Este hombre que aparece en la foto es Sergio Godoy, acompañado de su madre visitan València estos días. Este hombre marcó mi vida de alguna manera. Puedo decir que me ayudó a tener otra mirada, otra actitud y otra lectura ante la vida. Este hombre al que estaré eternamente agradecida fundó hace 20 años Ciudad Esperanza en Cobán, Guatemala.
Hace casi 20 años que Sergio Godoy entró en mi vida de alguna manera. Le conocí en Cobán, Guatemala, cuando en 2005 me marché a conocer mundo y llegué hasta el municipio que acoge Ciudad Esperanza. El proyecto que fundó y que comenzó como pudo en su día que ha conseguido transformar las vidas de muchas personas que han pasado por ahí.
Sergio Godoy me enseñó el proyecto y sin darse cuenta puso su granito de arena en un momento importante de mi vida. Esa semilla que floreció con los años e hizo que me dedicara durante 20 años al Tercer Sector. Es una de las personas a las que estaré eternamente agradecida por haber colaborado en redirigir mi vida hacia donde está en estos momentos. El Padre Sergio como se le conoce en Cobán, Guatemala, está al frente de un proyecto muy especial llamado Ciudad Esperanza.
Un proyecto que recomiendo conozcan. Un proyecto que ha cambiado la vida de muchas personas, especialmente niños y niñas y sus familias que habitan y construyen sus hogares en torno, y gracias, al vertedero de Cobán. Un lugar que lo recuerdo como si fuera ayer. Esa fotografía terrible, esa estampa que no olvidaré jamás.
Recuerdo como si fuera ayer esas niñas y los niños jugando en la basura y de sus familias construyendo sus hogares en torno a una montaña de basura con buitres sobrevolándolo y perros hambrientos y sarnosos merodeando en un ambiente dantesco y con un olor que jamás olvidaré. Como tampoco olvidaré aquella frase que se quedó tatuada en mi mente y , sobre todo en mi corazón, a fuego y que me dijo una vez me subió a lo alto de esa montaña de basura, el origen de una ciudad llamada Esperanza.
Sobre esa montaña de basura me dijo la frase célebre que siempre me gusta recordar al estilo “Lo que el viento se llevó”: “Una vez llegas hasta aquí, jamás vuelves a ver la vida con otros ojos”.
Cuando recuerdo ese momento y esa frase me viene un azote de nostalgia tremendo. Ayer justo se lo contaba a su madre, Cándida Violeta Peláez Morales de Godoy que está acompañando a su hijo en este viaje por València, por España, por Europa. Una mujer de casi 90 años entrañable y que me ha robado el corazón como no podía ser de otra manera. Nos ponemos a hablar y su mente vuelve hacia atrás. Recuerda con nostalgia también los inicios de su hijo y cómo comenzó a levantar lo que hoy se conoce como Ciudad Esperanza.
Nunca ha estado implicada directamente pero siempre ha estado ahí. Gracias a Cándida nunca faltaba comida en la Casa Hogar de Ciudad Esperanza donde dormían y vivían algunos de los y las niñas de las zonas rurales que no pueden volver a sus casas si quieren estudiar.
Cándida siempre ha estado al lado de su hijo. Siempre le ha apoyado desde un segundo plano desde el mismo instante que decidió ordenarse sacerdote con la oposición de su padre durante años. La madre de Sergio Godoy sabía que era una persona especial, ya se lo dijeron las Madres de la Asunción donde estudió de niño, pero en aquel entonces ella no lo entendió. La decisión de Sergio de ordenarse sacerdote no tuvo que ser nada fácil.
Su padre siempre quiso que, como hijo mayor y varón que era, se encargara de dirigir la empresa familiar. El Padre Sergio lo intentó para agradar a su padre. Estudió periodismo y después de formarse en el seminario, estuvo un año trabajando en la empresa familiar para darse cuenta y confirmar que lo suyo era otra cosa, su vida la iba a dedicar a ayudar a las personas que más lo necesitaban. Y con ese lema de caridad y con un espíritu religioso inició su camino que hoy le lleva a estar al frente de Ciudad Esperanza . Una decisión con la que el padre de Sergio se reconcilió cuando vio la felicidad de su hijo al levantar Ciudad Esperanza.
Ciudad de la Esperanza es una comunidad que desde 2003 y con un grupo de 15 chavales del vertedero comenzó su andadura gracias a un balón de futbol. Jugar al futbol con ellos en el vertedero de Cobán es lo que hizo que el Padre Sergio entrara en sus hogares y en sus vidas y comenzara a trabajar con las familias la educación como herramienta de desarrollo.
Actualmente son 411 niños y niñas que este curso escolar han pasado este año por la escuela de Ciudad Esperanza desde infantil a bachillerato y han recibido una atención integral según sus necesidades.
Con una plantilla de trabajadores locales de 38 personas trabajan el acceso a la educación, la atención sanitaria y psicológica, la seguridad alimentaria, los derechos humanos y atención a las víctimas de violencia, etc. En definitiva una atención integral a personas que lo necesitan. Todavía queda mucho por hacer. El Padre Sergio habla de tener un laboratorio de ciencias, una pequeña escuela de arte pues se elimino la asignatura de experiencia artística del currículum educativo en el país, fortalecer el departamento de atención a la victima de genero física y sexual, construir un par de módulos mas de aulas para reforzar los tres años de infantil y tres años de primaria.
A día de hoy el Padre Sergio se siente liberado, orgulloso y satisfecho del trabajo realizado durante 20 años. Está en una etapa de búsqueda de nuevos horizontes que se esta manifestando a través del activismo social.
El tiempo y el trabajo le ha dado al Padre Sergio un perfil para ejercer un liderazgo en su sociedad para mover a la gente y comprometerla los DDHH y las libertades del pueblo especialmente de los mas pobres.
Actualmente desarrolla un papel más activo socialmente. Sin esperarlo y sin buscarlo se ha convertido en un referente. Un trabajo que hace a través de redes sociales y a través del acompañamiento de una agrupación en su región que surgió hace un par de meses en el contexto del golpe de estado.
Lo que mas le preocupa al Padre Sergio de su país, de Guatemala es el problema de democracia. Desde hace 70 años han tenido y sufrido gobierno autoritarios de corte militar, algunos con fachada de democracia, pero supeditados a los intereses de las grandes familias de Guatemala. Recuerda que hay 8 fortunas grandes históricas en Guatemala al margen de los narcotraficantes o empresarios nuevos. Estas familias históricas son descendientes de los criollos que lograron la independencia del país. Esta independencia no respondió a los ideales de emancipación políticas a favor de las clases dominadas, sino a los intereses económicas de las familias criollas de principios del siglo XIX. Un interés que, denuncia, todavía sigue. Hubo momentos que emergieron otras clases sociales como la clase media, los mestizos, pero nunca los pueblos indígenas que siempre han sido en su mayoría los desfavorecidos.
El Padre Sergio esta estos días en València, no es la primera vez que viene. Ya lo hizo cuando vino a presentar su libro “Una montaña de basura”. Pero ahora está en València en un viaje muy especial, con su madre. Un viaje esperado, deseado y soñado. Un sueño hecho realidad para los dos. Un placer recibirlo de nuevo .
La semana que viene … más!