Hacemos caso omiso de las leyes del espacio/tiempo y pedimos que los profesionales del audiovisual nos cuenten con qué iconos del cine que ya no están entre nosotros les gustaría trabajar y qué películas saldrían de esa burla a la muerte
VALÈNCIA. El penúltimo en fallecer ha sido Jean Paul Belmondo, pero la cadencia resulta siempre parecida. En cuanto uno de las grandes figuras del celuloide decide visitar a Caronte, la alquimia de la añoranza pone en marcha sus engranajes. Se glosa el legado del susodicho, se vuelven a recorrer sus ecuaciones filmográficas. Se diseñan programan tributos y retrospectivas. Pareciera que la mitomanía siempre es más entusiasta cuando se conjuga en pretérito perfecto. Por otra parte, coincidiendo con el Año Berlanga, es frecuente encontrar en redes sociales esbozos sobre cómo rodaría el homenajeado el esperpéntico aquí y ahora en el que chapoteamos. Hay algo en ese ‘Lo que pudo haber sido y no fue’ que nos fascina y reconforta a partes iguales. Quizás se deba a que brilla en la tranquilidad de aquello que solo tiene sentido en tanto que inalcanzable.
Pero… ¿y si fingimos que ese juego de espejos entre presente y pasado sí que puede llegar a ser viable? Tranquilidad, esta humilde redactora no domina todavía las artes de la nigromancia (ni siquiera sabe hacer un potaje digno) y el concepto ‘hologramas de famosos que ya no están entre nosotros aunque se suben al escenario a hacer cosas de personas vivas’ le genera, digamos, angustia existencial. Sin embargo, como la palabra escrita puede burlarse impunemente de las leyes de la termodinámica, en Culturplaza hemos decidido zambullimos en un puñado de coyunturas tan inverosímiles como anheladas.
La propuesta tiene el mismo nivel de complicación que hervir un huevo: profesionales de distintos rincones del audiovisual confiesan con qué iconos del celuloide de otros tiempos les gustaría trabajar. O dicho de otro modo, si tuvieran un manual de magia negra, una máquina del tiempo y presupuesto para poner en marcha un rodaje… ¿qué nombres brotarían de su garganta? Guionistas de ingenio endemoniado, actrices que exudaban carisma a través de la pantalla, directores que han asfaltado nuestras carreteras cinéfilas más íntimas… No se trata de realizar un ejercicio de nostalgia reaccionaria o melancolía paralizante, sino de ejercitar sin complejos el músculo de la fantasía.
Huimos del engañoso ‘Cualquier tiempo pasado fue mejor’ y planteamos una potencial cartelera regida por el interrogante: ‘¿Qué pasaría si…?’. Aquí hemos venido a dinamitar los equilibrios del espacio-tiempo. Y a proyectar posibilidades imaginarias que le hacen un corte de mangas a ese artefacto tan prosaico al que llamamos realidad. ¿Nuestros entrevistados compartirían pantalla con Marlene Dietrich o Katharine Hepburn? ¿Se pondrían bajo la batuta de Kurosawa o Tarkovski? ¿Firmarían a cuatro manos un guion con Billy Wilder? ¿Y qué películas saldrían de estas colaboraciones que desafían a la muerte? Spoiler: a Berlanga le deben estar pitando los oídos una barbaridad, pues es Trending Topic (también) en los siguientes párrafos.
“Me vienen rápido a la cabeza los grandes clásicos: Bergman, Orson Welles, Cassavettes; y me doy cuenta de que los tres guardan una relación especial con el teatro, daban mucha importancia al trabajo del actor en sus películas. Opening Night estaba llena de improvisaciones muy trabajadas previamente…¿y a qué actriz no le hubiera gustado ser Gena Rowland en la filmografía de Cassavettes?
¡Cómo no, me encantaría haber coincidido con nuestro Berlanga! Ser tan crítico, hablar de temas tan complicados como nuestra Guerra Civil con tanta humanidad y humor, ese humor que salva… Seguro que era divertido trabajar con él.
También me doy cuenta de que me surgen pocos nombres de directoras fallecidas, y es que hay pocas… En cambio, se me ocurren muchas que están vivas con las que me encantaría trabajar: Celia Rico, Clara Roquet, Julia Ducournau, Jane Campion… ¡Al menos empieza a haber más!
Y entre listado y listado, llego a Bette Davis y Rosa María Sardá, dos mujeres que me hubieran quitado el sueño si llego a compartir escena con ellas, hubiera estado llena de miedo y de admiración a partes iguales. Esas mujeres que hacen que quieras ser mejor en tu trabajo, que te empujan a seguir en un mundo laboral extraño y difícil como es el de actriz. Dos artistazas”.
Pablo Plaza
“Luis Buñuel continuaria riguent-se de l’aristocràcia i de la religió del S. XXI que, malauradament, no han evolucionat al mateix ritme que la societat. Rodaria cinema experimental? Es mouria per la subcultura i contracultura avantguardista actual, rodant peces quimèriques, surrealistes i il·lusòries com als seus anys francesos? O apostaria per un cinema més comercial, més vendible i comprensible, com part de la seua etapa mexicana? Qué bé es duria Buñuel amb els francesos Léos Carax, Gaspar Noé o Michel Gondry. O potser no. Però gaudiriem d’ell igual que gaudim del nou surrealisme francés”.
Lluís Campello
“La veritat és que em crida més el vore com haurien evolucionant ideològicament certs autors i autores que el poder tornar a vore pel·lícules seues pel fet artístic. És a dir, m'encantaria vore una pel·lícula de Eisenstein o Leni Riefenstahl ara però havent viscut des d'aleshores. Tot i que encara m'agradaria més que el pensament nazi de Leni l'haguera portat a l'actualitat a abandonar el cine propagandístic i se dedicara a l'entreteniment propagandístic i dirigira programes tipo Masterchef.
M'interessaria molt vore també com Berlanga o Fellini retratarien el nou auge de l'extrema dreta a Espanya i a Itàlia respectivament. I com a El crepúsculo de los dioses -on ix Buster Keaton fent un poc de metacine i parlant precisament de la transició entre el cine mut i el sonor, i com en eixe pas molts es van quedar enrere- seria molt curiós vore alguns d'eixos actors i actrius que venien del slapstick, del cine de caigudes i trompaes vore com s'adapten als nous temps, i als nous formats de consum. Tinc prou clar que esta gent ho petaria en TikTok i fent minisèries o gags per xarxes”.
“Sin dudarlo me hubiera encantado trabajar con Pepe Isbert. Soy fan total. Hace años leí una pequeña biografía suya que encontré en una biblioteca pública y aún recuerdo varios detalles: su primer papel haciendo del asesino de Canalejas en un noticiario mudo de la época, que su familia era de orígenes griegos (¿sería Ysbert?) y que de joven pasó una larga temporada en València y, según decía, le gustaba mucho pasarse las tardes en el Parterre.
Isbert es reconocido por sus dotes naturales para la comedia, pero creo que más allá tenía una dualidad poco explotada también para el drama, como en Fulano y Mengano (1957) junto a Juanjo Menéndez. Creo que también y pese a la comedia el drama asoma la patita en su papel para El Verdugo (sin duda para mí la mejor película de la historia del cine español) Allí, entre las risas asoman más de un “ay...” que te deja helado.Y si tuviera la suerte, el sueño imposible, de poder trabajar con él sinceramente no sabría qué hacer. Me genera demasiado respeto y cualquier cosa que haría soy plenamente conscientemente de que no estaría a su altura”.
“Me hubiese gustado trabajar con Natalie Wood. Su forma de expresar ciertos sentimientos ante la cámara es en su mayoría inesperada y genuina. En Esplendor en la hierba, disfruté mucho fijándome en su interpretación, en su forma de moverse y sobre todo en sus gestos… Me parece extraordinaria su manera de interpretar a los personajes. Por supuesto me hubiese gustado participar en la película anteriormente mencionada por su guion transgresor y su final, nada habitual para la época. Me hubiese pasado el rodaje observando a Natalie Wood y aprendiendo de su arte… ¡Estoy segura de que el director me habría llamado la atención por estar más pendiente de su interpretación que de la mía!
También habría querido compartir pantalla con Gregory Peck. ¡Me fascina su figura y su mirada…! Y, por supuesto, su manera de afrontar los personajes, haciéndolo de una forma limpia y precisa. No puedo olvidarme de sus cejas, lo primero que viene a mi mente cuando escucho su nombre son esas cejas oscuras y marcadas que formaban parte de su encanto personal, ¡sin duda!
Por otra parte, uno de mis directores favoritos es Berlanga. ¡Sus películas son tan sabias y alocadas a la vez! Viendo reportajes sobre sus obras, no me cuesta imaginarme lo divertido que ha debido ser estar en esos rodajes . Los elencos de sus proyectos están llenos de grandes actores y actrices que han formado parte de nuestro cine español. Estar en una de sus películas es haber hecho historia. El universo Berlanga nos ha enseñado a reírnos del lado más miserable y trágico de la España más oscura e injusta de nuestros tiempos… La de ahora, al menos, nos ofrece libertad para crear casi… Sin censuras”.
“¿¡Belmondo?! Si parece que fue ayer cuando me enseñó a liar cigarrillos, cuando me demostró que se puede viajar en plano discontinuo… Recuerdo apoyarme en la pared de cualquier calle a leer el periódico, simplemente, para que no desapareciera el gesto.
Se van los mejores… ¡y los peores! Aunque, como dijo Catherine Keener en Being John Malkovic: “¿Quién se acuerda ya de ellos?”. Me encantaría encontrarme con el insaciable Roger Corman (si no me decís ahora que ese viejo lleva muerto 20 años) antes de que sea ‘tarde’. De inmediato le retaría a filmar la mejor peor película y acabaría siendo demasiado buena para ser la peor, y demasiado mala como para ser recordada… Igual que (casi) les pasó al caótico pero persistente Carles Mira, al calculador pero creativo Enrique Navarro, al pendenciero pero comprometido Armand Guerra, al humilde pero genial Toni Canet… Con estos (y otros cuantos) sí os debo una película. De esas de cine valenciano del que se hace (mejor de lo que parece) y se olvida antes de que puedas decir ‘tarta de arándanos’. Pero yo nunca me olvidaría, como no me olvido de ese gesto que hizo Belmondo, ese que 30 años después aún seducía en un anuncio de vermú… donde debutó Charlize Theron… ese gesto eterno en el que Jean Paul se pasa su dedo gordo…. por los labios”.
“Por una parte, me quedo con el binomio Luis García Berlanga – Rafael Azcona. Retratistas sociales de un ingenio asombroso y ácido, que predisponían a grandes elencos actorales a una maravillosa locura. Curiosamente, descubrí antes a Berlanga persona que cineasta a través de la mirada de su hijo y también director Jose Luis García Berlanga durante los rodajes de Hospital Central. Me fascinaba escuchar el amor con que hablaba de su padre a nivel familiar y quise conocer el cine que hacía este tipo tan adelantado a su tiempo.
Y, como actor, mi icono español es Francisco Rabal, un rotundo y tierno animal interpretativo. Me embarcaría con él en cualquier proyecto donde hiciera de su aprendiz”.
“Me encantaría ver cómo sentiría Agnès Varda la realidad de hoy. A qué le prestaría atención y qué nos mostraría su mirada. Varda revolucionó el mundo del cine con una mirada personal y única. Experimentó tanto en forma como en temática prestando atención a los movimientos sociales de su tiempo con imágenes que denotaban sensibilidad, curiosidad y originalidad.
Su obra hace patente la importancia del punto de vista y su carrera fue una muestra de alguien que vivió el cine con pasión, inteligencia e interés por mostrar el mundo. Y el mundo como lo veía ella es bellísimo”.
“Si mañana me dices que puedo rodar con cualquiera, me gustaría muchísimo trabajar con Alfredo Landa. Me declaro un Landista total, absoluto y confeso. Me divierto mucho con esas películas en las que interpreta a ese arquetipo de macho ibérico bajito y peludo… Son títulos con los que he crecido, en mi casa se veían mucho cuando era pequeño. También soy muy, muy, muy fan de Paco Martínez Soria. Creo que es un personaje importantísimo en la historia de nuestra cinematografía.
En general, soy defensor de ese tipo de producciones que se han denominado ‘casposas’, pero que para toda una generación fueron una forma de abrir los ojos y empezar a ver el mundo de otra manera. Es cierto que en nuestro contexto resultan terriblemente machistas, pero para saber adónde vamos no podemos olvidar de dónde venimos y lo que teníamos.
Y ahora que se ha ido el gran Mario Camus, pienso que también me habría encantado participar en el rodaje de Los Santos Inocentes, una de las películas más redondas del cine español y con un reparto muy potente. Imagino mirar a mi alrededor y ver a Landa, Paco Rabal, Juan Diego, Terele Pávez…”.
Si, puestos a elegir, preferirías clavarte un tenedor en la garganta a padecer otra sobremesa tertulianeando sin ton ni son sobre la actualidad política, el coronavirus o el parte meteorológico de la semana, Castellón Plaza te brinda la oportunidad de introducir este nuevo tema de debate entre tus comensales: ¿a qué icono del cine rescatarían del más allá para filmar nuestro 2021? De nada.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto