CASTELLÓ. Los siete goles que ha sumado Jesús de Miguel en nueve jornadas de Liga le convierten en el máximo realizador de los dos grupos de Primera Federación. Pero la importancia que tiene este futbolista en el ataque del Castellón va mucho más allá de sus anotaciones.
El delantero madrileño aporta un valor añadido a esa faceta con los kilómetros que recorre en cada partido y su apoyo en la presión en bloque que realiza el equipo para entorpecer la salida de balón de los rivales.
El pasado domingo dio una prueba de ello en el primer gol del Castellón, marcado a los cinco minutos de juego. El tanto fue obra de Medunjanin, pero el atacante fue clave en la anotación gracias a su presión sobre la salida de balón del Atlético de Madrid. Provocó la pérdida de balón de los colchoneros presionando primero al portero, que despejó mal, y después al central, al que acabó quitando la pelota dentro del área. Esa doble acción provocó una superioridad numérica que aprovechó Villahermosa para asistir al centrocampista bosnio, que puso el 1-0.
No es la primera vez que el Castellón saca rendimiento a un esfuerzo de De Miguel en la presión. Ya ocurrió en el primer partido de Liga, frente al Málaga, cuando el madrileño acosó al defensa para hacerse con la pelota y convertir, él mismo, el tanto que dio el triunfo a los albinegros.
Además, De Miguel participa en la elaboración, con paredes lejos del área que ayudan a allanar el camino hacia el gol.
Con estas sumas, el delantero se ha adaptado a la perfección al modelo de juego de Schreuder y se ha convertido en un jugador fundamental en los esquemas del neerlandés. El delantero de moda en Primera Federación es mucho más que un hombre gol.