CASTELLÓ. La Asociación Española para la Economía Energética (AEEE) ha clausurado hoy en la Universitat Jaume I la decimoctava edición de su congreso anual, que en esta ocasión ha analizado la crisis energética, las oportunidades para la industria, la pobreza, y el desarrollo regional.
María Teresa Costa-Campi, catedrática de la Universitat de Barcelona, ha abordado en esta tercera jornada los factores determinantes de la pobreza energética. Para ello, ha hecho un repaso de diferentes estudios y la evolución de los indicadores de esta pobreza con el fin de establecer unos criterios objetivos e identificar las causas.
Así, ha explicado que en la pobreza energética influyen los factores socioeconómicos (nivel de ingresos, situación laboral, nivel educativo, modelo de familia, etc.), pero también son claves la ineficiencia energética y los precios. En este sentido, Costa-Campi ha destacado el importante papel que pueden tener las energías renovables y ha afirmado que «la transición energética y los objetivos de 2050 podrían aliviar esta pobreza energética ocasionada por problemas de eficiencia y de precios».
Además, la catedrática ha presentado un caso de estudio que han realizado en diferentes microetapas (pre-crisis del 2008, crisis, recuperación, COVID-19 e inicio de la crisis energética) y que señala como principales variables de vulnerabilidad el desempleo, las familias uniparentales o vivir en una casa antigua. El estudio ha identificado como grupos de riesgo a familias en viviendas antiguas y aisladas en zonas rurales, las mujeres jubiladas que viven solas, las madres solteras desempleadas y sin titulación, o los autónomos del sector de la construcción, hoteles y restauración durante el COVID-19.
Finalmente, ha hecho un repaso de qué está haciendo la Unión Europea al respecto y los diferentes paquetes de medidas, como el Objetivo 55 o el Repower EU. En este sentido, ha señalado que la guerra de Ucrania ha aumentado el interés de la EU sobre este tema y las propuestas de la Comisión «van por buen camino, y permiten tanto ayudas y subvenciones como medidas estructurales, pero el despliegue no ha sido harmónico». En esta línea, ha añadido que «es preciso combinar actuaciones top-down, como las que se han hecho hasta ahora, con otras bottom-up en las que colaboren las empresas e instituciones».
Para cerrar el congreso, Eva Ortega, coordinadora de investigación del Banco de España ha ofrecido la conferencia «España y la UE frente a la crisis energética: ajuste en el corto plazo y retos pendientes», en la que también ha destacado cómo la guerra de Ucrania ha puesto de relieve las vulnerabilidades de la configuración energética de todos los Estados miembros de la Unión Europea y, por tanto, la necesidad de reducirlas, algo que «no solo es compatible con la transición ecológica, sino que hace más urgente, si cabe, el avance hacia una economía neutra en carbono».
En este sentido, Ortega ha afirmado que la reducción de la dependencia energética exterior de la UE y la transición ecológica exigirán en las próximas décadas el despliegue masivo de fuentes de energía renovables, mejoras adicionales en materia de eficiencia energética y un mayor desarrollo de las infraestructuras de interconexión energética dentro de la UE.
«Todo ello supondrá considerables desafíos, por ejemplo, en el ámbito tecnológico, dado que algunas de las tecnologías verdes se encuentran actualmente en una fase de desarrollo inicial o tienen un coste que aún no resulta competitivo. Además, este proceso también provocará un incremento sustancial de la demanda de algunas materias primas —como las tierras raras—, que son escasas en la UE, lo que podría dar lugar a nuevas dependencias externas de terceros países», ha añadido.
No obstante, la coordinadora de investigación del Banco de España también ha destacado que el impulso de las energías renovables podría suponer «una gran oportunidad para la economía española, dado que es el segundo país de la UE con mayor potencial de producción de energía eólica terrestre y el primero de energía solar, y cuenta con empresas que son líderes mundiales en estos sectores».
Finalmente, Ortega ha destacado que, para avanzar en la transformación energética de la economía, «es fundamental que la respuesta de las políticas europeas a la crisis actual sea ágil, aporte certidumbre y evite que la transición ecológica acabe provocando una pérdida estructural de competitividad para el tejido productivo». Así, considera indispensable que se refuerce la financiación a través del establecimiento de una capacidad fiscal permanente a escala europea.