CASTELLÓ. Quedan muy pocas zonas en la Tierra donde los cielos estén realmente oscuros. Un estudio alertaba en 2016 que solo el 40 por ciento de la población europea puede ver la Vía Láctea a causa de la contaminación lumínica. Pero esta cifra se reducía aún más en España, donde ni siquiera un cinco por ciento de la población vive en zonas de baja contaminación. Así lo alertaba por entonces el equipo de investigadores del ISTIL (Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica), y así lo alertan hoy numerosos científicos.
La contaminación lumínica sigue estando aquí. Pese a su impacto negativo en el medio ambiente, en la fauna y, también, en los seres humanos, es un problema que no desaparece. Solo hay que salir una noche de casa para comprobarlo.
En Rompiendo las sombras, Néstor Gil retrata varias noches en l'Alcora. Unas noches, donde, no solo el interior del municipio queda iluminado cuando el sol ya no está, sino también en sus exteriores permanece un "manto blanquecino" que nos impide apreciar la oscuridad. "Vemos normal que sin la luna se pueda andar, porque somos diurnos. Nos sentimos seguros con la luz y nos asusta e inquieta la oscuridad. Por eso, entendemos que las calles han de estar iluminadas durante todo el día por seguridad. Sin embargo, esto ha hecho que nuestros paisajes nocturnos se hayan transformado. La dificultad por controlar la iluminación artificial ha provocado su intrusión en nuestras vidas y ha invadido espacios para los que no estaba destinada", expone Gil, quien sobre este tema ha centrado su primera exposición fotográfica.
Del 21 al 29 de agosto, el alcorino mostrará en la sala de exposiciones de la Caixa Rural de l'Alcora un documento visual que reflexiona sobre cómo la noche, con todo lo que esto significa, ha desaparecido de nuestras vidas al no poder frenar la contaminación lumínica.
Un exceso que parece no tener fin
Siempre le ha gustado a Néstor Gil retratar la noche. Es entre las doce de la noche y la una de madrugada cuando sale a capturarla. "Se genera un diálogo inevitable entre el exterior, ella y yo", asegura. Lejos de provocarle intranquilidad, al alcorino le ha transmitido mucha calma. Por eso, fruto de esa conexión, ha sido capaz de retratar los excesos que se generan por la luz desaprovechada. "Lo que se observa durante la noche es que hay mucha iluminación con una intensidad muy fuerte y también mucha cantidad de luces. Es un problema que desde finales de los 70 se está tratando de arreglar pero no se ha logrado atajar", agrega.
En Rompiendo las sombras, el fotógrafo muestra el impacto que la luz tiene sobre un municipio pequeño como l'Alcora, pero su objetivo es continuar retratando más pueblos de l'Alcalatén como forma de concienciación.