SALUD Y VIDA

Más de seis décadas de Cáritas en Castellón: orígenes, crisis y el problema de la vivienda actual

La entidad, nacida en 1957, advierte que la vivienda y la cronificación de la pobreza son los grandes retos actuales

  • Acto de agradecimiento a empresas e instituciones colaboradoras en el CEU Cardenal Herrera de Castellón
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CASTELLÓ. Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ya cuenta con más de 65 años de presencia en la provincia. El pasado viernes, la organización celebró en el CEU Cardenal Herrera de Castellón un acto de agradecimiento a empresas e instituciones colaboradoras, centrado especialmente en la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión.

Según explica Marisa Vilarroig, responsable del departamento de Comunicación y Sensibilización de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, la organización ha pasado de centrarse casi exclusivamente en la asistencia inmediata a desarrollar "una intervención más integral, en la que no solo se cubren urgencias, sino que se acompaña a las personas en procesos largos y complejos".

La entidad, que nació oficialmente en 1957 ligada a la diócesis de Segorbe, comenzó atendiendo necesidades básicas —alimentos, ropa y asistencia directa— y hoy trabaja en ámbitos como la vivienda, el empleo, la salud mental o la exclusión social.

Estructura actual de Cáritas

Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón trabaja a través de 74 Cáritas parroquiales, que permiten acompañar cada año a más de 28.000 personas. Su estructura se apoya en 799 personas voluntarias, 2.024 donantes y 139 profesionales repartidos entre la sede diocesana, las interparroquiales y las entidades vinculadas.

El sostenimiento económico procede de un modelo mixto: las aportaciones privadas representan el 42% del presupuesto —unos 3 millones de euros—, mientras que las ayudas públicas suponen el 58%, alrededor de 4,2 millones, procedentes de administraciones de todos los niveles.

De la urgencia a la promoción social

Durante sus primeros años, la actuación de Cáritas fue únicamente asistencial. La entidad trabajaba con comedores sociales, residencias para personas mayores, hacía repartos de ropa y realizaba ayudas directas a familias sin recursos.

Con el paso del tiempo, se consolidaron "estructuras parroquiales e interparroquiales que permitieron una mayor coordinación en toda la provincia" y dieron lugar a "proyectos estables de acompañamiento y orientación social". La entidad fue incorporando progresivamente programas de formación, apoyo económico puntual y seguimiento personalizado.

Esos primeros años marcaron la identidad de Cáritas: "un equilibrio entre la ayuda inmediata y la promoción de la dignidad, construyendo una red que no solo daba recursos, sino que también acompañaba a las personas en su camino hacia una vida más estable y segura".

Las crisis marcaron un punto de inflexión

La crisis económica de 2008 supuso un antes y un después. Aumentó el número de familias que acudían por primera vez a pedir ayuda y cambió el perfil de las personas atendidas. Hogares con todos sus miembros en paro, trabajadores pobres y personas endeudadas comenzaron a ser el epicentro de la atencion social que ofrecía Cáritas.

La pandemia de la COVID-19 también supuso un desafío enorme . A las dificultades económicas se sumaron problemas de salud mental, aislamiento y situaciones de soledad no deseada, especialmente entre personas mayores. Según Marisa, "la pandemia hizo visible una pobreza que ya existía, pero que se intensificó", .

La vivienda, el gran problema actual

Si hay un factor que destaca en el actual mapa de la exclusión es la vivienda. La constante subida de precio del alquiler, la escasez de vivienda pública y la inestabilidad laboral han provocado que cada vez más familias vivan en situaciones precarias: pisos compartidos, habitaciones sin condiciones o directamente en la calle.

“Para nosotros, la vivienda no es solo un techo, es dignidad y estabilidad”, subraya la responsable de comunicación de Cáritas. Sin una vivienda estable, es muy difícil que una persona pueda rehacer su vida, mantener un empleo o construir una rutina diaria con cierta normalidad, ya que la falta de un hogar acaba afectando también a la salud, a las relaciones personales y a la propia estabilidad emocional.

Desde la entidad alertan de que la falta de vivienda no es solo un problema social, sino también el origen de otros conflictos vinculados a la salud mental, al fracaso laboral o a la ruptura familiar.

Mirada al futuro

Entre los principales retos que afronta Cáritas en los próximos años destaca "la cronificación de la pobreza". Situaciones que antes eran temporales se han convertido ahora en permanentes. A ello se suman "la precariedad laboral, la brecha digital, la pobreza heredada y la situación de especial vulnerabilidad de colectivos como jóvenes, mujeres monoparentales y personas migrantes".

Cáritas insiste en que la respuesta "no puede ser solo asistencial" y reclama "políticas públicas centradas en el acceso a una vivienda digna y al empleo estable". Mientras tanto, la entidad continuará reforzando su red de voluntariado y colaboración empresarial como una de las palancas para sostener su actividad.

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