VALÈNCIA. Al contrario de lo ocurrido en 2019, cuando el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, adelantó la fecha de las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales, este año los valencianos escogerán a la vez a sus representantes locales y regionales, como había sido habitual en la mayoría de las citas anteriores. Esta situación, no obstante, suele acarrear una menor movilización del electorado, que se siente más concernido por la presidencia del Gobierno que por las alcaldías o la jefatura del Consell, e incrementa también las posibilidades de que la ciudadanía no se decante por el mismo partido en ambas convocatorias pese a celebrarse a la vez, una cuestión que suscita inquietud en varias formaciones.
De hecho, en una reciente encuesta interna, el PSPV-PSOE reconocía que casi un cuarto de los votantes podría introducir papeletas de distinto signo en las urnas de las municipales y las autonómicas. Pero más allá de lo que ocurra el 28 de mayo, el análisis de resultados anteriores constata que este fenómeno se produce, sobre todo, con la irrupción de nuevos actores políticos en la década pasada. "La entrada de nuevas formaciones facilita el voto dual, hay más opciones dentro de un mismo bloque ideológico que con el bipartidismo, asegura la profesora de Ciencias Políticas en la Universidad CEU Cardenal Herrera, Blanca Nicasio.
De este modo, ahora los electores tienden a decantarse más por el PSOE y el PP en los comicios locales, dos partidos que obtienen un menor porcentaje de votos en los procesos autonómicos. Así sucedió en 2015, cuando los socialistas aglutinaron el 24,9% de las papeletas a nivel municipal pero redujeron su peso cuatro puntos en las regionales. Cuatro años más tarde, y con las elecciones locales y autonómicas separadas por un mes, la diferencia creció hasta los siete puntos porcentuales. Lo mismo exactamente sucedió con los populares, que en 2019 recogieron el 26,5% del voto municipal por el 19,3% logrado en las autonómicas.
“El PP y PSOE son formaciones con una estructura muy fuerte en el ámbito municipal, y los partidos nuevos no la tienen”, asegura Nicasio. Por ello, estos últimos suelen obtener “mejores resultados en las autonómicas”, como ha ocurrido siempre con Ciudadanos, Podemos o Vox desde su nacimiento, sobre todo allí donde tienen liderazgos muy visibles. “El peso del candidato también es relevante. Si no tienes líderes conocidos, es más difícil contar con ese voto”. Ello explicaría en parte, según expone la profesora del CEU, situaciones como la de Ciudadanos en las autonómicas de 2019, cuando Toni Cantó, candidato de Albert Rivera en la Comunitat Valenciana, se situó como tercera fuerza con un 17,8% de los votos mientras que su formación, a nivel local, no alcanzó un mes después el 11%.
En este sentido, las ciudades de Alicante y Castellón reflejan a la perfección cómo los partidos tradicionales recogen muchos más votos para la alcaldía que para Generalitat Valenciana, con un PSOE que es primera fuerza en ambos casos seguido del PP y, a mucha más distancia, por opciones como las de Ciudadanos o Compromís. Pero existen otros escenarios, como demuestra la ciudad de València. Allí, Compromís y Joan Ribó sacaron en 2019 el 27,5% de los votos a la alcaldía, mejoraron su anterior resultado y superaron al PP como partido más votado. No obstante, el apoyo a su partido para las autonómicas, aunque igualmente mayoritario, cayó en la ciudad en más de seis puntos mientras creció el de PSOE y Unidas Podemos.
“A nivel local es más fácil no dejarse llevar por las siglas”, mantiene el director del grupo de investigación en Procesos Electorales y Opinión Pública (GIPEyOP) y catedrático de la Universitat de València, José Manuel Pavía, quien indica que en los municipios se valora más “que conoces a la persona y sabes quién es”. De igual modo, Nicasio apunta que en la política de proximidad, y especialmente en los pueblos de pocos habitantes, “pesa más la cercanía que en las elecciones autonómicas, donde los temas de campaña son más importantes”. Aun así, y como demuestra València, estas situaciones pueden darse ya incluso en grandes ciudades.
Más allá de las cuestiones anteriores, precisamente los asuntos que se tratan durante la campaña electoral pueden contribuir también a acentuar la aparición de un voto dual. "Si el votante distingue entre temas autonómicos y locales, es más probable que pueda producirse una diferenciación" a la hora introducir la papeleta en la urna, indica Nicasio. De hecho, en el caso concreto de las convocatorias del próximo domingo, y dada la importancia de los resultados regionales en el devenir de la política estatal, la agenda nacional podría igualmente "contaminar la campaña".
Este asunto influiría en principio más en el voto a la presidencia del Consell que en las alcaldías, ya que según se reflejaba en el barómetro de diciembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), hasta un 43,5% de los valencianos, casi la mitad de los encuestados, "señalaba que de cara a unas elecciones autonómicas los temas que más le preocupaban eran los de ámbito nacional".
Además, el peso de la población indecisa repercutiría igualmente en este fenómeno, ya que aquellos electores que tienen una menor identificación partidista "es más probable que voten a partidos diferentes". "Esto es interesante por el CIS de marzo preguntaba a los ciudadanos si ya habían elegido el sentido de su voto, y en torno a un 60% decía que iba a decidirlo en campaña o incluso el día de las elecciones", matiza Nicasio.