Ya lo he dicho en alguna ocasión, pero desgraciadamente la polarización hace que esta idiosincrasia patria se agrave en nuestros fueros y se exporte al resto del globo: nuestra sociedad tiene el encefalograma plano. Algunos piensan que cuando digo esto me estoy refiriendo a la idiotización de las personas, sin embargo, me refiero a que nuestro raciocinio se ve nublado por la visión de unas gafas graduadas por las dioptrías de la ideología. Eso provoca que tengamos una doble vara de medir sobre la realidad que nos rodea. Cuando uno de los nuestros hace algo malo lo justificamos o lo relativizamos, en cambio, en el momento que el sector de la otra trinchera infinita de la polarización hace lo mismo que los nuestros no tenemos piedad. Esta división social contaminada de politización afecta hasta a las mentes más lúcidas. Un día un conocido, observando unos libros de un stand de una librería, me miró y me dijo  "estos precisamente no son de los tuyos", me dieron ganas de preguntarle cuáles eran los míos exactamente.

El caso es que me llama mucho la atención que los que están movilizándose contra Carlos Mazón no lo están haciendo contra la corrupción de algunos sectores del gobierno de Pedro Sánchez. Igual de grave es no estar ocupando el puesto que se te presupone como máxima autoridad de una Comunidad Autónoma que presuntamente beneficiarte dineraria y lujuriosamente de tu posición de poder; ambos vicios nacen de un endiosamiento parecido al que ostentan los sacerdotes con su profundo clericalismo que les hace creerse por encima de sus fieles. Nuestros dirigentes dan la impresión de que presumen de su posición privilegiada, se saben superiores a la prole, por eso hasta en las fiestas patronales como en las Fallas o las Hogueras tienen sitios destacados amantelados y enmoquetados. Resulta curioso que, en mi etapa en política, y eso que Ciudadanos ejercía como una especie de adalid de la casta bipartidista, casi nadie secundaba mis populistas teorías sobre la clase superior dirigente.

Mientras escribo este artículo y echo un vistazo en el móvil a Instagram me encuentro que una de las líderes de Podemos en la Comunitat Valenciana ha subido una storie en la que comparte la convocatoria a una marcha pro-palestina; todo es loable por lo que movilizarse menos para criticar la presunta corrupción en el gobierno de Sánchez. Podría entender que Compromís no lo hiciera, que tampoco lo entiendo, pero se puede permitir cierto decoro o lealtad societaria. Sin embargo, no alcanzo a comprender que Podemos no organice un rodea el Congreso o algo parecido mientras no dejan de encabezar las movilizaciones contra Carlos Mazón. Ven más prioritario salir a la calle con una convocatoria contra Israel en la que el cartel convocante ilustra a una mujer palestina con el velo; ahora resulta que tapar los atributos femeninos es progresista, feminista y evocación de la libertad. Nos toman el pelo. Se quieren erigir como alternativa, pero en realidad son igual que todos, sólo les interesa su causita, una por la que venderían hasta su madre. Son tan rígidos, su ideario está fundamentado en unos principios tan volubles que en realidad no tienen principios, sólo viven de consignas panfletarias.

Ahora en serio, ¿cuándo es la manifestación contra la presunta corrupción del gobierno de Pedro Sánchez?