Esta semana desde una de las organizaciones internacionales que rigen la globalización, el Fondo Monetario internacional, se ha dado a España una muy mala noticia, para su economía, y es que el crecimiento del PIB va a ser menor de lo esperado, pues lo ha rebajado en cinco décimas. Esto supone, que las cuentas que se acaban de presentar esta semana en los presupuestos generales del Estado (PGE) quizás no salgan todo lo redondas que espera el gobierno, pues con menor crecimiento, hay una menor recaudación, y por tanto los ingresos al ser menores, y los gastos hasta el día de hoy siempre se mantienen, esto provocará un incremento del déficit y por lo tanto de la deuda, y ya saben que a largo plazo nunca se puede vivir por encima de las posibilidades, al final siempre los acreedores exigen ser pagados, y entonces viene aquello de la congelación y/o rebaja de sueldos y salarios de funcionarios, de pensiones, etc., recuerden la época del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que no hace tanto tiempo.
Pero dentro de los datos del FMI, hay otro dato aún peor, y es que a pesar de producirse un crecimiento en el PIB nacional (aunque sea menor) esto no va a conllevar la consiguiente baja en la tasa del paro, uno de los grandes lastres de nuestra economía, y desazón y tragedia de miles, centenares de miles de familias españolas, y ya saben que España acumula la mayor tasa de paro juvenil de Europa. Ya ven la recuperación post-Covid no va a ser todo lo rápida que se esperaba, incluso está amenazada por los precios de materias primas, y sobre todo el desbocado precio al alza de la energía.
Fíjense si el coste de la energía está teniendo un impacto negativo en la economía europea, que la empresa siderúrgica SIDENOR, productora de aceros especiales, y que antes de la pandemia contaba con casi 1800 trabajadores y unas ventas de alrededor 800 millones de euros, ya ha anunciado que parará su producción 20 días de aquí a fin de año. Pero esta situación también parece que puede producirse en nuestra Comunidad Valenciana, y en concreto la están sufriendo nuestras azulejeras de Castellón, por la escalada de precios del gas y la electricidad, dado su alto consumo del gas, ya que usan la cogeneración en plantas de ciclo combinado en donde se consume este hidrocarburo, siguiendo los consejos de los estrategas de Bruselas de no hace tanto tiempo, pero ojo, también existen otros costes como el pago por emisión de CO2, y que según alerta la patronal ASCER, amenaza con hacer inviable la producción en Europa; por lo que ya ven la Transición Ecológica y los Objetivos de Descarbonización a toda costa puede ser a cambio de sacrificar la industria europea respecto al resto del mundo, también la valenciana, y estamos siendo victimas de nuestras decisiones políticamente correctas, pues ya saben que los grandes contaminantes globales como China, Rusia, India o los USA no se están autoflagelando tanto como nosotros en este tema.
Por cierto, y si me permiten la auto cita cuando a mis alumnos de Geopolítica de la Universidad Católica de Valencia, les he venido exponiendo los riesgos de la seguridad energética europea con un mapa, en él se apreciaba claramente como las fuentes del gas de Europa Occidental provienen de zonas o mercados inestables o poco fiables, como son el norte de África para el caso concreto de España o Italia, o de Oriente Medio, Cáucaso o Rusia para los Balcanes, Este europeo y Centro Europa, por lo que a mayor riesgos mayores peligros, y ésta es una de las ocasiones en las que parece que la tormenta perfecta se está produciendo. Los dirigentes europeos no tienen la talla de aquellos personajes de tales como Konrad Adenauer, Jean Monet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, entre otros que propiciaron que desde aquel 9 de mayo de 1950 se iniciara el pistoletazo de salida del proceso de integración europea, en cuya declaración, se identificaba claramente la forma de construir Europa y los riesgos que tenía aquel proyecto (gran proyecto) en el que creo.
Hoy parece que los líderes de cada país van buscando sus propios y particulares intereses cuando hablan de aumentar la integración europea o de la gobernanta mundial, y uno de esos casos es la Europa de la energía, fíjense a donde nos ha llevado este proceso de descarbonización y de transición ecológica, porque claro Francia con su energía nuclear que satisface tres cuartas partes de su consumo no tiene grandes problemas con el incremento de gas, por su parte Alemania que ha decidido cerrar las nucleares tienen en el carbón una buena salida, y así países del sur como España estamos siendo atrapados en una espiral de escalada de precios del gas, que nos pone entre la espada y la pared.
Pero parece que existe un país que no ha sido atrapado (o no tanto) en esta vorágine de pensamiento único políticamente correcto, y que no ha sufrido especialmente la subida de los precios del gas, pues siguen manteniendo la producción eléctrica en base a una de sus materias primas nacionales el carbón, y ese país se llama Polonia. Esa nación centro europeo ha tenido una gran importancia geopolítica en nuestra historia, pues jugó un papel fundamental, entre otros momentos, en cerrar las puertas del corazón de nuestra civilización al saqueo de los turcos-otomanos del Sultán Mehmed IV cuando asediaban Viena en el siglo XVII, y por otra parte también cuando frenó el avance de las hordas soviéticas en los años 20, y el líder bolchevique Vladimir Lenin iniciaba la invasión de Europa para llevar el fantasma del comunismo, como decía Karl Marx, por todo el continente. Ahora parece que este país ha dado un gran sobresalto a los burócratas de Bruselas, al ejercer algo innato en cualquier Estado, más aún si es Democrático, su soberanía, pues su Justicia, en concreto el Tribunal Constitucional ha marcado un límite claro en la injerencia europea sobre su Estado de Derecho, poniendo la ley polaca cuyo origen es la Soberanía Popular, el voto de los ciudadanos polacos, por encima de las normas provenientes de ese entramado (con lobbys incluidos) jurídico-político-burocrático que es en demasiadas ocasiones la Unión Europea. Fíjense como están esos burócratas o ex-burócratas como Jean-Claude Juncker, que han empezado a temer por esa toma de conciencia democrática del Pueblo polaco, y ha considerado esa decisión del tribunal como un atentado sistémico contra el derecho europeo, proponiendo, a modo de neocolonialismo, sanciones financieras contra ese país.
Porque si Juncker habla de atentados, debería haberse preocupado más por la seguridad europea en los años en que ejerció sus altas responsabilidades políticas en Bruselas, y no haber permitido ese desastre de gestión de la crisis migratoria (principalmente la de 2015) que ha provocado tanta inestabilidad, a la par que problemas para la UE, como el Brexit, y siguen produciendose. Fíjense lo ocurrido este jueves en Kongsberg Noruega, un hombre islamista radical ha matado a cinco personas al menos con arco y flechas, algo salvaje y propio de una cultura por civilizar, que mata en cuanto puede, y que por cierto los medios de comunicación y el pensamiento único, enseguida procuraron no hablar de atentado terrorista Yihadista o Islamista, y al cabo de horas y días han hablado o han empezado a hablar de que era una persona radicalizada en un entorno islámico, aplicando esa tibieza y ceguera que permite que no identifiquemos claramente el origen del problema, y que en su día quien más lo sufrirán serán nuestras mujeres, las europeas, pues lo conseguido por nuestra civilización occidental en el plano de igualdad entre mujeres y hombres no lo alcanzado otras civilizaciones como puedan ser la islámica o la China, por ejemplo.
Y como remate, ayer viernes se produjo otro atentado, esta vez contra el diputado ingles conservador Sir David Amess en Essex, gran defensor de la soberanía británica, que ha sido asesinado apuñaladas por un individuo, al que en el momento que escribo estas líneas se desconoce su origen o motivación, pero da igual que ideología haya sido la conductora y autora intelectual de este asesinato, no se puede consentir que el sectarismo y el totalitarismo acaben con nuestras libertades, aquí en España lo sabemos muy bien tristemente, porque los separatistas y asesinos de ETA lo intentaron, y también, aunque en menor medida, los criminales de Terra Lliure. Recuerden a aquel gran estadista como fue Benjamin Franklin, cuando afirmó “Quien renuncia a su libertad por seguridad, no merece ni libertad ni seguridad”, para conseguir y mantener ambas hay que ser firmes en la defensa de nuestros valores Occidentales.