CASTELLÓ. Hay un dicho popular en la capital de la Plana para cuando hay tormenta: "pareix que Sant Pere està canviant els mobles de lloc". Pues bien, da la sensación de que este sábado al patrón le dio por hacer la mudanza entera porque desde bien entrada la mañana del sábado, todo el mundo miraba al cielo.
Después de dos años sin fiestas de la Magdalena, el mal tiempo era una nimiedad. "Açó són cuatre gotes" era el lema más repetido ayer por todos lo que tenían ganas de fiesta. Unas ganas con 24 meses de espera que ayer no se pudieron contener y anegaron las calles. Desde primera hora las carpas ubicadas en la capital tiraron de música y la decisión de los castellonenses fue unánime: salir a vivir la fiesta.
Eso sí, este año la gente cambió la tradicional 'brusa' por un chubasquero, que por cierto era muy complicado de encontrar en las tiendas, y pertrechados con paraguas y botas de agua la primera jornada de Magdalena, sí o sí, se tenia que celebrar.
Cortes en las calles, dificultad para aparcar -más aún por la lluvia- y... 'de la vespra, la festa'. El día arrancó con la recepción de autoridades en la plaza Mayor y la primera mascletà, que vivió una pequeña interrupción, para que la comitiva oficial pudiera llegar y disparar la mecha, como manda la tradición. Eso es un privilegio de las reinas, Carmen Molina y Gal.la Calvo, que no pudieron ocultar la emoción mientras asistían al espectáculo de la alicantina Hermanos Sirvent.
Y la fiesta seguía. El 'esmorçar', los ximos... y el carajillo. Además, puntos neurálgicos como Borrull o Las Aulas y María Agustina estaban a rebosar de gente de Castelló y de los pueblos que querían rememorar la Magdalena de siempre, querían volver a la vieja normalidad que les ha arrebatado la pandemia. Del 'anem anem' a Rosalía. La coincidencia, además, del primer sábado con el festivo de Sant Josep hizo que hubiera más gente, si cabe.