Entrevista

Murcia Plaza Cultura

Estrena la obra de teatro 'Personas, lugares y cosas'

Irene Escolar: "Vivimos en un estado de compulsión que nos impide escucharnos"

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  • Irene Escolar en un instante de la obra. Foto: Mario Zamora
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CARTAGENA. La actriz presenta Personas, lugares y cosas, una obra que entrelaza adicciones, escucha y procesos de sanación, en el Teatro Español hasta el 11 de enero (espera que con gira posterior). Tras años de carrera y personajes memorables, Irene Escolar estrena su trabajo más extremo: una mujer atrapada en sus adicciones. Hablamos con ella sobre terapia, creación, series, feminización de los liderazgos y el orgullo de estar en La Ruta 2.

Estrenas ahora Personas, lugares y cosas, donde das vida a una actriz rota por sus adicciones, en pleno viaje para reconstruirse. No sueles apostar por proyectos sin mirarlos bien: cuando entras en algo es porque te interesa de verdad. ¿Qué te ha traído a este proyecto?

Irene Escolar. Me atrajo muchísimo el texto por cómo está escrito; a nivel dramatúrgico es impecable. También me atrajo poder armar el proyecto desde cero con mi amiga Alicia Calot, productora ejecutiva, y con Pablo: estar desde el inicio y tomar decisiones creativas. Y, por supuesto, hacer este personaje lleno de retos, que pasa por tantos estados físicos y emocionales. Es el trabajo más complejo y salvaje que he hecho en mi carrera.

La obra, además, como se dice también en el dossier de prensa, vincula el proceso de ensayo y la terapia grupal, con la escucha como vehículo sanador. ¿Nos falta escuchar como sociedad? Lo veo en tertulias, en conversaciones entre amigos, familiares… hablamos sin dejarnos terminar. ¿Nos falta escuchar?

I. E. Creo que tiene que ver con un estado de compulsión en el que vivimos. No poder dejar el teléfono, estar siempre conectados, muy fuera de nuestro propio cuerpo. Vas a comer a un sitio y ves familias, amigos, parejas, cada uno en su móvil. O haciéndose fotos, subiendo cosas… pero no están con la otra persona. Y eso está cada vez más normalizado. Entonces, claro, un espacio donde se reivindica la escucha —como un grupo de terapia o un proceso creativo— es casi revolucionario ahora.

Totalmente. La obra habla también de las adicciones. Y aunque la salud mental está cada vez más presente y menos estigmatizada, las adicciones siguen creciendo. Decían hace poco que España es de los países donde más se consumen pastillas para dormir.

I. E. Benzodiacepinas, sí.

Si sabemos más que nunca sobre salud mental, ¿por qué nos sigue pasando?

I. E. Porque intentamos anestesiar un estado que no nos satisface. Vivimos vidas que quizá no son las más sanas. Vuelvo a la compulsión, al capitalismo tardío, a las maniobras éticas, como dice mi personaje: fingir que cosas que hacemos son normales cuando no lo son. La apariencia de que todo va bien. Convivir con eso es difícil, y cada uno busca cómo sobrevivir. De eso habla la obra.

  • Irene Escolar en un instante de la obra. Foto: Mario Zamora -

Comentaste en tu entrevista con María Guerra —que recomiendo muchísimo— que las adicciones a veces aparecen para llenar un vacío. Me recordó a Amy Winehouse, que decía en su documental algo así como: “Sé que las drogas no me hacen bien, pero no quiero dejarlas”. Como si llenaran un vacío que aparece cuando personas y lugares nos fallan. ¿Cómo evitas caer en eso cuando todo tu contexto falla?

I. E. Yo no lo sé porque no he pasado por ahí. Sí he identificado cosas que he tenido que atravesar, y a mí lo que me ha salvado ha sido la terapia. Llevo casi 15 años haciendo terapia y no sé qué habría sido de mí sin eso. Hay cosas hostiles que uno tiene que aprender a transitar. También me ha salvado estar bien rodeada. Pero, claro, no todo el mundo puede permitirse una terapia en condiciones, como decía Elvira Lindo en la entrevista con Évole. Cuando no tienes acceso, buscas otras formas de sobrevivir.

Mencionabas también que en algún momento has tenido una adicción al trabajo, por así decirlo. ¿Hay adicciones mejores o peores, o todas lo son?

I. E. A mí me gusta llamarlo “consumo problemático”. El término adicción es válido, pero creo que el lenguaje importa. Y sí, tuve que reflexionar sobre qué cosas me activaban ciertos comportamientos. Me di cuenta de que no podía recurrir siempre a la dopamina y la adrenalina del trabajo. Enganchaba un proyecto detrás de otro porque ahí me reconocía feliz, conectada… pero no era sano. Identificarlo me costó. Es algo que nos pasa a muchísimas personas.

Por lo que cuentas, esta obra ha sido muy enriquecedora y sanadora para ti.

I. E. Muchísimo. Por el grupo creativo, que ha sido precioso: 20 personas entre equipo y elenco, con ensayos mágicos y muy divertidos. Y luego por el grupo de terapia al que he asistido, que ha sido revelador. Tener acceso a un espacio así —si no eres psicólogo— es algo muy fuerte. Escuchar a gente hablar de sus máximas intimidades… Ha sido muy impactante.

  • Irene Escolar en un instante de la obra. Foto: Mario Zamora -

Retomo esa idea de los ensayos y las dinámicas grupales. Hablé hace poco con Elena Irureta, que recordaba cómo han cambiado las jerarquías y los ambientes laborales en rodajes y ensayos desde que ella empezó. Tú comenzaste muy joven: ¿ha cambiado tanto, para mejor?

I. E. Muchísimo, y para mejor. Aunque siempre hay cosas que revisar. Pero si no hubiera habido cambios, yo no estaría ahora generando un proyecto así con Alicia. Que dos mujeres jóvenes lideren esto y que se nos apoye significa que los lugares de poder están cambiando. Hay más mujeres liderando proyectos y nuevas maneras de hacer las cosas. Es una apertura muy interesante.

Estoy de acuerdo: en el arte estos cambios se sienten mucho. Aprovecho para preguntarte por La Ruta 2, donde tienes un doble papel. A mí la serie me ha fascinado, conecté muchísimo con la primera temporada. ¿Ha sido de tus proyectos más divertidos o interesantes?

I. E. Sin duda. Había visto la primera temporada y me había parecido de un nivel altísimo: guion, dirección, actores… Pensé: “¿Quién no sueña con estar en este proyecto?”. Cuando me llamaron fue una suerte inmensa. Y recibir textos tan bien escritos en audiovisual no es frecuente. Robert y Clara han hecho un trabajo espectacular. Que un mismo actor pueda interpretar dos personajes, como Álex y yo, es un regalo. Muy divertido y muy poco habitual. Además, es un proyecto del que me siento orgullosa, y eso no pasa siempre.

La segunda temporada me está encantando. Y creo que sin plataformas una serie así quizá no existiría. Decías que antes encontrabas personajes más ricos en teatro que en audiovisual. ¿Ahora es distinto?

I. E. Muchísimo. Ahora hay una diversidad enorme de proyectos, muchas series que parecen películas. Y creo que se da más tiempo y más reconocimiento —aunque debería ser más todavía— a los guionistas. Para mí, todo parte del texto. Los personajes son palabras. Luego tú pones el alma, sí, pero son palabras. Antes encontraba en teatro textos increíbles y en audiovisual no tanto. Ahora eso ha cambiado radicalmente y hay más rigor y nivel.

Para terminar, admiro mucho tu mirada hacia el arte y lo que consumes. ¿Qué has visto o leído últimamente que recomiendes?

I. E. Llevo seis meses metida en temas de adicciones, así que he visto sobre todo cosas relacionadas con eso. Pero te hablo de dos libros. Uno de Leslie Jamison: me encanta cómo escribe. Ha sacado uno nuevo sobre su separación que creo que es ideal para estas navidades (Astillas). Y otro, muy pequeñito, de una autora muy joven llamada Laura Vela: SeisMil. Mejor no adelanto nada, pero es precioso, muy interesante y se lee muy bien.

Personas, lugares y cosas está en el Teatro Español hasta el 11 de enero. Y habrá gira, ¿no?

I. E. Tenemos intención de hacer bastante gira, si los teatros pueden programarla. Es una función grande y cara, pero me gustaría mucho que no solo el público de Madrid pueda verla. Creo que los espectadores se lo merecen.

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