja y que los precios en origen, en el caso de la clemenules, han alcanzado cifras históricas por encima de los 0,60 euros por kilo. 

Sin embargo, los altos costes de producción —en riego, fertilización o control de plagas— y las pérdidas de cosecha ponen en riesgo la rentabilidad de muchas explotaciones. “Habrá citricultores que obtengan una rentabilidad digna, pero muchos otros volverán a perder dinero si no logran una producción óptima”, advierten desde el sector.

La Unió alerta de que la caída en la producción no solo afectará directamente a los agricultores, sino que también pondrá en aprietos a los almacenes y a las empresas del sector citrícola, que podrían ver comprometida su capacidad para cubrir los costes de explotación, con el consiguiente riesgo de pérdida de empleos. La paradoja de este arranque de campaña es que los precios de compra, aparentemente favorables, no responden a una situación de bonanza, sino que son el reflejo del retroceso que atraviesa la citricultura en general y, de forma particular, el campo castellonense.

Con la clemenules como termómetro del declive, la citricultura castellonense afronta un reto mayúsculo: revertir una década de caída constante y recuperar la competitividad en el principal motor agrícola de la provincia. Para las organizaciones agrarias, el futuro pasa inevitablemente por un plan de choque ambicioso que permita reestructurar, modernizar y sostener la producción en el largo plazo.

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