CULTURA

Carolina Yuste: "El teatro es un acto psicomágico de fe en el que puede o no suceder la catarsis"

La actriz, ganadora de dos Goya, presenta 'Caperucita en Manhattan' en el Paranimf

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CASTELLÓ. Es la actriz de moda. Carolina Yuste sube esta sábado a las tablas del Paranimf de la UJI para interpretar a una de las protagonistas de 'Caperucita en Manhattan', la obra de Carmen Martín Gaite que ha adaptado y dirigido Lucía Miranda para Teatro de La Abadía.

El buen tino del gestor de la programación cultural de la universidad va a permitir que veamos a Yuste en la que será su última función en este proyecto puesto que aunque la obra va a girar por toda España, la de Badajoz se ve obligada a apearse por compromisos de agenda. Así pues, la ganadora de dos premios Goya, como mejor actriz de reparto en 'Carmen y Lola' (2018) y como mejor actriz protagonista en 'La infiltrada' (2025), llega a Castelló para dar vida a Sara Allen, personaje de una de las novelas más leídas de Martín Gaite.

Según Yuste en conversación con este diario, la obr es un reflejo del impulso de vida constante de la escritora, "y eso es algo que me llevo conmigo. Esta 'Caperucita' nos enseña que de las grandes heridas puede llegar a salir una historia en la que se lucha por lanzarte a la vida y no tener miedo a pesar de todo".

A pesar de recoger infinidad de premios de las películas citadas y de otras como 'Saben aquell' o 'El cover', Carolina Yuste ha encontrado tiempo para publicar su primer libro, 'Toda mi violencia es tuya'. Asegura que "la lectura me ha salvado del pozo en muchos momentos", y confía en ser un ejemplo de que la cultura y el pensamiento no solo surge de las élites "sino que también se puede reflexionar sobre el ser desde el botellón o la danza".

-Con la vorágine de trabajo que acumulas, ¿qué viste en este proyecto que te hizo parar y buscar tiempo para hacer teatro?

-La última función de teatro que hice fue 'Prostitución', una obra que dirigió Andrés Lima y en la que compartí escenario con Carmen Machi y Nathalie Poza, junto a la intervención que preparó Lucía Juárez. Pues bien, como siempre comento, ese ha sido uno de los proyectos que más me ha atravesado el cuerpo y que más me ha enraizado. Te hablo de una propuesta teatral de esas que sabes que son muy difíciles que lleguen, porque implican muchas cosas. No solo está el acto artístico en sí sino también el acto social que se da en la propia función. Entonces, después de eso, yo sentía que tenía muchas ganas de volver al teatro. Quería volver a subirme al escenario. Para mí el teatro es el espacio sagrado, es un poco volver a casa y, de alguna manera, reconectar con esta cosa atávica y con el presente, y con la idea del acto de comunión. Cuando hablo de comunión me refiero a la que sucede entre aquello que hacemos las intérpretes, en el caso de 'Prostitución', y el público. De hecho, uno de los motivos por los que yo decidí que quería hacer teatro es por ese acto psicomágico de fe que se da en un escenario en el que puede o no suceder la catarsis.

-¿Y entonces es cuando te presentan el proyecto de 'Caperucita en Manhattan'?

-Concretamente, lo que sucedió es que cuando la directora Lucía Miranda me llamó yo ya llevaba un tiempo con muchas ganas de subirme al escenario. Me pareció que era una oportunidad preciosa. El texto de ‘Caperucita en Manhattan’ de Carmen Martín Gaite y la propuesta que tenía Lucía me suponía irme a a un lugar completamente diferente. Y con el proyecto podía atravesar la función y atravesarme yo misma la función también desde otro sitio, que para mí como actriz también tiene que ver con darme espacio al amor, a la ternura, a jugar a cierta fantasía, a evitar la tristeza y a intentar constantemente iluminar. 

-¿Jugó un papel importante el hecho de que estuviera al frente del proyecto Lucía Miranda?

-Sí, claro. Siempre me ha parecido muy interesante la forma en la que Lucía Miranda tiene de entender el arte y la cultura. Poder participar en uno de sus proyectos, aunque suene así como muy grandilocuente, me ponía contenta, esa es la verdad. Es muy difícil encontrar proyectos en los que, como sucede con esta ‘Caperucita’, puedas encontrar a público de cualquier edad. Una de las cosas que más me gusta y más contenta me pone es ver en el patio de butacas a peques de ocho años junto con público adulto y mayores de 93 años, como ha sucedido. Eso es en realidad lo que hizo que quisiera estar aquí en este proyecto junto a mis compañeras de reparto.

-¿Qué has aprendido de Martín Gaite tras la aproximación que has tenido que hacer a su obra y su persona?   

-Con Carmen Martín Gaite creo que no he dejado de aprender en ningún momento; voy poco a poco. Opino que fue una mujer muy valiente. Debe ser difícil y duro algunos de los momentos que le tocó vivir. Gracias a que he tenido que adentrarme a su obra he descubierto el por qué Carmen escribió 'Caperucita en Manhattan' tras la muerte de su Marta, que falleció con 28 años. Me resulta hermoso y curioso a la vez darme cuenta de los motivos por los que la escritora, tras esa desgracia, elige que su siguiente obra, su manera artística de expresar el mundo tras esa muerte, sea precisamente 'Caperucita en Manhattan'. 

-¿Qué aprendiste de esa revelación?

-Ha sido bonito ver cómo de las heridas, de las grandes heridas, esas que son casi innombrables y que son aquellas que se guardan en el fondo de un cajón que no quieres abrir porque sabes que el pecho igual se te descompone, puede salir esta novela. Ella eligió contar esta historia que tiene que ver con la libertad, con la búsqueda y con intentar no tener miedo a pesar de todo. Y en la que también se habla de lanzarte a la vida a pesar de tener miedo, que es una cosa que yo creo que puede ocurrirnos a casi todas las personas. A veces percibimos el mundo como un gigante inmenso que es terrorífico y que puede aplastarnos en cualquier momento donde el sufrimiento se puede convertir en algo que te llegue a asfixiar. Pero cuando eso sucede significa que estamos vivas, y estar viva y tener la experiencia de la vida es indefectiblemente e increíblemente mejor. 

-¿Es esa la lección de Martín Gaite con la que te quedas?

-Sí, sin duda. Para mí ese arrojo frente a la vida que tuvo imprime carácter y, más allá de valorar la calidad artística de las novelas de Carmen y el uso de la palabra que domina, que cualquier persona más letrada que yo puede analizar, me quedo con esto que comentamos. Claramente, una de las cuestiones que he aprendido y que me llevo conmigo es el impulso de vida constante de Martín Gaite.

-Gracias a tu novela, ‘Toda mi violencia es tuya’ hay muchos jóvenes que han cogido un libro y se han puesto a leer. ¿Demasiada responsabilidad o ganas de emprender otro proyecto literario?

-Todavía me cuesta un poco reconocerme que he escrito una novela. En cualquier caso, me parece fantástico que todo el mundo coja un libro. A mí, probablemente en muchos momentos la lectura me ha salvado del pozo. Verte reflejada en alguna historia y sentir que las cosas te interpelan es importantísimo. Tener referentes, buscar sin parar y tener deseo de conocimiento ha sido fundamental para mí. Con 'Toda mi violencia es tuya' no tenía ningún pretensión en sí más que un deseo de hablar y narrar a las adolescentes de los 2000 en viven en provincias, y hacer un ejercicio de reflexión sobre la violencia y el ser. Por eso, para mí el libro que he publicado lo veo como una búsqueda. Es una un viaje en el que de fondo está esa búsqueda filosófica con las eternas preguntas ¿qué es el ser? y ¿qué soy? Pero bueno, estamos hablando de mi filosofía, que es una filosofía choni (ríe). 

-Explícanos lo de filosofía choni, Carolina.

-Hay una cosa que siempre me ha dado mucha rabia en el ámbito cultural, y es que muchas veces nos ponemos muy elitistas y creemos que el pensamiento, el arte y la cultura solo pueden hacerse desde la burguesía o desde lugares muy eruditos. Para mí, la reflexión sobre el ser está en todos lados. Y por eso se puede reflexionar sobre la violencia, el amor, la ira, la rabia o la ternura desde el botellón, desde unos carnavales o desde la danza.

-El libro tiene una portada potente…

-Es que para mí era también muy importante que el libro fuera muy físico, y que de alguna manera todo el libro pudiera bailarse, porque considero que en el cuerpo, en cómo transitamos emocionalmente las cosas desde el cuerpo, hay algo importantísimo.

-Quien te conoce dice que escribes a todas horas, ¿es cierto?

-La verdad es que no considero para nada que sea escritora para nada, aunque me encantaría. Porque sí que es cierto que escribo todo el rato; es una forma mía de expresión. También es verdad que siempre escribo pensando en música. La forma en la que uso la palabra siempre lleva un tempo dentro, porque, de alguna manera, tiene que ver con mi forma de bailar.

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