La participación ha sido determinante y también muy emocionante. Hemos votado masivamente. Hemos votado con ilusión, esperanza, con dignidad. Emocionante ver votar a las personas con capacidades diferentes. Se ha votado pensando en el futuro, calculando y valorando las amenazas que los jinetes del Apocalipsis nos han gritado señalándonos con el dedo exterminador. El PSOE ha ganado las elecciones generales y resultó preocupante comprobar la noche del domingo las insistentes maniobras de algunos poderes mediáticos augurando un giro de Sánchez hacia Rivera. Aquí, en nuestro pequeño país mediterráneo, ha sido también muy importante la participación. Aquí, el PSOE ha sido el partido más votado desde 1989 y el PSPV, desde 1991. El PP ya no es la primera fuerza política del país valenciano.
Aquí, esa noche, había calma tensa. El escrutinio avanzaba con lentitud, los datos eran un goteo desesperante para partidos y para los medios de comunicación. Tremendos datos como Alicante donde Vox adelanta a Compromís. Alucinante. Ganando, casi empatando, ganando con escasa diferencia, papeleta a papeleta hasta la victoria final. La segunda edición del Botànic es una realidad que celebra el pueblo autonómico.
Menos mal que los pronósticos que dibujaban las encuestas no han otorgado los escaños previstos para Vox. Aun así, han cosechado éxito porque la ultraderecha ha entrado de lleno en la agenda política de este país, legitimando el racismo, la homofobia, la misoginia y ondeando las banderas del odio y la confrontación. La noche del domingo canalizaron sus miserias hinchando venas contra la “derechita cobarde” del PP. Tras esta tenebrosa oscuridad ha estado cierto poder económico, mediático y hasta el nuevo orden mundial del que juega peligrosamente la baza del fascismo. Esa noche, Abascal y Smith daban miedo en su comparecencia, gozando de amplia repercusión en las televisiones.
Menos mal que la otra derecha, la de Pablo Casado, se ha estrellado y el PP va a ir diluyéndose a partir de ahora, desdibujándose en sus aspiraciones y con muchas posibilidades de pasar a la historia como el PP visionario de Aznar y Casado que aniquiló al PP. Al borde de la medianoche solo una decena de personas esperaba en la calle Génova a que Casado saliera a saludar. Tras las elecciones del 26 de mayo pueden estallar en mil pedazos. (Quizá, anoche, Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría cantaran a Duncan Dhu …y cien gaviotas donde irán…. que ya no volverán…).
Este domingo era muy importante votar. Para frenar los muros que pretenden levantar, para no perder derechos ni libertades. Por la sanidad pública, educación pública, pensiones, cultura, empleo, por el medio ambiente
Menos mal que los ciudadanos de Rivera también han pinchado parte del globo de la soberbia. Han aumentado en votos y escaños y el posicionamiento del mega líder escorándose hacia la derechona les lleva a ocupar ese espacio nada centrista, el hueco que van a dejar los populares. Era una operación programada. Divides la derecha en tres porciones que, además, han enloquecido y se han inmolado pegados a la bandera española. Sembraron entre las tres derechas tantos vientos que están recogiendo tempestades. Sembraron tanto miedo que han movilizado como nunca a toda la buena, progresista y sensata ciudadanía. No todo vale en política.
Este domingo era muy importante votar. Para frenar los muros que pretenden levantar, para no perder derechos ni libertades. Por la sanidad pública, educación pública, pensiones, cultura, empleo, por el medio ambiente... Para seguir luchando por la igualdad real, por la justicia social, para poder combatir el terrorismo machista. Por la convivencia, la tolerancia, el respeto, la estima ciudadana. Por la democracia. Yo voté con la fuerza de mis primeras elecciones. He votado para no retroceder, por el futuro de este país, el de mis hijos y sus hijas e hijos. He votado para defender los Derechos Humanos. Porque no es posible la involución en el mundo que pretenden los señores del planeta apagando las luces. Y he votado, sobre todo, por las mujeres, por sus derechos, por sus vidas, su futuro y su felicidad. He votado en defensa propia, como bien reflexionaba hace unos días la colega Julia Otero. Porque el voto de las mujeres es el que está frenando el avance de la ultraderecha en muchos países.
Ha ganado el futuro, ha perdido el pasado, como dijo esa noche de domingo, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.