CASTELLÓ. El Festival Lírico Ópera Benicàssim llega a su decimoséptima edición con un cartel en el que destaca la presencia de la soprano Yolanda Auyanet, Premio Nacional de Música 2024, quien no solo pondrá el broche de oro con la gala final ‘Joyas líricas y populares’ sino que el día 8, de manera previa al concierto, protagonizará un ensayo abierto en el que el público tendrá oportunidad de dialogar con la artista. La distinción del Ministerio de Cultura, que ha supuesto un hito en su carrera, llegó como reconocimiento a su destacada carrera internacional y su virtuosismo artístico, pero en concreto, por su aclamada interpretación del papel de Tosca en el Teatro de la Maestranza de Sevilla en 2023. Ahora le espera la plaza de Benicàssim, donde intentará captar la atención no solo de los amantes de la lírica sino del público menos experto que cada verano se acerca al teatro Francesc Tàrrega: “Solo con que una persona descubra la ópera gracias a este ciclo nos daremos por satisfechos”.

Esta soprano canaria debutó como Musetta de La bohéme en Bari a los veintitrés años, iniciando una carrera artística que afianzó en los principales teatros italianos con títulos como La traviata, Rigoletto, La bohème o Carmen, antes de acometer roles más líricos. Además, ha trabajado con los directores de orquesta Zubin Mehta, Alberto Zedda, Evelino Pidò y Daniel Oren, entre otros. Ahora la podremos ver en Benicàssim con un repertorio de ópera y zarzuela y alguna sorpresa que ha preparado para la ocasión.

— El ciclo de Benicàssim reúne a aficionados a la lírica y a público que no es habitual de estos conciertos. ¿Ha preparado un repertorio especial para la gala?

— Sí, ese es un elemento que se ha tenido en cuenta. En la gala tendremos un poco de todo porque sabemos que entre el público también habrá un poco de todo. Esperamos la asistencia de un grupo de gente heterogéneo que sigue la lírica y otro que estará porque aprovecha las vacaciones disfrutando de una velada diferente a lo que hace normalmente. En el repertorio hemos previsto ópera, zarzuela y música más popular. Esta gala está pensada para ser un poco curiosa y diferente no solo para el público sino también para los artistas. De hecho, el organizador nos pidió que incluyéramos en el repertorio alguna pieza distinta, que nos guste a nosotros especialmente y que no interpretamos de manera habitual, y en mi caso he incluido para la ocasión dos tonadillas que cantaba mi madre y que me han acompañado toda mi infancia.

—¿Por qué sigue costando acercar la lírica al público?

—Por desgracia muchas veces es por desconocimiento, porque sucede que hay personas que vienen por primera vez a escuchar una ópera, porque les han invitado o por cualquier otra casualidad, y luego se quedan enamorados de lo que ha visto. Entonces, no es que no les guste o que les parezca un rollo, sino puro desconocimiento. Ocasiones como las de Benicàssim sirven para captar seguidores. No es que busquemos hacer proselitismo, pero al final se tienen que aprovechar estas situaciones. Y en este caso con más razón, porque siendo verano y siendo Benicàssim un lugar que es tan visitado en esta época del año, es muy atractiva la oferta. Seguro que entre la gente sentada en las butacas hay seguidores de la ópera, pero digamos que solo con que una persona que no lo sea descubra gracias a este ciclo lo que es esta música lírica nos daremos por satisfechos.

— ¿En qué momento te diste cuenta de que te podías dedicar a la ópera y hacer una carrera profesional?

— En mi casa siempre se escuchó mucho este tipo de música porque mi padre amaba la lírica. Formaba parte de un coro amateur que hacía las temporadas de ópera. Yo de pequeña cantaba, pero cantaba otro tipo de géneros, como las rancheras. Nunca ópera, porque a mí aquello me parecía un rollo. Nunca me había parado a oír, y como no entendía la música que escuchaba mi padre no le ponía intención. Pero a los 14 años fui a un concierto del coro en el que mi padre cantaba y allí tuve una iluminación. Me quedé encandilada, como si no hubiese oído jamás lírica, cuando en mi casa era lo normal escucharlo a todas horas. Fue entonces cuando decidí que hacia ahí iban a ir mis estudios.

Solo con que una persona que no lo sea descubra gracias a este ciclo lo que es esta música lírica nos daremos por satisfechos

— ¿Te viste en un escenario?

— Nunca me planteé si podría ser cantante o no. Simplemente, me lancé. Siempre tuve voz, pero me puse a estudiar sin siquiera plantearme nada. Mi ilusión en ese momento era ser cantante, no pensaba en estar en todos los teatros del mundo en dos años. Como te digo, no le dí demasiadas vueltas al tema, incluso hoy en día, sigo sin haberlo pensado demasiado (risas). Lo que sí pienso son en las horas, la preparación y el estudio, pero nada más. Tengo ese punto de inconsciencia que hay que tener porque si no uno no se planta delante de mil personas. Digamos que fue todo un proceso bastante natural.

— ¿Y quién ha sido la persona que durante todo ese trayecto te han acompañado?

— El entorno es muy importante. Cuando hay personas que te acompañan y te ayudan es maravilloso, y cuando no las hay o las que hay te ponen impedimentos es más complicado. Soy afortunada porque tengo una familia que siempre me apoyó, y sigue haciéndolo. Tengo una hija con 19 años que es una maravilla en este sentido. De pequeña sufrió porque había muchas ausencias por mi parte, pero ahora lo lleva muy bien, está muy orgullosa de mi trabajo y eso es realmente importante. Y además tengo una pareja que es un ángel, un hombre maravilloso que me apoya, me ayuda y me acompaña. Este es un trabajo muy solitario e individual. Siempre estás solo. Solo ante el público, solo estudiando… Quien no canta no puede entender tantas cosas que nos suceden… Por eso lo ideal es que las personas que tenemos cerca entiendan este mundo o por lo menos que lo respeten, porque hay ocasiones en que no es así.

— Estáis solos hasta cuando estudiáis la producción que tenéis entre manos...

— No es solo la soledad física, hay que tener en cuenta que muchas veces nos vemos acompañados por la orquesta y estamos con nuestros colegas, lo verdaderamente notable es que el instrumento lo llevas dentro. Eso es algo muy particular e individual, que incluso puede alcanzar un punto egocéntrico. Entiendo que hay veces que los cantantes se vuelve un poco locos y tienen una parte narcisista. Pero es que tiene que haber un punto de narcisismo en el arte en general, porque de otra manera nunca te mostrarías ni enseñarías tu trabajo. Tenderías a quedártelo para ti. Todos los artistas que actuamos cara al público tenemos un punto de narcisismo. Lo importante es no perder el sentido de la realidad, tener los pies en la tierra. En el escenario está bien tener ese puntito narcisista pero luego fuera eres una persona normal con una vida normal. Pero siempre hay situaciones que si no eres cantante no puedes entender, como cuidarse un poco más. Cuando estás en medio de una producción, por ejemplo, no puedes salir por la noche, has de estar siempre atento a los aires acondicionados o a cualquier cuestión relacionada con la salud. Y a veces esa forma de actuar puede no entenderse. En ocasiones te piden que te relajes, como cuando estás de vacaciones, pero no puedes. Es una vida un poco particular y sacrificada.

— ¿Qué ha supuesto en tu carrera el Premio Nacional de Música que te dieron el año pasado?

— Imagínate. Es una responsabilidad y un honor.  Y una sorpresa increíble. Estoy muy agradecida que hayan reconocido mi trayectoria y mi trabajo. No te puedes imaginar la alegría que ha sido para mí.

El premio nacional ha sido un gran hito, un gran momento en mi carrera

— ¿Te ayudó a disipar las dudas que a veces genera una carrera profesional como la tuya?

— Exactamente. A lo largo de la vida van apareciendo muchísimas dudas. Si tienes un mínimo de autocrítica, siempre surgen, sin olvidar los imprevistos que te pone la vida por adelante o posiciones que hay que tomar y que te obligan a pensar qué hago, sigo o no sigo. Un premio así te demuestra que no te has equivocado todos estos años. El premio nacional ha sido un gran hito, un gran momento en mi carrera.

— ¿Hay algún aria de tu repertorio con la que disfrutes especialmente? ¿Quizá los dos temas que comentas que has incluido para la cita de Benicàssim?

— Las dos canciones de las que hablaba al principio son dos piezas que no interpreto habitualmente. Desde bien jovencita no las he cantado y probablemente no lo volveré a hacer. Las llevo al repertorio de Benicàssim, porque es una ocasión muy especial por cómo me planteó Roberto Turlo el sentido de esta gala. De hecho las canto con voz natural, voz no lírica. Pero en mi repertorio destaco ‘Casta diva’, de Norma, que pese a la dificultad que tiene me da mucha satisfacción cantarla.

— La ‘Casta diva’ será una buena ocasión para meterte al público de Benicàssim en el bolsillo.

— Totalmente. Es una obra bastante conocida, seguramente gracias a la Callas y a la publicidad, y seguro que la gente lo apreciará. Yo con todas las arias lo paso bien, pero con ‘Casta diva’ más. 

— Es que estamos más familiarizados con la ópera de lo que imaginamos, y esta aria es ejemplo de ello.

— Tienes razón. Es más, en Benicàssim cantaré ‘La mamma morta’ de la ópera de Giordano, Andrea Chénier, y es el aria que suena en la película Philadelphia de Tom Hanks y Denzel Washington durante la escena con el gotero, tan famosa y emotiva. Seguro que al público le va a sonar. Porque al final la gente está más familiarizada con la lírica de lo que piensa. Animo a la gente a que venga al ciclo de Benicàssim porque será una ocasión para oír un poco de todo.