VALÈNCIA. “La especie humana ha vivido tres grandes revoluciones. La primera fue la agrícola, en el Neolítico, con la introducción del arado y donde el poder lo daba tener tierra. La segunda es la Revolución Industrial, en el siglo XVIII, que se caracterizó por la mecanización de la producción y la aparición de nuevas tecnologías como la máquina del vapor y donde el poder lo daba el dinero, de aquí el capitalismo. La tercera es la Revolución Digital, que es la que estamos viviendo ahora y donde el poder lo da el dato”. La explicación corresponde a Luis Martín, cofundador de Arribes Enlightment, empresa que opera en el sector aeroespacial.
Cualquier empresa actual a poco que se mueva en el entorno digital dispone de muchísimos datos de sus clientes que antes no tenía. Puede que aún no hayan aprendido a sacarles provecho. Da igual, el consejo de Luis Martín es “acumular datos, aunque no sepas para qué. Ya sabrás en el futuro si puedes hacer algo con ellos”. Dicho así queda claro que todos los datos, sean del tipo que sean, hay que considerarlos valiosos, en y por sí mismos porque a un uso primario podría seguirle otro secundario.
Los que sí parecen conocer muy bien el potencial de los datos, aunque no figure en el core del negocio, son compañías de la talla de Google, Amazon, Booking, Uber, Netflix y muchas otras que hoy lideran el mercado mundial en sus respectivo sectores.
La excusa es mejorar la experiencia de usuario, personalizar productos y servicios, acertar en las recomendaciones u optimizar sus campañas de marketing, pero a nadie se le escapa ya que compañías como las citadas han encontrado un filón en la explotación de los datos de sus usuarios que utilizan para captar campañas de publicidad dirigidas, vender informes o, en el peor de los casos, vender sus datos. Valga como ejemplo el escándalo de Cambridge Analytica, especializada en la recopilación y en el análisis de datos para la creación de campañas publicitarias y políticas en la que se vio involucrada Facebook, hoy Meta.
La IA como tecnología vehicular
Pero, más allá del dato como materia prima, entiende Borja Cabezón, consejero delegado de Enisa, que es la inteligencia artificial “la que está marcando el paso de la revolución que estamos viviendo. En un momento en el que hemos generado una ingente cantidad de datos, la clave va a estar en la inteligencia artificial para su aprovechamiento, de la misma manera que la inteligencia emocional va a transformar la gestión de los equipos”.

- Borja Cabezón, consejero delegado de Enisa.
Cierto que esa inmensa generación de datos, incluidos los personales, en el entorno digital ha sido crucial para el desarrollo de la IA aplicando las matemáticas para poder inferir probabilidades, pero ahora le devuelve el favor con creces con una capacidad bestial para transformar todas las industrias. Un ejemplo que refiere Luis Martín sin querer facilitar el nombre de la empresa corresponde a una multinacional automovilística que, gracias al cruce de los datos extraídos de los navegadores, ha desarrollado una solución de IA que permite vender a los conductores publicidad al atravesar determinados puntos conflictivos atendiendo, incluso, a factores de seguridad vial.
Manantial de innovación
También a través de tecnología avanzada y soluciones basadas en el análisis de datos, Next Mobility, empresa especializada en soluciones de movilidad inteligente y sostenible, ha creado un ecosistema de productos diseñados para optimizar la eficiencia, reducir costes y minimizar el impacto ambiental en la gestión de flotas y la movilidad urbana. La empresa se enfoca a la conducción autónoma para vehículos que “no solo transportan, sino que piensan, analizan el entorno y responden de manera eficiente a cada situación”.
En la empresa de bioinformática Sequientia Biotech, por su parte, han encontrado en la integración de los datos procedentes de las disciplinas ómicas -ciencias que estudian los componentes de los organismos vivos, como los genes, las proteínas o los metabolitos- un activo muy valioso y una gran oportunidad para el desarrollo de tecnología y algoritmos propios de bioestadística que aplican a ámbitos tan diversos como la biomedicina, la industria agroalimentaria o la investigación. Por poner un ejemplo de lo que son capaces de hacer, han creado una plataforma que detecta la presencia de patógenos en los alimentos.
Los casos referidos sirven como prueba de que los datos pueden ser reutilizados de manera inteligente y convertirse, también, en manantial de innovación y creación de productos y servicios nuevos.
Otros ‘ferrocarriles’
Sin embargo, no todos apuntan al dato como la locomotora de la revolución actual. Alberto Nieto, responsable de operaciones de Aurea Avionics, identifica dos industrias que, a su juicio, están llamadas a liderar el cambio. Una es la robótica y otra es todo lo no tripulado, es decir, los drones, mercado en el que ellos operan.
“Vemos que con el desarrollo tecnológico hay determinadas aplicaciones que han ido democratizándose. Lo que antes era únicamente accesible a grandes corporaciones hoy se ha extendido, digamos, al mercado civil. Drones, robótica y new space son, desde mi punto de vista, sectores que tienen mucho que decir en la nueva era”, afirma.