CASTELLÓ. Con una previsión de aforo a la baja, costes de producción que no paran de crecer, falta de rentabilidad y un horizonte de retos por la mayor competencia de mercados extranjeros, la citricultura de Castellón se aferra a cualquier signo positivo que pueda dar aliento al sector. Así, en esta nueva campaña que arranca con incertidumbre por las expectativas de una menor cosecha, los productores valencianos ven con cierto alivio que la merma productiva sea una tendencia generalizada en la cuenca mediterránea y en los principales países competidores del hemisferio norte.
El secretario general de la Unió Llauradora i Ramadera, Carles Peris, explica que “en líneas generales, los países productores de nuestro entorno tendrán una producción por debajo de lo habitual”. Destaca de manera especial el caso de Turquía, uno de los principales productores de cítricos en el Mediterráneo, que este año ha visto mermada su producción a raíz de las fuertes heladas que sufrieron en el mes de abril y que afectaron a la fruta en el momento de floración. Algunas cifras apuntan a una bajada de entre el 20 y el 40% en la producción de todos los cítricos turcos, según explica el consultor hortofrutícola internacional Paco Borrás en el semanario Valencia Fruits.
Grecia, otro competidor para el sector citrícola castellonense, también acusa una bajada en la producción, en este caso por la falta de precipitaciones. La misma tendencia se espera en Italia, Marruecos o Portugal, según señala Peris.
La única excepción es Egipto, que sí prevé escalar entre un 10 y un 15% en su producción respecto a la anterior campaña, según Borrás. Por su parte, el secretario general de la Unió advierte que “Egipto es un competidor potente en naranja, pero no en variedades de pequeño tamaño como las mandarinas, que son las principales en la provincia de Castellón”. La competencia egipcia preocupa sobre todo por los precios, ya que en la pasada campaña, el país del norte de África ha vendido sus productos en Europa a 0,61 euros el kilo, un 30% menos del valor de producción de las naranjas de Castellón, según datos de la Unió Llauradora y del Consejo General de Cámaras de Comercio. La Unió Llauradora ya ha advertido reiteradamente que Egipto está vendiendo por debajo del Sistema de Precios de Entrada, fijado en 0,69 euros el kilo, y reclama a la Comisión Europea que eleve ese umbral hasta un mínimo de un euro por kilo, con el fin de garantizar una competencia justa.
Preocupa Sudáfrica
Además de estar en alerta por la guerra de precios con Egipto, el sector tiene su mirada puesta en Sudáfrica. El déficit productivo previsto en esta campaña podría dar alas al principal competidor de los cítricos europeos: Sudáfrica. Los envíos sudafricanos se han duplicado entre enero y julio respecto al mismo periodo de 2024. La campaña de Sudáfrica, situada en el hemisferio sur, se concentra entre mayo y octubre y coincide en la primera parte de la recolección española. En los últimos años ha ido ganando terreno en Europa y es el principal suministrador de cítricos de fuera de la Unión Europea. En este ejercicio ha arrancado con gran fuerza y ya ha destinado al continente europeo 83.208 toneladas de naranjas (concentradas en junio y julio), un 100% más que en los mismos meses de 2024, cuando exportó 41.484. En el caso de los pequeños cítricos, sus operaciones han aumentado un 28%, pasando de 48.228 a 62.043 toneladas. Y el futuro apunta a una mayor competencia, con la eliminación de aranceles a los cítricos sudafricanos que entren en la UE a partir de 2026, en virtud del acuerdo de asociación económica de 2016, que fijaba una reducción progresiva de los gravámenes sobre las naranjas sudafricanas hasta su desaparición total en 2025.
Así, aunque los operadores europeos compran el 77% de sus cítricos a los Estados miembros, sobre todo España, la creciente presencia de cítricos procedentes de terceros países como Sudáfrica, Egipto, Turquía o Marruecos mantiene en alerta constante a los productores valencianos, que dependen fuertemente del mercado europeo y británico.
Además, la incertidumbre generada por la política arancelaria de Estados Unidos acrecienta la presión en un arranque de la campaña citrícola marcada por los precios al alza y las compras adelantadas.