CASTELLÓ. Las importaciones de cítricos procedentes del hemisferio sur continúan ganando peso en el mercado europeo en un contexto marcado por la menor producción en el norte, especialmente en España, que sigue siendo el principal exportador mundial de naranjas y mandarinas. Los últimos datos de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, correspondientes a la campaña 2024/2025 (octubre a septiembre), confirman un fuerte crecimiento de las entradas desde Sudáfrica y Marruecos, dos orígenes que están consolidando su papel en el suministro de cítricos a la Unión Europea.
En el caso de las naranjas, las importaciones comunitarias alcanzaron 934.334 toneladas, prácticamente las mismas que el año anterior, pero con una composición radicalmente distinta: Sudáfrica suministró 463.263 toneladas, un 46% más que en 2023/2024, mientras que Egipto cayó un 30%, hasta 345.054 toneladas. Las exportaciones sudafricanas se aceleraron especialmente a partir de junio y alcanzaron su pico en septiembre, con 132.443 toneladas frente a las 94.905 del mismo mes del ejercicio anterior. Los envíos desde el país africano se sitúan un 20% por encima de la media de los últimos años, con los que refuerza así su posición como principal abastecedor del verano europeo, aprovechando el déficit productivo del hemisferio norte y la caída de las cosechas en España.
La tendencia se repite en los pequeños cítricos (mandarinas, clementinas, satsumas), donde las importaciones europeas ascendieron a 555.155 toneladas, un 15% más que en 2023/2024. Sudáfrica volvió a ocupar el primer lugar con 213.654 toneladas, seguida de Marruecos, que disparó sus envíos un 85%, hasta 137.945 toneladas, situándose un 28% por encima de la media de los últimos cinco años. Este país magrebí ha aprovechado la ventana productiva y los acuerdos preferenciales con la UE para reforzar su presencia, con costes laborales y fitosanitarios más bajos y un calendario que coincide directamente con las producciones tempranas españolas.
En el conjunto de cítricos, la oferta del hemisferio sur se consolida como pilar del abastecimiento europeo, mientras Egipto pierde cuota y Marruecos avanza con fuerza tanto en Europa como en España. Los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación confirman que las importaciones de cítricos en España cayeron un 16% durante la campaña 2024/2025, hasta 186.598 toneladas, pero con un cambio de patrón significativo: los pequeños cítricos son los únicos que crecen en volumen y valor, ganando diez puntos de cuota de mercado.
Según el Ministerio, el 48% de las importaciones extracomunitarias de pequeños cítricos llegaron desde Marruecos, que incrementó sus envíos un 190% respecto a la campaña anterior y un 152% sobre la media de los últimos cinco años, consolidándose como principal proveedor exterior de este tipo de fruta. Por su parte, Sudáfrica ha multiplicado por más de dos sus exportaciones hacia España (+240%), confirmando una expansión sin precedentes. Ambas procedencias se benefician de su calendario inverso, que coincide con las variedades extraprecoces de Castellón (como clemenrubí y oronul), provocando una competencia directa en los primeros compases de la campaña nacional.
Aranceles cero
Desde la Unió Llauradora i Ramadera, su secretario general, Carles Peris, advierte de que “la merma productiva nacional está dejando espacio a otros mercados, y países como Sudáfrica y Marruecos lo están sabiendo aprovechar”. El dirigente agrario subraya que “este avance debe preocuparnos, porque cada tonelada que entra de fuera es una oportunidad que pierde el campo valenciano”. Peris insiste en que la entrada en vigor, a partir de este 10 de octubre, de los aranceles cero para los cítricos procedentes de Sudáfrica, “justo cuando el país se encuentra en el final de su campaña, permitirá que sus últimos envíos lleguen a Europa sin ningún tipo de coste arancelario, aumentando todavía más la competencia”. Y advierte: “No se trata solo de volúmenes, sino de una competencia desigual. Estos países no tienen las mismas exigencias laborales, medioambientales ni fitosanitarias que nuestros agricultores, lo que agrava una situación ya de por sí complicada para el productor español”.