Ni en las peores pesadillas habríamos imaginado, ya no hace un año, sino hace apenas unas semanas, la situación que vivimos en este día de la Lotería de Navidad a puertas de la fecha más importante del año. Vuelve el coco en sus múltiples variantes
La sexta ola, tenía que ser la sexta, sí como la popular cadena de televisión y el número de la bestia, la que trajera el caos en apenas unas semanas. Recuerdo hace unos días como las cifras de reservas, principalmente en sector hotelero y de restauración para esta Navidad marcaban records, los empresarios (sobre todo del ocio) que llevaban más de un año al borde del abismo, se frotaban las manos viendo como la recuperación económica y la actividad volvían con mayor celeridad de lo esperado y consolidaban un crecimiento que auguraba un 2022 más que positivo para la economía. Y nuestro gozo en un pozo, ahora por la variante Ómicron, sobre la que ya escribí hace tres semanas en estas mismas páginas, pero cuando aún no creíamos los estragos que iba a causar.
La situación es un déjà vu constante, pero con características distintas, el miedo se apodera de todos, corre como la pólvora y se suceden cancelaciones y anulaciones de todo tipo de actividades, el virus se propaga y todos tenemos un cercano que lo tiene cuando no tú mismo. Pero esto ocurre con un porcentaje de población elevadísimo vacunado de las dos dosis, algunos ya con la tercera (que le llaman de refuerzo, pues menudo refuerzo más débil), con toda la población usando mascarilla y gel desde hace año y medio y con la denominada inmunidad de rebaño también consolidada, porque además de la vacunación, la inmensa mayoría, incluso los que no son conscientes, hemos pasado el Covid19 en algún momento.
Lo primero que irremediablemente viene a mi cabeza es aquel inicio en marzo de 2020 y las teorías que apuntaron y apuntan a un virus producto de una manipulación realizada por personas, una extraña mutación que curiosamente no se había dado en siglos y justo en este fascinante siglo XXI llega de la mano del país que todo nos vende, desde una carátula de móvil a unas zapatillas pasando por una tostadora o una pandemia global para activar un poco ese proyecto de gobierno mundial con medidas que se imponen en cuestión de horas a prácticamente la totalidad del planeta. Es obvio que el mayor aliado de este virus y el arma más poderosa es el miedo, más que justificado, que todos tenemos a tenerlo y que entremos en la macabra lotería de quienes mueren por su causa.
¡Ah! Y aquello de que viene el coco es porque parece que la solución a todos los problemas, incluido el Covid19 es la cogobernanza, la economía colaborativa y la corresponsabilidad de las administraciones. Todo es coco, esto sí que es la cumbre del marketing político a través del naiming y el storytelling, la creación continuamente de nuevos conceptos que parecen contener de manera milagros las recetas para salvarnos a todos de los problemas. La mayoría de término coco tienen un espíritu de trasladar responsabilidades a otros, de pasarse la pelota para no mojarse y no tomar decisiones claras, es el nuevo mundo, el nuevo lenguaje y la nueva normalidad, es 1984.