Entrevista

CULTURA

Malconsejo actúa de nuevo en Castelló con su álbum clásico 'Vivir bajo el agua'

Este sábado en la sala Because

  • Malconsejo
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

CASTELLÓ. Siempre hay discos que marcan a una generación, que por su calidad o sensibilidad, son capaces de seducir a un buen puñado de personas y que se transforman en la banda sonora de su vida o, de al menos, una parte de ella. Entre los clásicos contemporáneos podemos encontrar todo tipos de propuestas, desde el pop rock más generacional contenido en el álbum, Super 8 (1994) de Los Planetas hasta la singularidad de El mal querer (2018) de Rosalía. Uno de esos discos que, casi de forma instantánea se convirtieron en clásico, gracias a unas letras poéticas y unas melodías cambiantes, fue Vivir bajo el agua (2000) de Malconsejo. El segundo elepé del grupo los consagró como banda de culto con un disco que suena desde su inicio con Transparente a puro pop tejido de grandes canciones con melodías tan pegajosas como Nosoynosoyynoestoy (la que escucho en bucle mientras redactor esta entrevista). Castellón Plaza charla una mañana fría y lluviosa con Santi Campos, cantante y compositor del grupo.

Antes de meternos en harina y navegar por la historia de Malconsejo, le reconozco a mi interlocutor las ganas que tenía de entrevistarle, de hablar de éste disco, que es parte capital del sonido pop de los 2000 en Castellón. No encontraba la forma de plantear una entrevista sobre un trabajo como, Vivir bajo el agua que había sido grabado a principios de siglo. El destino nos brinda la oportunidad de conversar con Santi Campos gracias a que acaban de publicar de nuevo el álbum, más dos canciones, por su 25 aniversario. Tendremos la suerte de verles en directo el 5 de abril en la sala Because, en el aniversario del sello, Rock Indiana junto a The Happy Losers. El combo de Castellón también actuará en Barcelona. En ocasiones contadas, los astros se alinean y se cruzan en tu vida. Volvamos a mediados de los 90.

“Yo tenía un grupo que se llamaba Neumáticos con varias personas, entre ellos Vicente Ordoñez, que cuando se disolvió el grupo, comenzamos como dúo, hicimos una maqueta y entonces había un sitio aquí muy importante en Castellón, el Ricoamor. Es un sitio mítico en el que todos los grupos de los 90, no solo de Castellón, también de fuera, tenían que tocar en Castellón; tocaban los grupos que empezaban, porque era un garito muy pequeño, pero se convirtió en un sitio mítico”, recuerda.

Una nueva y eléctrica etapa

En junio de 1994, en la fiesta de despedida de temporada del Ricoamor, los integrantes de Malsujeto comenzaron una nueva y eléctrica etapa. “En el Ricoamor nos juntábamos todos los que hacíamos música. En una fiesta que hicieron en el sitio tocamos Malconsejo como dúo, con un grupo que se llamaba Lucifer Sam, y al batería de Lucifer Sam le gustó mucho las canciones que hacíamos como Malconsejo, y entonces ese día quedamos ya para montar el grupo eléctrico. Luego fue buscar al bajista, que fue Íñigo Beltrán. La primera época éramos nosotros cuatro, luego Vicente se terminó yendo, y entró Fernando desde Galicia, que venía de un grupo gallego que se llamaba Blood Filloas, que es bastante mítico, se vino a estudiar a Valencia, y se unió al grupo”. Aquella noche de verano ha quedado grabada a fuego en la memoria de Santi Campos. Aquello fue el inicio de uno de los grupos más reconocidos de la ciudad. “El momento inicial fue esa fiesta del Ricoamor en la que nos enamoramos, digamos, los unos de los otros y empezamos a hacer música”

Malcosejo me parece un nombre muy bueno para una banda, una sola palabra bastante directa y recordable. “Es una calle de Segovia (risas). Yo soy de Segovia originalmente. Vine a Castellón con 19 años y era la dirección de mi mejor amigo de Segovia: la calle Malconsejo. Entonces cayó de cajón, no le dimos muchas vueltas, siempre fue así”, señala. Tras la publicación de un mini Ep en 1998, Malconsejo da el salto a la grabación y publicación de lo que sería su primer larga duración, Una hora sin televisión, un título muy bueno. Aquel primer trabajo ya lo editan bajo el sello, Rock Indiana. “El sello tenía un fanzine. Hizo una muy buena crítica del mini Ep y de los singles posteriores, era una época en que se sacaban muchos singles pequeños de 7 pulgadas. Y después del Ep editamos varios singles. Y siempre las críticas del fanzine, Rock Indiana, eran muy buenas”.

Fue en otro concierto, esta vez en Madrid, cuando el sello Rock Indiana, y tras asistir a un buen espectáculo, les propuso publicar su primer redondo. “En un concierto en Madrid, que hicimos con Happy Losers, que es el grupo precisamente con el que vamos a hacer los dos conciertos estos. Siempre hacíamos conciertos juntos, porque ellos son de Madrid y nosotros de Castellón, y siempre hacíamos los Madrid-Castellón juntos, o Valencia también. El caso es que hicimos un concierto allí que fue bastante guay, y los del sello nos dijeron de sacarlo con ellos”, apunta.

Malconsejo llegaba a la grabación del elepé con bastante bagaje, su primer mini Ep había sido grabado como si ya fuera un disco largo, y eso les había dado tablas a la hora de enfrentarse a un primer trabajo con más canciones sabiendo lo que era trabajar duro en un estudio. “El mini ya nos lo planteamos como un disco, grabamos nueve canciones, aunque luego se quedaron seis. Lo que pasa que las otras tres no nos llegaron a gustar demasiado el resultado, pero luego terminaron saliendo en recopilatorios y en singles”, comenta. Estamos hablando de mediados de los 90, una época donde el fanzine musical en España estaba muy vivo como medio de información de lo que no aparecía en las radiofórmulas. El fanzine, y el cassette que a veces incluían, te abrían un mundo nuevo de bandas y artistas. Muchas veces era la única ventana que tenías a esos otros grupos. “Era una época en la que si alguien tenía un fanzine en Valladolid y nos pedía una canción, pues se la cedíamos. Era una época de fanzines, de gente que tenía proyectos pequeñitos y muy colaborativos, que te llamaban desde Galicia para una revista fotocopiada”.

Una mala noticia

El grupo ya llevaban años de trabajo intenso, no eran unos advenedizos en esto de machacar escenarios, hacer canciones y ensayar como auténticos profesionales. “Ya llevábamos un recorrido, porque desde el 94 hasta el 97 que grabaríamos el disco, pues era una época que además ensayábamos todos los días, era una pasada. Vivíamos para el grupo, realmente”, dice. Malconsejo estaba preparado para meterse en un estudio en Almazora y dedicarle todo el tiempo posible a las canciones. Hablando con la Pared, No apuestes por mí, y el resto de temas ya estaban más que trabajados y solo faltaba grabarlos; sin embargo, una mala noticia tiñó a todo aquel precioso momento de una sensación agridulce. “En el concierto de Madrid nos dijo Indiana que quería sacarnos el disco. Y justo después, Vicente, antes de entrar a grabar, nos dijo que se iba al grupo. O sea, que fue un dramón (se sonríe). No fue algo positivo porque nos dijo que se iba del grupo, le pedimos que se quedara a grabar; pero bueno, ya la cosa era como un poco menos natural. Porque él se quería montar un grupo, que se terminó llamando Vincent Von Reverb y los vaqueros eléctricos, que era de rock and roll”.

Aquella noticia tuvo que sentar como un jarro de agua fría en la banda y en la ilusión de entrar a grabar un disco. “Todo rondó alrededor en la grabación el hecho de que se fuera del grupo Vicente, y fue un pequeño drama doméstico, que bueno, lo vivimos intensamente. En la grabación del disco estuvo un poco todo eso rondando. Estuvimos un mes en el estudio, en un estudio que se llama Waves de Almazora. Era una época que se grababa en cinta, era una en la que podías estar un mes en el estudio. Es el primer disco que editamos, fue un momento de luces y sombras”, apunta.

Una hora sin televisión se publicó y trae ello la vida debía continuar ya sin Vicente. “Cuando Vicente se fue estuvimos en una época como trío, luego probamos a diversos guitarristas, pero poco antes de que supiéramos que Vicente se iba a ir, estuvimos por Galicia girando y en un concierto en Ferrol conocimos a Fernando, que tocaba con otro grupo allí, tocaba con Blood Filloas y con Los Huéspedes Felices”. El flechazo fue instantáneo, no solo por parte de Santi, sino también por parte de Fernando, que terminó enamorado también de la ciudad.

“Fernando estaba tocando, y yo le tiré los trastos de mala manera. Le dije que era el guitarrista ideal, que no sé qué, que se viniera a Castellón a vivir. No sé si fue consecuencia de eso, pero un tiempo después Fernando se vino a Gandía a estudiar. Igual tuvo que ver el hecho de que yo fui muy pesado, pero nunca lo he llegado a saber. Y entonces venía en tren de Gandía a Castellón a ensayar hasta que terminó viniéndose a mi piso a vivir, yo tenía un piso aquí justo al lado del Ricoamor. De hecho, Fernando treinta años después sigue viviendo aquí en Castellón", comenta. A partir de la entrada del nuevo miembro el grupo comenzó una nueva etapa. Estaban preparados para asaltar el estudio y registrar su segundo álbum. “Ya empezó lo que consideramos la segunda época de Malconsejo, hicimos un single muy chulo que se llamaba Hola, y después grabamos en el año 99, que salió en el 2000 este disco, Vivir bajo en agua”.

El segundo álbum

Malconsejo publicaba un segundo álbum y la prensa nacional especializada se hacía eco de ese lanzamiento con buenas críticas y aplausos. La presentación del disco en casa se hizo en Ricoamor, ese lugar tan mágico, y sin el que no podríamos entender la historia de Malconsejo. “Precisamente todo gira alrededor del Ricoamor”, me dice sonriendo. “Fueron dos días seguidos, un sábado y un domingo, era un garito que tenía un foro de 100 personas, pero por eso hicimos dos días seguidos y fue espectacular”, afirma con rotundidad. “Todo lo que rodea al disco en Castellón fue muy chulo. Sorprendió un poco a la gente, había un poco menos de distorsión que en los discos anteriores. Las letras tenían más peso y a la gente le gustó mucho en Castellón, fuera es otro mundo”.

Los halagos de la prensa contrastaban con el frío recibimiento en directo que tuvieron fuera de las lindes de Castellón por parte del público. “En revistas como Mondosonoro o Ruta 66 fue súper bien, fue disco del mes en el Ruta pero luego la repercusión a nivel conciertos, excepto en Madrid y Bilbao, era un poco frustrante. Ibas a Pontevedra y venían diez personas”, comenta. “Un poco la razón por la que el grupo se fue esfumando fue porque ese disco fue muy importante para nosotros, pero era muy difícil ir a tocar a Valladolid y no hubiera mucha gente, la verdad”.

Justo en aquella época la tendencia entre las bandas de indie, aunque Malsujeto no se adscribieran al género, era cantar en inglés. La escena se llenó de grupos que utilizaban la lengua de Lovecraft en sus letras. “Lo del castellano, cuando te he dicho antes lo de que no funcionábamos fuera, yo creo que tiene un poco que ver con eso, porque ahí todo el mundo estaba cantando en inglés. Estábamos a contracorriente y tampoco teníamos nada que ver con el mundo indie. Yo creo que tenía que ver con eso. Y lo del castellano es porque yo empecé escuchando música en castellano en los 80 y siempre, aunque me gusta mucho la música en inglés, siempre he escrito en castellano”.

Transmitir con la escritura

Y aunque pareciera un obstáculo, sobre todo en aquellos años, uno de los mayores incentivos y fortalezas de la banda era precisamente eso: sus letras en castellano. En el recuerdo colectivo están esas letras trabajadas, llenas de pasión y de amor, y para un servidor, de trascendencia. En Vivir bajo en agua, Santi se dio cuenta de la capacidad que tenía de transmitir sensaciones con su escritura. “Sí que me fui dando cuenta a medida que Malconsejo iba evolucionando, porque desde las primeras letras de Malconsejo sí que hay una evolución clara”, reflexiona. “Me doy cuenta ahora, entonces no era consciente de ello. Me debí dar cuenta en mitad del proceso del grupo que podía hacer letras un poco menos obvias. Y sí que al final, sobre todo en ese disco, sí que tienen mucho peso”

La banda finalizó, quedaron un buen puñado de canciones en la cultura sonora de una ciudad en los surcos de aquellos álbumes. Blogs que hablaban de Vivir bajo el agua como un clásico, tal vez incomprendido en su época del pop español y en español. Se habían convertido en una banda de culto. Y un día se planteó la reedición del disco con la remasterización de Adam Selzer. “Yo volví a vivir a Castellón hace cuatro años y pico y quedamos para comer los cuatro, y nos lo pasamos genial comiendo y decidimos quedar un día para ensayar, nos lo pasamos muy bien, y decidimos hacer unos conciertos y la excusa era el veinticinco aniversario”, señala. Malconsejo querían volver por la puerta grande, no solo unos conciertos, que sin duda quedarían en el recuerdo; sino también darle a su público algo más. Es así como surgió la idea de la reedición en vinilo de Vivir bajo el agua. “Ya que lo hacemos, vamos a hacer un crowdfunding para sacar dinero para reeditarlo y el crowdfunding salió bien. Primero tuvimos que buscar las cintas, que estaban en el archivo del estudio, las cintas sin masterizar originales. Simplemente fue por el placer de tocar juntos”, concluye.

En esta nueva reedición tenemos dos canciones “nuevas”. Jugando a ser el sol y Anita Haze ya estaban editadas pero no salieron dentro del álbum. “Esas no estaban en el disco, pero sí las grabamos a la vez”, aclara. “Jugando a ser el sol era la canción más single junto a Nosoynosoyynoestoy. Es la canción que más nos pide la gente, la editamos en un single a la vez que el disco pero no estaba en el disco”. El 5 de abril será una oportunidad única, quién sabe si la última en Castellón, para ver en directo a Malconsejo. No se lo pierdan.

Recibe toda la actualidad
Castellón Plaza

Recibe toda la actualidad de Castellón Plaza en tu correo

Vila-real tancarà el cicle 'Una vesprada a l'antiga Roma' amb una conferència sobre la vestimenta
Juan Ramón Biedma, Mabel Lozano y José Ángel Mañas, reconocidos con el premio Letras del Mediterráneo