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sus instalaciones pueden acoger a mas de 200 personas 

Club Ávalon: el templo de los 'wargames' que lleva abierto desde los 90 en Castelló

12/03/2024 - 

CASTELLÓ. Es increíble el poder que tiene la ilusión por algo que te ha cautivado en la vida. Algo que te hace sentir feliz y bien. La historia, apasionante donde las haya, del Club Ávalon de Castell (Bisbe Salinas, 21 bajo), es emocionante. Un grupo de jóvenes, muy jóvenes, que descubren a mediados de los 80 el mundo de los juegos de mesa, wargames y rol y montan una asociación, peregrinan por diferentes locales para jugar, pagándolo con sus pagas, para disfrutar de su afición. Unos jóvenes enamorados de la literatura fantástica y de ciencia ficción, del cómic y del cine. Unos jóvenes que varios años más tarde siguen montando partidas en la ciudad con un enorme local donde todo el mundo puede aprender a jugar.

No es solo una historia de una asociación de juegos, sino de amistad, tenacidad, valentía e ilusión. Hablo con uno de los que lleva en el Club desde su concepción, Jorge Macaya, cuando todavía eran unos críos.

Me sorprende, y reconozco algo de envidia, en esa aventura de montar una asociación siendo todavía unos chavales. Ese empuje motivado por una afición compartida. El Club Ávalon fue único en Castellón. “Sí, desde luego en su momento no solo única en Castellón, sino probablemente entre las quizá 20 primeras de toda España”, señala. Fue a mediados de los 80 cuando algunos jóvenes que se conocían del instituto o de la biblioteca, como veremos más adelante, se unen al calor de una nueva y recién estrenada afición en España. “Es un poquito difícil de decir, porque claro, aquí el momento inicial de arranque de actividades se puede uno ir puramente a la parte legal, donde uno se constituye como asociación. Eso, en nuestro caso, no se produjo hasta 1989. Más que nada porque éramos todos menores de edad. O sea, no podíamos”, aclara.

La afición por estos juegos llegaba del mundo anglosajón, como la mayoría de la cultura y ocio del siglo pasado, y el medio más fácil para que se contagiara a los españoles era a través de estos jóvenes que pasaban un tiempo fuera y se los traían en las maletas. Y ese era el conducto habitual. Macaya lo recuerda como algo extendido entre los jugones. “Un grupo de amigos, que estábamos más o menos entre los 12/13 años, los más jovencitos, hasta a lo mejor los 16. Ahí estaba el grueso. Comenzamos a jugar, porque en aquella época, estamos hablando de mediados de los 80, ya había gente entre nosotros que se iban a estudiar, un mes a una familia en Inglaterra o a Estados Unidos”, dice. “Y entonces, descubrieron ahí los juegos, que en España no había absolutamente nada, y entonces se los traían. Se los traían en inglés y había un poco que pelearse con el idioma. Así entró la afición en España. Me consta que tanto a nosotros en Castellón como en el resto de España la historia fue la misma, Los adolescentes que iban a pasar por tema de idioma, para dominar el idioma, iban a pasar desde algo fuera, descubrían este tipo de juegos y se los traían a España”

Macaya me señala que “muy probablemente fuera en el verano del 85 cuando se dio el pistoletazo”. Este grupo de intrépidos jóvenes precisaban de un local, las partidas en los juegos de estrategia pueden durar semanas. “El primer local del club fue allá en el 86/87 – recuerda Jorge, en la calle Antonio Maura, ahí juntábamos más mal que bien nuestras pagas semanales, para hacer frente al alquiler pactado. Tuvimos que salir de allí cuando el propietario del local lo necesitó para otros menesteres más lucrativos”, comenta.

Los chicos que habían dado vida al Club Ávalon, y que cada fin de semana se reunían para jugar, se encontraban sin local. Un contratiempo enorme que solventaron un tiempo en una peregrinación por las casas de amigos. “Del 89 al 89, fue, digamos, una época en la cual estuvimos en casas de amigos, pero claro, es que eso era inasumible, tenías un número de personas en casa, y entonces, para un sábado por la tarde, pues los padres te dejaban, pero al sábado siguiente ya no. Entonces, un local era absolutamente necesario”, admite.

Aunque hoy en día los juegos de mesa, rol, wargames y juegos temáticos sean más o menos entendidos por la mayoría de personas, estamos hablando de mediados de los ochenta, época revolucionaria pero que tenía poco o nulo conocimientos de este tipo de ocio. El Club Ávalon fueron unos adelantados, abrieron, pues, una ventana, o un ventanal a la imaginación y a un modo de ocio diferente, donde había que estrujarse la cabeza. “Hay que pensar que en aquella época, además, a mediados de los 80, las posibilidades de ocio eran, vamos, escasísimas”, recuerda “No es como hoy en día, quiero decir, que tú tienes internet, tienes tu ordenador y tienes mil opciones. No existían. En aquella época la tele, el fútbol y salir a beber alcohol, Y ya está”

En el fondo, y en la superficie, eran unos chicos afortunados que había encontrado a amigos con las mismas aficiones. “Entonces, nosotros éramos un verdadero oasis y así lo sentíamos. Éramos un porcentaje muy pequeñito de gente que teníamos esta afición. Era una afición muy relacionada con el mundo de la literatura y con el mundo de la cultura. La mayoría éramos apasionados lectores de literatura más o menos seria. La inmensa mayoría de cómics, pero era gente que, a diferencia de la mayoría de gente en aquella época llevaba el fin de semanas y no íbamos de copas. Nos metíamos en una habitación a darle algo que nuestros padres no entendían bien”

Hablamos de la serendipia que tuvieron, de estar en ese lugar justo en el momento oportuno. Sin desmerecer la motivación de buscar e indagar propia de mentes inquietas, no hay que olvidar que los manuales de los juegos estaban en inglés y que todo era nuevo. “Tener un local propio y tener esa afición, y sobre todo estar en contacto con gente que descubrías que tenía tus mismas aficiones Claro, eso era maravilloso. En la época de la adolescencia, donde todo el mundo busca su hueco y buscas quién eres, encontrar a gente que tenga tus mismas aficiones, eso era muy bonito. Muy bonito y unía mucho”

 Esa afición que descubrieron, ese modo de conectar los unos con los otros, se ha mantenido indeleble en el tiempo, se ha forjado una amistad más dura que la espada Andúril. “Y de hecho, es uno de los grandes motivos por el cual, muchos años después, mantenemos la amistad, mantenemos la relación y hemos decidido la refundación. Porque al final, hay un espíritu de pertenencia que es precioso y que ha sobrevivido a lo largo de todos estos años. Muchos de nuestros socios actuales, un porcentaje importante que actualmente ya no juegan porque no tienen tiempo, no tienen tiempo o porque, oye, los gustos les han cambiado, pero sin embargo están ahí, quieren seguir siendo parte de esto”, comenta Macaya.

Antes de entrar de lleno a cómo llegaron los juegos de mesa a Castellón, Jorge me explica algunas diferencias a modo de introducción. “Una cosa son los juegos de rol, otra cosa son los wargames, el juego de estrategia de tablero, y una tercera son los juegos temáticos/de simulación (Llamados hoy en día Ameritrash o Eurogames). Estos últimos, en aquella época no tenía prácticamente presencia, pero que hoy en día son la parte más importante del mercado”.

Pregunto por esos primeros wargames que llegaron a España, y la editorial que se aventuró en su traducción y venta. También unos pioneros. “El wargame, el juego de estrategia, ya estaba en España hace unos años porque teníamos la suerte de tener en España una editorial, NAC, que eran las siglas de Nike and Cooper, que aunque el nombre está en inglés era una editorial española. Sacó los primeros wargames en España de cierta profundidad. Cuando hablo de  wargame a veces la gente me dice el RISK, no tienen nada que ver. Hablamos de un tipo de juego que simula en conflicto bélico, ya sea táctico, una batalla, o estratégico, la Primera o Segunda Guerra Mundial, o la Guerra Civil Española. Pero lo simula con un nivel, vamos a decir, de simulación, de estadística detrás y de mecánicas de juego que hace que un adulto se interese”, apunta.

Sin embargo, los juegos que generan más afición en aquellos años, yo jugué a Vampiros durante un tiempo y me gustó bastante, fueron los juegos de Rol. “Lo que para nosotros, desde luego, fue el core, vamos a decir de juegos, por lo que respeta nuestra formación, fueron los juegos de rol. Que ahí hubo varios años que no había ninguna traducción al castellano, y efectivamente hubo un punto de inflexión, como estás diciendo, que es cuando una editorial en Barcelona, Joc Internacional se pone a traducir los primeros juegos y además hace una cierta promoción comercial, es una editorial que de hecho nace alrededor del juego de rol. Anteriormente hay una compañía que es Dalmau que traduce Dragones y Mazmorras, pero vamos, no le hace demasiada promoción”

Y aunque ahora sea algo habitual que cualquier ciudad o pueblo tenga su salón del cómic, manga o cualquier otra disciplina artística, en aquella época unas jornadas de este tipo de juegos era algo innovador en España. “El Joc Internacional, que se crea como editorial y se pone y hace una producción seria, y se pone participar en los primeros eventos a nivel nacional, que fueron las JESYR, las Jornadas de Estrategia, Simulación y Rol, que tuvieron lugar desde el 86, las primeras”

Tras ese primer local donde rompen mano y dar rienda suelta a su afición rolera y de wargames, y luego de su periplo por casas de amigos, llega el momento de volver a tener un local en condiciones. La familia de un socio, Jordi Barbera entendieron perfectamente que la afición de su hijo era algo muy importante para él y les cedieron, durante aproximadamente tres años, la planta baja de su casa. “Recuerdo que un socio tenía un bajo en su casa que no usaba, y ahí estuvimos jugando, el problema es que esta afición, que empezamos cuatro gatos, ya los cuatro gatos pasamos a ser ocho gatos, y luego cuando ya éramos 25, digamos, más o menos, recuerdo que entre 20 y 30 socios, hubo un momento que ya no cabíamos, o sea, eso no podía ser”. Macaya quiere aprovechar esta entrevista para hacer llegar el agradecimiento de toda la asociación a la familia Barberá, por esos años en los que “nos aguantaron en su casa”.

La capacidad de resiliencia de la juventud es extraordinaria, eso sumado a una afición embriagadora por los juegos rol y wargames, hizo que volvieran a ponerse el mono de trabajo y salieran a la calle a buscar un local. Era 1990 o tal vez el 91. ¡Olé por estos chicos!, algunos menores, que no cejaron en su pasión, otros, quizás, hubieran tirado la toalla. “Y ahí comienza una época de una peregrinación, donde yo recuerdo con 17 años ponerme, yo creo que fue la primera vez que me ponía yo de traje, para ver locales y conseguir que nos lo alquilasen”, señala. “Finalmente, un socio, tenía una casa antigua. Aquí en una calle de Castellón, que no estaba habilitado, no podía ni alquilarlo, eso ni tenía cédula de habitabilidad, ni era un local comercial, no era nada. Era una casa a la espera de que algún promotor inmobiliario decidiese tirarlo y usar el solar para algo más. Entonces nos lo ofrecieron, el socio dijo, oye, mi familia tiene esto, si no os importa entrar ahí. Y entonces, vamos, nosotros estábamos encantados. Una casa, pero de estas viejitas de pueblo de dos plantas, con vigas de madera, hecha polvo, porque hacía años que no vivía allí nadie, pero años muchos”.

Y este grupo de jóvenes comenzaron, cual comuna, a arreglar el local lo mejor que sabían, hacer de aquellas paredes destartaladas el hogar de sus juegos, partidas y risas, ese espíritu juvenil lo impregnaba todo de entusiasmo. “Ahí entró el grupo de 20 o 25 adolescentes a arreglar todo. Pintar paredes. Nos pasamos varios meses arreglando el local para dejar eso impecable, un padre era electricista, otro padre era fontanero, o sea, nos buscamos la vida para que ese local pudiese tener las características mínimas Este es el local de la calle San Blai”, recuerda.  “Y ahí ya, con ese local, el club ya podemos empezar a aceptar más socios, porque es que si no ya no teníamos local serio. Y ahí el club llegó a tener, yo creo que fueron 60 socios. O sea, hubo un absoluto boom porque ahí ya el juego de rol ya empezó a conocerse mucho. Salía incluso los mass media”, dice.

 

El estallido de los juegos de rol en España hace que el club Ávalon reciba más socios y que se puedan hacer más cosas. El boca a boca y la nueva afición crean el trampolín perfecto para el crecimiento. “Entre el 92 y más o menos esos años hubo un enorme boom del juego de rol, y entonces había mucha gente que vino al club. El club llegó a un número de socios muy importante, ahí ya teníamos unas edades más variadas. Había gente que llegaba entre los 22, 23, hasta los 25 años, te diría, pero por otra parte cohabitaron con gente con 16, 17, 18 años, que era el grueso de la afición. Los que ya entraron con los libros ya traducidos al castellano y con, pues digamos, mucho mundillo alrededor de esto”. En 2004 la sede que con tanto esfuerzo, pintura y chispazos se había levantado, se cierra. “El local de San Blai, simplemente porque la familia propietaria decide disponer del local, y esa casa, de hecho, se tira. Cuando nosotros salimos, se tira el edificio”

La gente sigue jugando, esto no se ha acabado, vuelven a aquellos años donde quedaban los fines de semana a jugar en casas de amigos. El vínculo con el juego es parte de la vida de sus socios. Ahora juegan en despachos o donde pueden. El juego no se detiene hasta que en 2021 el Club Avalon vuelve a tener local. El león vuelve a rugir sobre un tablero. “Regresamos en el 2021. Nunca se llegó a perder el contacto. Los grupos de amigos que se hacían, se mantenían. Algunos socios, ellos hicieron de la afición su profesión. Y dentro del club tenemos escritores, tenemos creadores de juegos de rol, tenemos una persona que incluso tiene una editorial de juegos de rol”. A veces el mejor biocida contra las cucarachas de la soledad o la tristeza es jugar con alguien en persona a un juego de mesa. La calidez humana.

“Nunca perdimos el contacto. Seguimos jugando, digamos, el núcleo duro que habíamos comenzado, lo que éramos los veteranos, seguíamos jugando en nuestras casas, incluso en nuestros despachos profesionales, quien era una gestoría o un abogado, pues jugábamos en nuestros despachos. Pero bueno, llegó un momento, también al final, esto es dimensión humana, por edad ya empezamos a tener hijos mayores, ya no nos necesitan y empiezas a tener tiempo libre para ti. Y en ese momento cuando tenemos un número de personas que tenemos disponibilidad de tiempo, volvemos y  ponemos en marcha el club, una idea que llevaba años revoloteando. Llegó un momento que teníamos un poco más de disponibilidad y nos metemos a la obra”, dice

El grupo vuelve a la carretera, pero esta vez sus miembros ya no son unos chiquillos, ahora son adultos y saben mucho más de todo esto. Es por ello que antes de comenzar siquiera la búsqueda, deciden cómo será el local y cuál será su función en la ciudad de Castellón. “Hubo varias corrientes de pensamiento, un grupo de personas dicen algo pequeño de cuarenta metro para jugar nosotros, y otra línea de pensamiento dice: vamos a hacer algo por Castellón, vamos a hacer algo por la divulgación de los juegos, si montamos el local vamos a hacer algo de lo que sentirse orgulloso y que estuviese a la altura de lo que nosotros nos acordábamos, que éramos unos poco pioneros en España. Estuvimos unos dos años buscando locales, viendo cómo los locales en España iban bajando de precio.”

Ha sido Jorge el que ha hablado de la dimensión humana de los juegos, y estoy totalmente de acuerdo con él en esto. Así que me intereso por ese primer contacto con alguien que le habla de los juegos de mesa, rol o wargames, que fue en la biblioteca y que modificó el curso de su vida. “Yo estaba devolviendo el libro de El Señor de los Anillos, y ahí me encuentro con un amigo, una persona que yo conocía del instituto con el que no tenía relación, Héctor, que luego ha sido un gran amigo, pero en ese momento era alguien de clase. En ese momento descubrimos que tenemos eso en común: la literatura. Y me dice, pues escucha, tengo un grupo de amigos, y me habla de un grupo de amigos que jugaban a un juego de rol, que tú puedes jugar, y es narrativo, y me da la explicación que me puede dar un adolescente de 15 años, me picó el gusanillo y el fin de semana fui allí”.

Jorge todavía no era consciente que aquella conversación, y aquel primer día con esos nuevos amigos iban a cambiar su vida por completo. “Me dieron un personaje, tuve mi primer contacto con el mundo del rol y ahí me quedé cegado absolutamente. Estar cuatro o cinco horas alrededor de una mesa, una persona narrando y la imaginación que se desplegaba, la inmersión fue total. Fui a casa esa noche y me costó dormir, yo llegué a casa ilusionadísimo, como te he dicho, cegado. Y a partir fui todos los fines de semana, viernes, sábado y domingo. Recuerdo discutir con mis padres porque igual querían ir a pasar el día a campo y yo no quería, yo solo quería ir a mi grupo de amigos, que los acababa de conocer”, recuerda.

 

No quiero despedirme de Jorge sin hablar de la importancia que tiene el club en Castellón para dar a conocer los juegos de mesa, wargames y juegos de rol. Una afición, la de jugar con personas en persona, que es vital en un mundo cada vez más distante y alejado. “El año pasado la Cruz Roja se nos acercó allá por junio, con un proyecto que tenían, porque había una persona responsable por Segorbe y el Alto Palancia, nos encontró vía redes sociales y nos dijo: estoy proponiendo un proyecto para un pueblo pequeño de Castellón, Sacañet, que estamos trabajando en el marco de un programa para lucha contra la despoblación, nos gustaría hacer un fin de semana lúdico para introducir a la gente a los juegos de mesa, ¿colaboraríais? que nos ayudaseis a montar una ludoteca, qué tipo de juegos debería de comprar para introducción, y que algún socio subiera para enseñar a jugar, para crear un atractor para la gente joven y para la gente del pueblo”, explica

Y el Club Avalon respondió al instante. “Subieron del orden de unas ochos personas, experiencia maravillosa, la gente quedó encantada, la gente fue majísima, nos alojaron en casas particulares, nos dieron de comer, el ayuntamientos cedió unos locales para partidas de introducción. El pueblo quedó encantando. Y ahí veías a chavales de seis a ochos años, y hasta los adultos. Descubrieron un mundo, y nos fuimos de ahí dando referencias de juegos”, concluye.  

La asociación Club Ávalon (www.clubavalon.es) está abierta a cualquiera que quiera asociarse y compartir afición con ellos. En estos momentos son alrededor de 70 socios, pero sus instalaciones pueden acoger a mas de 200 personas jugando de forma simultánea, así que tienen sus puertas abiertas para todo el mundo.

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