VALÈNCIA. Pocas veces un periodista habla con alguien sin saber su identidad, pero en este caso toca hacer una excepción. No tenemos idea alguna de cómo es nuestro interlocutor, solo que pertenece al colectivo berlinés Omsk Social Club, un proyecto artístico que trabaja sobre la barrera de la realidad y la ficción a partir de juegos de rol en vivo. Nadie sabe quién ni cuántas personas lo componen, un halo de misterio que marca cada paso que dan, pero, ¿por qué tanto secretismo? “No se trata tanto de saber quiénes somos sino de entender que es una experiencia participativa y, por tanto, colectiva por naturaleza. Es un espacio social, un club, una comunidad, una narrativa descentralizada y una herramienta de reorganización de la realidad tal y como la conocemos. Esto no puede estar bajo el nombre de una sola persona”, explica nuestro interlocutor, un representante sin identificar de Omsk Social Club. Efectivamente, este secretismo tiene mucho que ver con el trabajo artístico que vienen desarrollando desde hace años, una propuesta que ahora recala en València.
Será el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) el espacio que acoja su propuesta, un taller que tendrá lugar el próximo jueves 24 de marzo, enmarcado en el Programa d’Art i Context, y para el que solo dan una información al participante: “Para participar en el taller no es necesario tener experiencia previa, no se documentará y se deberá estar presente durante toda la duración”. A partir de ahí, un formulario de inscripción y poco más que lo que uno pueda indagar sobre ellos en Internet. El colectivo trabaja creando instalaciones inmersivas que se enmarcan en lo que han bautizado como Real Game Play (RGP), un término que acuñaron en el año 2017 y que encapsula una experiencia en la que el participante deja de lado su yo para asumir durante un determinado periodo de tiempo una identidad que le viene dada, un nuevo ser a través del que se sumerge en un juego de rol en el que nadie sabe lo que va a pasar. Así, la experiencia nada entre la ficción y la realidad no vivida, dos términos clave para entender su proyecto. “Trabajamos directamente en el pasillo que hay entre una cosa y la otra”.
Omsk ha expuesto en galerías, teatros o museos de toda Europa y, además, en 2021 fueron co-curadores de la 7ª Bienal de Atenas con Larry Ossei-Mensah, lugares en los que han desarrollado diferentes experiencias aunque con un eje común: el trabajo en estrecha colaboración con redes de espectadores. Sin ensayos, sin trampas. Así, las instalaciones tiene por objetivo “examinar los egos virtuales, las experiencias populares y los fenómenos políticos, permitiendo que las obras se conviertan en un híbrido desmaterializado de la cultura actual junto a las experiencias personales únicas del participante”, explican desde el IVAM. Todo esto planteado en distintos ‘paisajes’ que van desde la cultura rave al catfishing.
A través de sus proyectos reflexionan sobre la idea de identidad a partir de la creación de espacios que generan nuevos caminos/oportunidades a los participantes, una construcción que uno podría rápidamente vincular al auge del avatar digital, de unas redes sociales que en cierta medida construyen y presentan una personalidad que también reta los límites de la realidad, algo que esta presente en el trabajo del colectivo, aunque va un poco más allá. “Hemos sido animales sociales interpretando distintos roles desde siempre. Una misma persona puede ser madre, amante, abogada, enemiga, activista y manipuladora en un mismo día, todos necesitamos y debemos interpretar una variedad de personajes para formar el cuerpo social. Sin embargo, lo que nuestro trabajo destaca es qué roles hacemos y cuáles se nos otorgan, cómo hacemos frente a realidades que no están moldeadas para permitir que crezcan comunidades autónomas e interseccionales”.
Pero, esto, ¿cómo se lleva a la práctica? Lo que pasará en el IVAM es todavía un misterio, pero sí podemos hacer un recorrido a algunas experiencias pasadas que arrojen algo de luz al trabajo de Omsk Social Club. Uno de sus trabajos más destacados lo llevaron a cabo en 2020, Unrealism, el Real Game Play más largo hasta la fecha, pues duró 58 días sin pausa, durante los cuales ocho personas tomaron por turnos el rol de Eastyn Agrippa, que durante este tiempo escribió sus memorias - Heart of an Avatar: A Preliminary Document of the Internet- desde el punto de vista de un avatar, humano y ser múltiple. Este trabajo se ha convertido ahora en 58 NFT. “Vemos esto como una reliquia de ese mundo y también permite una forma diferente de participación del espectador, ya que es un libro de ocho capítulos que desglosa teorías pasadas y emergentes en torno a la ontología del avatar y la cultura de la red a través del género de la teoría-ficción”.
A partir de estas experiencias se invita a una reflexión que pasa por preguntarse de qué manera estamos guionizados o quién tiene la autoridad para crear la realidad tal y como la concebimos, una experiencia artística que, en el fondo, habla de deconstruir la manera en que entendemos las identidades a partir de nuevos avatares. “La sesión específica del IVAM será una extensión de estas metodologías con el objetivo de filtrar el mundo informacional en el que vivimos a través del espacio para encontrar símbolos y jeroglíficos físicos que, con suerte, abrirán en la mente de los participantes". Entre tanto misterio, una última pista del IVAM sobre lo que pasará esta semana a modo de instrucción: “Es necesario que traigas tu propia esterilla de yoga”.