ALICANTE. "No son los años, cariño, es el rodaje". Se lo dice Indy a Marion (es decir, un Harrison Ford de 39 años a una Karen Allen de 30) en uno de los pocos momentos de intimidad y sosiego que disfrutan durante el metraje de 'En busca del arca perdida', en la escena del beso en el codo (y bueno, en los labios). Era 1981, Indy podía haber sido (a 'Magnum PI' gracias, no fue así) Tom Selleck, y su personaje en la gran pantalla, un encantador perdedor canalla de moral dudosa, con reminiscencias del Han Solo de 'La guerra de las galaxias' (1977), se mostraba al espectador como alguien ya cansado de ese papel de aventurero (o saqueador de tumbas, según quién lo juzgue) que le había tocado asumir.
Pues si en 1936, que es el año en que está ambientada la primera aventura en la gran pantalla del (para quien esto escribe) más grande héroe (humano) del celuloide de todos los tiempos, Indy ya estaba cansado, imagínense en 1969, que es cuando transcurre 'Indiana Jones y el Dial del Destino', la quinta y (por favor) última entrega del arqueólogo del sombrero y el látigo. A más abundamiento, el actor que lo interpreta tiene ya 80 añazos, que ya quisiera yo llegar así a los míos (o simplemente llegar). La cinta, que nadie había pedido y que volverá a perder contra el recuerdo idealizado que tenemos de la trilogía original, como le pasó a 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' (2008), se estrena en cines en España en un mes, el 30 de junio, y los mismos que criticamos que se haya rodado estamos calentando para ir a hacer cola.
Puede que a los actuales espectadores, y también a los productores, showrunners, y demás fauna del star system, les cueste de creer tras el 'fenómeno Vengadores', pero hubo un tiempo en que las películas no necesitaban formar parte de una 'saga'. Es decir, una película era una película, y se acabó. Sin universos expandidos ni tonterías. O, en el mejor de los casos, se hacían dos o tres secuelas (de acuerdo, Stallone no era muy bueno en mates) si la caja lo justificaba y los personajes daban de sí. Pero uno no esperaba cuarenta años para hacerlo. Por eso Indy siempre será el protagonista de tres películas y un videojuego, por muchas secuelas tardías que se añadan (a ver si va a ser verdad eso de que Hollywood se ha quedado sin imaginación).
Sobre todo, y esto no lo han entendido aún ni los ejecutivos de Paramount, ni los de Disney, ni tampoco, lo que es más grave, los de Lucasfilm o el puñetero Steven Spielberg: un héroe no es solo él, sino también sus circunstancias (está claro que en Los Ángeles no triunfa Ortega y Gasset). Indy no puede ser Indy si lo sacas de los años treinta y del contexto prebélico con los nazis buscando artefactos religiosos por todo el mundo. Probablemente, el mismo arqueólogo que en 1938 consigue un autógrafo de Hitler en una quema de libros ('Indiana Jones y la Última Cruzada', 1989) estaría unos años después rascándose el ombligo en una cátedra en el Barnett College. Uno no puede protagonizar todos los puñeteros momentos clave de la historia del siglo XX, a no ser que sea Forrest Gump.
Pero ya que la habéis hecho y que Ford aún podía protagonizarla, vamos allá con el Dial del Destino. Como 'rejuvenecer' a Indy durante toda la película quedaba raruno, y por mucho photoshop que le metas, el actor tiene la piel y los años (y la agilidad) que tiene, pues la solución obvia era ambientar la historia en 1969. Eso sí, tras la lluvia de collejas de la calavera de cristal (artefactos divinos sí, ovnis no), los padres de la criatura han decidido que lo mejor era meter nazis y cosas antiguas otra vez, y para ello se han basado en la vergonzante historia de los científicos adeptos al régimen de Adolfo que luego se hicieron perdonar aportando importantes avances a Occidente. En fin.
Para los que, como yo, están al mismo tiempo ciscándose en la nueva película y deseando verla, pululan por la red varios tráilers que ponen la piel de gallina (ese John Williams), así que no diremos más. El reparto de lujo, la ahijada llamada a tomar el testigo, nazis malos malísimos y el destino del mundo en manos de un cazatesoros sesentón y su amigo egipcio. Ya saben. Pero como para el 30 de junio queda aún mucho tiempo, vamos a repasar las mejores formas de revivir nuestra infancia y, probablemente, disfrutar mucho más que en la butaca del cine a finales de mes.
Evidentemente, la mejor forma de volver a disfrutar de un Indy en plena forma es revisitar las tres películas originales, incluida, sí, 'El Templo Maldito' (ambientada en 1935, alejada del canon bíblico-nacionalsocialista y magníficamente resumida por Meat Loaf en el videoclip de 'I'd lie for you (and that's the truth)', de 1995. Si resulta que por lo que sea no tiene usted una colección al respecto en DVD, Blue Ray, VHS, Beta, o bajada del eMule, y aún así es fan (o quiere serlo) del doctor Jones, no hay problema, conozco el camino. A partir de hoy mismo están disponibles en Disney+. Yo personalmente recomiendo 'La última cruzada', porque a veces me siento a pensar y la solución se presenta sola, y entonces recuerdo lo que dijo Carlomagno y concluyo que debí enviarle el diario del Grial a los Hermanos Marx. Pero oye, qué leñazos reparte Henry Jones Jr, mártir abnegado, y qué bien dicen adiós en Alemania.
Pero claro, como 'La última cruzada' es en realidad la última (¿eh, Steven?), antes deberíamos ver 'En busca del arca perdida', en la que gracias a un mítico episodio de 'Big Bang Theory' sabemos que la intervención de Indy no altera para nada el curso de los acontecimientos, pero aún así nos eriza el vello de la nuca cuando trepa por la cubierta de un submarino nazi, y nos dibuja una sonrisa cuando, agotado, dispara a un talentoso espadachín tuareg con tal de no tener que pelear. Y entre medias, pues oye, 'El templo maldito' no está mal, aunque Tapón (Ke Huy Quan) sea extremadamente cargante y Willie (Kate Capshaw) de vergüenza ajena. Y ya, si uno es muy, muy fan, pues nada, 'El reino de la calavera de cristal', que es como los evangelios apócrifos que solo existen en thrillers religiosos.
Esta serie es una rareza del estilo de los bonus track de un disco de punk rock. Sirvió para lo que sirvió, que es para nada, porque la idea era estirar la buena acogida de la escena inicial de 'La última cruzada' en la que vemos al joven Jones antes de ser Indiana (que es su perro), pero River Phoenix pasó del asunto poco antes de fallecer de sobredosis, y pese al compromiso con el personaje de Sean Patrick Flanery, la historia carecía de la épica de las películas (ver más arriba donde se indica que un héroe es él y sus circunstancias), del carisma del Indy adulto, y en general de interés. También la pueden ver en Disney+ (en su momento se emitió en una cadena generalista, creo que Antena 3), para constatar que cuando alguien que no sea Forrest Gump participa en tropecientos hechos históricos (guerras mundiales, leyes secas...) la historia se convierte en ciencia ficción pulp.
¿Tienen en casa o en el trabajo un PC? Estamos de enhorabuena. Googleen el sintagma nominal del epígrafe anterior y, con un poco de suerte (la piratería es delito) encontrarán la mejor aventura gráfica de todos los tiempos, con perdón de Monkey Island. Necesitarán un emulador de MS-DOS para jugarla, que es fácil de conseguir. Y prepárense para disfrutar. Si los guionistas, productores y demás calaña hubieran apostado por esta historia, en vez de esperar treinta años para hablar de comunistas y ovnis, la cuarta película de Indiana Jones habría sido un momento cumbre en la historia del cine.
El juego es sencillo: un point and click ("usar" "látigo" con "Sofía", "No puedo hacer eso") de los que Lucasgames y Hal Barwood sabían crear como nadie que es capaz de recrear en cuatro diskettes la atmósfera de las aventuras clásicas de Indy y el carisma del protagonista. Aunque esto depende mucho de la osadía del jugador al escoger la respuesta menos oportuna a la pregunta de un nazi. 'Fate of Atlantis', evolución del 'Last Crusade' que convertía en videojuego la película (y que no desdeñaremos), elevaba a la enésima potencia todo lo que hace especial a Indy, desarrollaba al personaje (y su puñetera circunstancia) e introducía en la historia a Sofía Hapgood, fuertemente inspirada en el personaje de Karen Allen en la primera película pero con más sex appeal, si es que es posible. Persecuciones, laberintos, regateos con árabes, alguna que otra pelea y muchos puzzles que resolver. Y la Atlántida, oiga. Una auténtica delicia.
Por supuesto, hay otros productos culturales relacionados con Indiana Jones que puede usted disfrutar durante el mes de junio, empezando por una ingente cantidad de videojuegos antiguos y actuales, de acción o estrategia (ninguno tan bueno como Atlantis, se siente), y continuando por los cómics de Marvel (que en España eran 'Forum') o hasta novelas de Rob McGregor. Cuidado, porque cualquier opción que elija puede hacer que la última película del arqueólogo le sepa a poco. Coja su sombrero y su látigo y sígame, que, en serio, conozco el camino.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto