Opinión

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¿Qué razones tiene la gente que defiende a Trump?

Publicado: 13/04/2025 ·06:00
Actualizado: 13/04/2025 · 20:57
  • Daniel Lacalle y Jorge Dezcallar.
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La semana ha sido frenética encuanto a política comercial exterior se refiere. Hemos asistido a todo un (lamentable) espectáculo de aranceles, animado por el sinpar presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y las reacciones de China. Y como consecuencia un carrusel de subidas y bajadas de la bolsa como hacía tiempo que no conocíamos y unas pérdidas brutales. El tiempo dirá si las cosas vuelven a su sitio y cuándo. Creo que existe un consenso generalizado en que las decisiones de la 'Administración Trump' no son buenas para los equilibrios del comercio internacional y que rompe los consensos que había desde la Segunda Guerra Mundial. Y que la gran perjudicada puede ser la Unión Europea y los propios vecinos de EEUU, como Canadá o Mexico, entre otros.

Es difícil aplicar raciocionio a la decisiones del presidente americano, que, como en el mandato anterior, demuestra que es imprevisible y gobierna a golpe de timón. Lo acabamos de ver ahora: en menos de una semana ha aplicado diferentes porcentajes de aranceles, en función de cada país o región, y a los días, ha apliacdo una pausa de 90 días, sin retirar los gravámenes mínimos.

De todo esto lo cuesta creer a veces son los argumentos de aquellos que defienden las políticas de Trump. Sobre todo, porque las políticas de Trump van contra la Unión Europea, y contra España. Pero, pese a ello, tiene defensores, sin disociar que la soluciones que pueda aplicar el presidente americano para solventar un problema interno -exceso de deuda pública y, además, crecimiento del PIB a base de endeudamiento, como se ha apuntado- deba traducirse en un terremoto internacional con múltiples daños colaterales. Y, además, aprovechar la coyuntura para denostar las políticas de la Unión Europea de los últimos años -las denominadas políticas verdes que ahora Carlos Mazón ha descubierto que son dañinas tras su pacto con Vox- o arremeter por la política fiscal de Pedro Sánchez.

Recientemente, he asistido a charlas o diálogos de analistas que defienden a Trump. Marcos de Quinto estuvo hace poco en el Cámara Business Club; y esta semana, Daniel Lacalle y Jorge Dezcallar mantuvieron un intereseante diálogo sobre el fenómeno Trump en el que el economista defendió al presidente norteamericano, mientras que el diplomático lo responsabilizó de acabar con el orden mundial surgido desde 1945. Tanto De Quinto (ex diputado de Ciudadanos) como Lacalle (ex diputado del PP con Pablo Casado) defendieron la política de aranceles de Trump como medida para hacer frente a la etapa del presidente ausente John Biden -como allí lo llamaron- y el aumento de la deuda pública, además de para reequilibrar el déficit comercial que aglutina EEUU. Uno puede entender esos argumentos, incluso que el gobierno de una nación revise su política arancelaria -allí mismo se recordó que Obama también lo hizo-, pero la pregunta es: ¿hasta el punto de provocar una guerra comercial a nivel mundial? ¿hasta el punto de generar un tsunamí en las bolsas y generar pérdidas elevadísimas?

  • Marcos de Quinto. -

Puestos a entender, uno puede hasta entender las críticas a la política de la Unión Europea de los últimos: por ser muy regulatoria, por ser muy ecologista, por ser muy laxa en los acuerdos internacionales de ganadería o agricultura....Pero ¿hasta el punto de aplaudir a Trump porque hace lo que, en su opinión, debería hacer la Unión Europea? ¿O de admirar a Trump porque la responsable de las políticas de Bruselas está la ultraizquierda, según denuncian? Da la sensación de que los argumentos a favor del presidente americano son la excusa contra otras políticas. Lo que más extraña a veces es la reacción en caliente que eso genera: muchos empresarios aplauden al calor de esos argumentos, pero después cuando llegan a la oficina se dan cuenta de que ahora vender en Estados Unidos es más caro, o que sus materias primas han subido de precio porque la discrecionalidad de Trump así lo ha querido.

También hay que reconocer que no todo en la política de Trump ha tenido consecuencias negativas: ha generado una reacción. Y eso siempre debería ser bueno. Lo apuntó Delacalle, en el ámbito económico, y Dezcallar, en lo político. Las políticas del nuevo inquilino de la Casa Blanca deben servir para que la Unión Europea espabile y reaccione (cada cual que estime en qué dirección debe ser), y que además aumente el uso de la tecnología en el mundo empresarial para que éste sea más eficiente. Como dijo el ex diputado del PP, no puede ser que una empresa de transporte española use todavía el excel o las notas a bolígrafo para hacer las rutas. En lo política, no hay otra: una única voz en la UE para hacer frente al nuevo orden mundial, como defendió el diplomático. 

Con el tiempo veremos las consecuencias de todo. Lo veremos en las exportaciones; en el aumento de precios y, posiblemente, de los costes. Pero mientras, modestamente, creo que ese aplauso a Trump, que lo hay en la base social, debería ser comedido, al menos, entre los empresarios, sencillamente, porque es contradictorio. Uno puede discrepar de las políticas de Pedro Sánchez, que seguro que una mayoría lo hace; uno puede estar en contra de determinadas políticas verdes de la Unión Europea, pero no creo que problemas internos de EEUU o el cambio de sus políticas debamos pagarlo el resto del mundo, especialmente los europeos, y particularmente las empresas españolas. Creo que se puede discrepar de todo, y se debe diferenciar. A Trump a los europeos solo nos puede traer una cosa: que actuemos unidos, que no es poco, pues somos 27 países. Las razones de Trump son difíciles de compartir sobre todo porque no son las 'soluciones' de Europa. Más bien al contrario. Hay que tener la suficiente madurez para discernir. Después, cada cual, que actúe como quiera (y en consecuencia).

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