CULTURA

TREINTA AÑOS DE MÚSICA

Malos Vicios: “Aunque no cure a nadie, ojalá este disco acompañe a quien lo está pasando mal"

Los castellonenses publican 'Pesambre', su décimo álbum y también el más personal. Un trabajo atravesado por la salud mental, la culpa y el perdón, que marca un giro en su trayectoria. En septiembre arrancan una gira por salas que pasará por ciudades como Madrid o Castelló antes de su regreso a México.

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CASTELLÓ. Reconoce Víctor, cantante desde hace treinta años de Malos Vicios, que el último álbum de los castellonenses, Pesambre, es “un disco muy egoísta”. Lo es porque lo han reservado para ellos, para cantar sobre sus ideas y venidas, la depresión que vivió en sus propias carnes el músico y lo “maltratada que está institucionalmente” la salud mental. “Hemos dejado poquito espacio para el tema sociopolítico. Quizá en algún tema pueda quedar algo, porque pertenezco a la clase obrera, pero nos hemos alejado de la crónica social”, cuenta Víctor, que avisa: “El próximo, si lo hay, posiblemente iremos a saco. Estoy muy mosqueado con la clase política y asustado porque no sé hacia dónde se dirige la chavalería. Se están radicalizando y normalizando muchas actitudes que, a veces, recuerdan a El cuento de la criada. No estamos tan lejos.”

De vuelta a Pesambre, su décimo álbum se sitúa también en un momento de cambios para el grupo, que ha tenido que hacer frente, desde la publicación de su anterior LP Grietas (2019), a muchos baches. Desde la ya lejana pandemia, que marcó un antes y un después en muchas formaciones, hasta problemas con su anterior discográfica y manager, con quienes han tenido diferencias económicas que, a día de hoy, siguen sin resolverse.

“Veníamos de México y de llenar Madrid, habíamos cogido buena inercia, por fin. Parecía que las cosas funcionaban de otra manera, pero nos pilló la Covid y a los grupos que se mueven entre el amateurismo y la profesionalidad, nos hizo bastante daño. Nos planteamos, de hecho, si continuar o dejarlo pasar, porque para mantener el proyecto con la dignidad que queremos, hace falta un gran esfuerzo mental y económico. Pero decidimos seguir hacia adelante. Gracias, en parte, al empujón de Juanjo, el nuevo guitarrista que pertenece a las nuevas generaciones y controla más de redes sociales”, cuenta Víctor. 

Además de eso, una gran razón para continuar fueron las canciones que tenía el músico guardadas en un cajón. Si la banda tenía que llegar a su fin, no podía hacerlo sin antes cantar estas canciones. Afortunadamente, con mucho esfuerzo los castellonenses publicaron el pasado mes de mayo su álbum más personal. Un trabajo que ha sido producido por Raúl Artana en los estudios Rockaway de Castellón y masterizado en Los Ángeles (USA) por Harrison Long en Off Trail Studios. La gira de presentación arrancará el 6 de septiembre en la Sala Clamores de Madrid y continuará por diferentes ciudades hasta llegar a Salatal, en Castelló, el 20 de diciembre. 

Cantar para no romperse y seguir

La palabra ‘pesambre’ no aparece en el diccionario y, sin embargo, sirve para hablar de la pena o la desazón. A Víctor se la enseñó su abuela: “Pesambre es depresión. Es un nudo en el estómago. Algo que me tocó sufrir a mí. La canción que abre el disco habla de la salud mental, de lo maltratada que está institucionalmente, aunque esté en boga, queda mucho camino por recorrer. Esta primera canción es, por ello, muy explícita, pero el disco cierra con un homenaje a mis abuelos que fueron quienes me enseñaron la palabra”. 

 

"Dejadme ser quien quiera ser y aparentar la edad que tengo, que yo ya me reconcilié con ese tipo que detesto", canta Malos Vicios en otro de sus temas, uno de los que más ha sorprendido por su música y su letra a su público. Quizá lo hace porque, aunque las plataformas se llenan cada día de nuevas canciones, no son tantas las veces en las que un grupo punk se mira tan de frente. “Cuesta reconciliarse con uno mismo, con tus taras y tus aciertos. A veces nos machacamos mucho. Cometemos errores, pero hay una exigencia exterior e interior que hay que lucharla”, afirma Víctor, quién ha tenido que recorrer este mismo camino. “Soy lo que soy; los tropiezos que he dado me han hecho ser la persona que soy. Aunque me siguen doliendo ciertas decisiones que di en la vida, que han dañado a personas que he querido, has de reconciliarte con la culpa y la vergüenza. En este disco, pido perdón por lo que he hecho, pero también pido que se me deje ser lo que he sido y lo que soy. Tampoco puedo con los motivadores o terapeutas que dicen eso de ‘querer es poder’. No siempre es así. Mucha gente quiere y no puede, y también debemos valorar eso. No es malo no poder cuando quieras, lo intentas pero a veces no se puede”

Ese mensaje de acompañamiento, de no estar solo del todo cuando todo aprieta, es también uno de los motores del disco. “Funcionará o no el álbum, eso me da igual. Sé que después de 30 años no vamos a llegar mucho más lejos de donde estamos —ojalá me equivoque—. Pero lo que quería era que este disco llegara a gente que está sufriendo alguna patología, que se sientan identificadas o entendidas. Ese feedback sí lo hemos recibido. Gente que lo está pasando mal nos ha escrito, y aunque yo sé que no voy a curar a nadie, al menos quiero que sientan que les acompañamos”, reflexiona el cantante. 

Punk, salas y perseverancia

Con todo, lo nuevo de Malos Vicios también ha dado un salto a nivel de sonido y ha apostado por lo artesanal en su diseño, obra de Agustín Marmaneu, Kevin Álvarez y Víctor González. Y, más allá de lo emocional, también deja espacio para reflexionar sobre el momento que atraviesa la escena punk, las nuevas generaciones o la importancia -y dificultad- de seguir girando después de treinta años. 

“Cualquier sitio puede ser bueno para hacer punk si tienes actitud, herramientas y un local, pero hoy en día está difícil. Antes rodabas con una maqueta. Ahora salir a tocar, por ejemplo a Logroño, ya supone 700 euros entre sala y furgoneta”, explica el castellonense. “Queda poco espacio, pero siempre se sobrevive. Es una actitud y una forma de ver la vida. Y es que si nos quitan eso, ¿qué nos queda? No creo que con el reggaeton vayamos a cambiar el mundo, pero quizá con una buena letra sí. A mí me abrieron la mente temas de Maniática, Los Suaves, Rosendo, Leño…”

Víctor también se acuerda de las nuevas generaciones, que lo tienen -dice- más fácil en algunas cosas, pero igual de crudo en otras. “Hay gente muy buena, con más talento que yo, que saca dos canciones, hace un buen videoclip, llena en su ciudad… pero luego salen a tocar fuera, tienen tres o cuatro bolos que no funcionan y lo dejan. Y eso nos ha pasado a todos. Ahora la gente no persevera, pero tampoco lo ponen fácil: los festivales son siempre los mismos”. Aun así, defiende que si hay verdad, aún hay camino: “Si puedes tirar con ello, si lo haces de corazón y tripas, se puede. Aunque no tengas padrinos ni enchufes. Es difícil, pero se puede. Al menos hay que intentarlo”.

En su caso, pese a la falta de espacios y la ‘crisis del directo’, tiene claro el vocalista de Malos Vicios que las salas son su sitio. “Es complicado, pero es donde más a gusto me siento. Ahí viene gente que ha comprado entrada para verte a ti. No es un bolo más de fiesta, aunque los festivales también los disfruto. Pero en una sala sabes que han parado su vida dos o tres horas para escucharte. Eso genera un respeto que se contagia”. 

 

“Siempre hemos tenido claro que si hay que llorar, se llora en la furgoneta de vuelta, pero nunca antes de subir al escenario”, dice Víctor. “Ahí hay que darlo todo, da igual si hay veinte personas o trescientas”. Es una filosofía que ha sostenido a Malos Vicios durante tres décadas, en salas grandes, pequeñas, vacías o llenas. Ahora, con Pesambre recién publicado, la banda prepara una gira necesaria, pensada ciudad a ciudad, para seguir compartiendo lo que hacen con quienes todavía quieren escucharlo. “Si suena la flauta y sale algún festival, lo reinvertiremos en el proyecto y en el disco. Pero lo primero es volver al escenario y defender estas canciones”. A finales de año volverán a México a repetir una de sus mejores experiencias en vivo. 

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