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los dados de hierro / OPINIÓN

De inmigrantes y mentiras

19/02/2023 - 

“La inmigración presiona a la baja los salarios”, afirman algunos. Esto, en principio, es cierto: si a una demanda fija de trabajadores se le opone una oferta cada vez mayor por mor de la inmigración, el precio de los mismos (es decir, los salarios) tenderá a bajar, esa es la ley de la oferta y la demanda. La trampa está en que es falso que la demanda sea fija: si aumenta la población residente en España (como hace gracias a la inmigración), aumenta también la demanda de viviendas, comida, transporte o restauración, lo que lleva a su vez a una mayor demanda de trabajadores para proveer esos bienes. Los economistas llevan siglos debatiendo si lo uno compensa lo otro y en qué medida, pero países como los Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda llevan dos siglos con un 10-15% de población nacida fuera de sus fronteras y no les ha ido mal. Y además, cuando las cosas van mal en el país de acogida, son precisamente los inmigrantes más recientes y menos arraigados los que suelen hacer las maletas y buscar suerte en otro sitio.

Pero, además, quienes quieren reducir la inmigración muchas veces no se oponen a ella por motivos económicos, sino por razones culturales. Especialmente, a aquellos inmigrantes que perciben como “culturalmente nocivos”, pero como decirlo así queda feo –por decirlo suavemente- se aducen los motivos económicos. Recientemente tuvimos un ejemplo de libro: cuando el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz comenzó a aumentar las inspecciones de trabajo en las explotaciones agrícolas, partidos y organizaciones normalmente muy críticos con la inmigración, en vez de alabar que se estuviesen destapando grandes bolsas de trabajadores inmigrantes “sin papeles”, pusieron el grito en el cielo con que se estuviese “criminalizando a los empresarios”. La verdad, si en una serie de inspecciones aleatorias se encuentran irregularidades (por no decir ilegalidades abiertas) en el 80% de las mismas, creo que los que están criminalizando a los empresarios son ellos mismos. Aquí había un reconocimiento implícito de que la inmigración, al menos en el campo, era económicamente necesaria.

La cuestión, al margen de que la inmigración sea buena o mala, es que EXISTE: y toda la demagogia alrededor del “pues habrá que regularla” es eso, demagogia, porque ya está regulada. Con leyes, con CIEs, con permisos de residencia, con deportaciones. Y aun así sigue y seguirá produciéndose. En parte por razones políticas, económicas y demográficas que no están realmente a nuestra disposición, pero también por otras sobre las que preferimos pasar por encima, no sea que nos pillen. Me refiero al hecho de que ponemos cada vez mayores barreras a la inmigración desde el Sur Global… mientras quitamos casi todas las barreras al dinero del Sur Global. En nuestro mundo tan fantásticamente globalizado tiene más libertad de movimiento un billete de 500€ que un ser humano.

Foto: EUROPA PRESS

Cualquier boliviano, senegalés o pakistaní puede transferir su dinero a España, pero le costará muchísimo más venir en persona. Claro que la mayoría de los bolivianos, senegaleses o pakistaníes tendrán cosas mejores que hacer con su dinero que mandárnoslo, eso solo lo hace una minoría, sus ricos locales – los cuales, por cierto, no tienen absolutamente ningún problema para venir a España. Gracias a una reforma del año 2013, los extranjeros extracomunitarios pueden obtener un permiso de residencia en España a cambio de comprar una vivienda por más de 500.000€ (alternativamente, también vale comprar dos millones de deuda pública). Una medida que sin duda puso su granito de arena en mantener el precio de los pisos en las postrimerías de la Gran Recesión, aunque supongo que ya depende de cada uno si eso es bueno o malo. La reforma, por cierto, figura en la Ley de Emprendedores, nada menos, e incluye un permiso de trabajo, aunque no sé yo qué tiene de “emprendedor” comprar pisos, ni cuantas ganas de recoger fresón va a tener alguien que puede pagar a tocateja dos millones de euros.

La cuestión es que ese dinero el rico del Sur Global lo suele ganar explotando al pobre, y lo trae al Norte Global porque no se fía… y porque puede. Si no pudiese hacerlo, se vería obligado a invertirlo en su país de origen, lo que seguramente reduciría la presión migratoria, y además le obligaría a preocuparse por el nivel de vida de la clase trabajadora local, primero, para que alguien le compre sus productos, y segundo para no tener sorpresas desagradables. Sorpresas políticas, del tipo que en el Norte Global ya no ocurren, pero que con gente muriéndose de hambre no se pueden descartar. Como les dejamos traer el dinero, se descapitaliza su país, y ante esto los trabajadores empobrecidos hacen lo mismo que Wall Street: un follow the money como la copa de un pino. Occidente deja que entre el dinero… y luego se sorprende que la gente venga detrás.

Si fuera por mi, lo haría al revés: fuertes controles de capital, y libertad de movimiento para las personas. Como esto igual no tiene el suficiente apoyo, estaría dispuesto a un compromiso de mismas regulaciones para el capital que para las personas: si queremos que el capital circule, que las personas también lo hagan. Y si mantenemos las actuales regulaciones contra la inmigración, pues como mínimo apliquémoslas también a los capitales: cupo limitado, distinguir entre residencia y trabajo, e incautación en los mismos supuestos en que se practican actualmente las expulsiones (actividades ilegales o contrarias a los intereses españoles, haber sido condenado por delito sancionado con pena privativa de libertad superior a un año, incurrir en demora u ocultación dolosas o falsedad grave en la obligación de poner en conocimiento del Ministerio del Interior las circunstancias relativas a su situación…).

Alguno dirá que es posible que esto afecte a la inversión extranjera en España. Por supuesto. El problema es que oímos “inversión extranjera” y pensamos que vienen Steve Jobs y Elon Musk a montar una fábrica donde diseñar y fabricar iPhones y Teslas pagando sueldos propios de Silicon Valley… cuando en realidad la mayoría de las veces es un fondo extranjero que viene a comprar activos inmobiliarios. Y cuando los banqueros de Wall Street compran diez mil pisos en España, no es precisamente para vivir en ellos. Así que es posible que bastantes españoles salgan ganando si hay menos inversión extranjera.

Se supone que nuestro modelo económico actual está diseñado para llevar el capital “donde más falta hace y donde es más rentable”, pero en la práctica el juego está trucado y es imposible que ganen todos (porque se truca precisamente para que unos ganen mucho más a costa de que otros pierdan). Este modelo hay que romperlo, pero romperlo en los inmigrantes, precisamente el eslabón más débil y miserable de toda la cadena, es inmoral. En año de elecciones, conviene recordarlo.

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