CASTELLÓN

Una herencia de cinco generaciones: Calduch atesora el secreto de la 'Suavina' desde la historia y el diseño

La farmacia y laboratorio ubicados desde 1909 en la calle Enmedio de Castelló exporta la pomada a Asia o América

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  • El actual propietario de la Farmacia Calduch, Vicente Calduch.
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CASTELLÓ. Las farmacias envuelven entre sus paredes uno de los oficios presentes en los recuerdos de una sociedad y donde su herencia se palpa todavía en el mostrador. Estos espacios, aunque adaptados al ritmo actual, devuelven la memoria a tiempos más pausados y conservan la receta de los remedios ideados y preparados durante generaciones. En Castelló, mientras el paisaje de los negocios cambia de manos a la velocidad propia del mercado contemporáneo, la familia Calduch representa una excepción especialmente destacada. De hecho, Vicente Calduch, quinta generación de la saga, guarda desde 1909 en su laboratorio de la calle Enmedio de Castelló no solamente la vocación farmacéutica, sino también el relato alrededor de una fórmula elaborada décadas antes para aliviar la dureza de las jornadas de los agricultores en los huertos de naranjos.

Bajo esta premisa, concretamente en 1880, el farmacéutico Vicente Calduch Solsona desarrolló en la trastienda de su negocio el entonces conocido como el Ungüento de Vila-real. Después de la popularización de su efecto alrededor de la comarca, en 1916 el bálsamo labial adquirió una denominación que resuena todavía en la actualidad por su valor diferencial: la Dermo Suavina. La singular receta, transmitida de padres a hijos, se produce, empaqueta y distribuye desde el emblemático número 13 del céntrico vial castellonense. En efecto, el inmueble, restaurado para apreciar la estructura original en algunas zonas de su interior, alberga, además de la propia botica en su planta baja, un laboratorio de formulación magistral y un espacio para el almacenaje de los productos. "Realmente, la Suavina era un medicamento más que se fabricaba en la farmacia; su secreto es que hoy día seguimos elaborando aquí la mezcla de aceites", afirma Vicente Calduch, tataranieto del creador.

De les Useres a Vila-real: el origen de la Suavina

La génesis de la pomada ligada a la saga Calduch se remonta a finales del siglo XIX y conecta tres puntos del interior y el litoral de la entonces puramente agrícola provincia de Castellón. "El primer Vicente Calduch era de Castellón y fundó su primera farmacia en les Useres antes de establecerse finalmente en Vila-real, donde abrió un negocio que aún existe en la calle Mayor", explica el propietario actual del laboratorio y su tataranieto. Allí, el pionero mezcló por primera vez los ingredientes del que nombró como su Ungüento número 8 y clasificó dentro de un libro de recetas que la familia aún conserva. "La Suavina es un bálsamo elaborado a partir de aceites esenciales mediterráneos tan sencillos como complejos en su combinación que ha llegado hasta nuestros días", detalla Calduch. De esta manera, la posterior vertiente cosmética del producto ha permitido su evolución durante décadas y diferentes legislaciones, que prohibieron sustancias integradas en otros medicamentos antiguos.

  • El nacimiento de la Suavina se remonta a 1880 y conecta tres puntos de Castellón. -

A partir del creador de la primera farmacia Calduch, el árbol genealógico despliega sus diversas ramas hasta alcanzar el tiempo presente a través de una de ellas. "Mi tatarabuelo tuvo cuatro hijos farmacéuticos", señala Vicente Calduch. De este modo, el mayor fue el que se trasladó a Castelló, mientras que el segundo se desplazó hasta Barcelona y el tercero y el cuarto permanecieron en Vila-real —José, fundador del CD Villarreal, predecesor del actual Villarreal CF— y en Almassora —Manuel, conocido por su inclinación por la botánica. "Todos ellos, cada uno desde su lugar de residencia, produjeron la Suavina hasta que llegó un momento en el que únicamente quedó este laboratorio, regentado por mi abuelo", recuerda el dueño actual del negocio. Así, el tercer Vicente Calduch unificó la producción en la capital de la Plana, homogeneizó el tarro, que estuvo seis décadas en el mercado, e industrializó el proceso mediante el registro del producto para cumplir con la legislación cosmética.

El crecimiento de la marca a través del diseño

El bálsamo labial, ya centenario, accedió al siglo XXI con la necesidad de modernizarse para crecer, especialmente desde su característico aunque desactualizado envase. "Mi padre creó una primera red comercial a través de las cooperativas farmacéuticas que llegaba hasta Madrid, pero donde más se consumía era en Castellón y Valencia", indica Calduch, que vivió desde su infancia el trabajo de sus dos generaciones anteriores. "Me gusta el laboratorio y empecé a ayudar en la modernización de aspectos como la inclusión del código de barras". El propietario actual del establecimiento extrajo conocimientos de su experiencia en una multinacional del sector para aplicar en la Suavina, y uno de ellos ha transformado el negocio. "Convencí a mi padre y conmigo cambiamos el molde para incorporar una rosca y un opérculo que resolvieran los problemas en el cierre", comenta. El cambio no solamente aumentó la capacidad y el prestigio, sino que permitió abandonar el transporte en frío.

  • La Suavina apareció en la guía de los premios de diseño Pentawards en 2017. -

El nuevo tarro, comercializado en 2018 y obra del estudio valenciano Lavernia y Cienfuegos, obtuvo asimismo un reputado galardón internacional. "Sin buscarlo, nos otorgaron el tercer premio en la categoría de cosmética de los Pentawards, certamen mundial de diseño, por detrás de un gigante como Shiseido", destaca Calduch. La Suavina apareció en la guía de los premios asiáticos y el anuncio boca a boca hizo el resto. "Llegamos a vender hasta el 50 % de nuestra producción en China a raíz de una promoción desconocida por parte de una influencer local". Desde el Ungüento de Vila-real, la Suavina se apoya en una historia y un diseño únicos como valores diferenciales. Ahora, la pomada se exporta desde el laboratorio de Castelló a los Estados Unidos, Corea del Sur o Noruega y Vicente Calduch, tataranieto de su creador, apunta a la adquisición de un nuevo almacén para crecer mediante referencias más allá del bálsamo y sus variedades enriquecidas, en forma de sérums o cremas.

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