SALUD Y VIDA

Trabajadoras sociales apelan a los avances en igualdad, libertad y derechos

Por el Día Internacional del Orgullo, reivindican un equilibrio entre leyes y educación

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CASTELLÓ. "Hay motivos para celebrar", pero también para seguir reivindicando, porque el camino es largo. En ello coinciden Mirian Espinosa y Andrea De Ángel, trabajadoras sociales especializadas en salud mental y en diversidad sexual y de género.

A 24 horas para el Día Internacional del Orgullo, que se celebra este 28 de junio, apelan a los avances en igualdad, libertad y derechos para el colectivo, pero también a los retos y desafíos que persisten en cada uno de estos eslabones, y que se reflejan en la discriminación, por ejemplo, en el acceso al empleo o la sanidad.

No pierden de vista que el reconocimiento de derechos "está siendo acompañado, sin embargo, de una ola de odio que no sólo amenaza al colectivo LGTBI, sino a los principios fundamentales de la democracia". Urgen por ello un equilibrio entre leyes y educación, y abrir la mirada hacia esas otras muchas personas del colectivo a las que "hay que llegar, reconocer y acompañar".

Personas LGTBI con discapacidad, mayores, con enfermedad mental, jóvenes trans o que habitan en zonas rurales. Y aquellas que sufren soledad no
deseada, con el extra de vulnerabilidad que ello conlleva. También reclaman más formación en diversidad sexual y de género dentro del trabajo social, para saber dar respuestas y garantizar entornos de intervención seguros, inclusivos y libres de discriminación.

"El Día del Orgullo es un acto de valentía y resistencia; se ha avanzado en derechos para el colectivo LGTBIQ+, pero aún estamos lejos de ser orgullosamente libres", indican. "Nos manifestamos contra las discriminaciones y la violencia diaria que atraviesa nuestro colectivo, contra los asesinatos a las personas trans, especialmente a las mujeres trans, y contra la marginación que este sistema impone, relegándonos a espacios precarios y reducidos", añaden.

Con motivo de la jornada de este 28 de junio, ambas hacen parada en todas esas otras personas del colectivo LGTBI a las que "falta llegar, reconocer y acompañar". Personas LGTBI con discapacidad, sin redes de apoyo, "a quienes se les niega incluso el derecho a una vida afectiva y sexual plena",
denuncian.

También a las personas mayores LGTBI, "que han vivido décadas de represión, ocultando su identidad, su historia, o con quién comparten sus vidas" o aquellas con diagnósticos de enfermedad mental, "a quienes se les cuestiona su capacidad para decidir sobre sus propios cuerpos y deseos".

Importancia de la salud mental

Sobre ello, sobre salud mental, Mirian Espinosa indica que desde las Unidades de Salud Mental en las que ha desarrollado buena parte de su trayectoria "atendemos a mucha población LGTBI. Es importante subrayar que las identidades LGTBI no constituyen en sí mismas un factor de riesgo para la salud mental. Sin embargo, la discriminación, el estigma y la exclusión social a las que muchas de estas personas se ven expuestas sí pueden actuar como desencadenantes o agravantes de distintos trastornos psicológicos".

Ambas recuerdan también que las personas jóvenes LGTBI constituyen uno de los grupos con mayor riesgo de sufrir discriminación, en concreto las jóvenes trans. "Esta vulnerabilidad responde, en parte, a su etapa vital. La experiencia de discriminación, rechazo o invisibilización, incrementa significativamente el riesgo de desarrollar problemas de salud mental. La exposición constante a mensajes negativos sobre la propia identidad puede derivar en ansiedad, depresión o conductas de aislamiento entre otras consecuencias", apostillan.

Por ello, dicen, "resultan urgentes las políticas de prevención, así como garantizar espacios seguros y de apoyo para la juventud LGTBI, tanto en el ámbito educativo como en el comunitario y sanitario".

Persisten, además, "barreras en el acceso al empleo y en otros ámbitos de la vida, como el sanitario. En definitiva, queda mucho por hacer. Y estas personas no pueden seguir eternamente esperando su momento", alertan ambas trabajadoras sociales.

Muestran también su preocupación por los casos de soledad no deseada, presente en todas las franjas de edad, que observan a diario en consulta. Una situación que a una persona del colectivo "le hace aún más vulnerable".

"Es una demanda la necesidad de establecer vínculos, de conocer a otras personas LGTBI, con quienes compartir, con quienes poder identificarse, con quienes poder expresarse con libertad", explica, por su parte, Andrea De Ángel.

Personas del colectivo que viven en municipios rurales

"En la provincia de Castellón se agudiza cuando hablamos de personas que viven en municipios rurales con poblaciones inferiores a los 6.000 habitantes, alejados de la urbe y cuya red de transporte es un fracaso. En este sentido, se deben implantar medidas desde distintos enfoques políticos, ya que estamos hablando de una carencia en la oferta de espacios de ocio públicos y gratuitos, una red de transporte deficitaria y otras cuestiones, como una tendencia al individualismo", añade.

"No lograremos alcanzar el objetivo de ser orgullosamente libres si sigue habiendo personas que sufren discriminación. Es necesaria una igualdad real y efectiva", afirman. Y una educación sólida en valores de igualdad, respeto y convivencia que complemente la acción legal.

En este sentido, advierten que la legislación “con un enfoque principalmente punitivo no ha logrado erradicar los delitos de odio ni la violencia en general. Si bien sancionar estos actos es necesario y tiene un impacto directo, resulta evidente que no es suficiente por sí solo”.

Formación en diversidad sexual y de género

Por último, apelan a la necesidad de formación en diversidad sexual y de género dentro del Trabajo Social, "porque las trabajadoras sociales estamos en las principales instituciones públicas de cara a las personas, aportando una visión holística. Muchas de estas personas son LGTBI o familiares. Es
importante saber dar una respuesta adecuada a la situación".

Y reclaman poner en valor su figura profesional en la intervención con el colectivo LGTBI, "que al psiquiatrizarse casi por completo, ha dejado al margen a profesionales de lo social, impidiendo esa visión holística del individuo. Si comprendemos que el sufrimiento del colectivo LGTBI parte de la discriminación y las vivencias de rechazo, debemos enfocarnos en que estamos tratando de una cuestión colectiva, una cuestión social".

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