la escritora de castelló publica su tercera novela

Desirée Ruiz: "Cuando escribo me meto en un mundo propio, muy solitario"

Foto: ANTONIO PRADAS
2/02/2023 - 

CASTELLÓ. Desirée Ruiz ha volcado en Villa Melania todo lo aprendido como lectora. Aunque es la tercera novela que la escritora afincada en Castelló publica -antes vinieron Ofelia descalza y El silencio acuna pesadillas-, con la historia que ha publicado este mismo miércoles despliega una saga familiar, con nada menos que diecisiete personajes presentes, que cumple perfectamente lo que a un libro de suspense psicológico se le pide. Villa Melania arranca con la caída desde una torre de una mujer en la víspera del Día de Reyes de 1966. Medio siglo después, este trágico suceso se repite con una nueva muerte en la misma residencia familiar. 

El misterio, pero también los secretos y la compleja relación entre sus personajes empieza a construir desde ese instante la trama, a la que su autora colma de descripciones y detalles. Desde lo puramente físico, como la descripción de la casa, hasta el uso de silencios, visiones parciales o elementos inquietantes que ayudan a crear una atmosfera plenamente gótica. Desirée Ruiz estará el 9 de febrero en la librería Argot presentando su novela, pero antes se cita con Castellón Plaza para contar cómo ha sido el proceso de escritura.

-¿Qué tienen las mansiones para que sean el núcleo de tantas historias de suspense? ¿No es un recurso muy manido?
-Las casas tienen carácter propio y van recogiendo de alguna manera todas las historias que ocurren dentro de ellas. Incluso van recogiendo características de los propietarios. Las casas, más que los pisos, están aisladas, son como una especie de burbuja donde sucede de todo. Siempre me han apasionado tanto los libros como las películas que transcurren dentro de una casa porque dan un toque de misterio. Es importante la relación entre pasado y presente que se da en ellas. Una casa es un lugar perfecto para desarrollar una novela.

-En este caso la describes con todo lujo de detalles.
-Sí, porque la arquitectura de la casa tiene ese punto gótico y misterio en sí misma. No podemos desvelar algunos detalles, pero el misterio lo tiene la propia casa. Hay elementos que te llevan directamente al pasado, a la tragedia que ocurrió. Es lo que crea la atmósfera. Puede considerarse casi como un personaje más de la historia. 

-En Villa Melania haces un homenaje a clásicos demoníacos tan diferentes como Rebeca y Jane Eyre. ¿En qué medida han marcado tu novela?
-Mucho porque soy una gran lectora de ese tipo de novelas. Precisamente Jane Eyre es mi novela favorita. Las hermanas Brontë son mis escritoras favoritas. Y Rebeca también tiene algo muy misterioso, que va quedándose ahí aunque pasen los años. Es una novela que siempre puedes releer y te genera siempre las mismas sensaciones. Me gustan las novelas que tienen ese aspecto misterioso, gótico, que rompe un poco con nuestra realidad, que es tan fría a veces.

Foto: ANTONIO PRADAS 
-¿Y qué te impulsó a escribir esta historia?
-Lo primero en lo que pensé fue en el personaje, en Melania, que es el personaje fundamental sobre el que gira toda la historia. Un personaje muy romántico, extraño, fascinante. Después pensé que tenía que tener una casa y a raíz del trágico suceso que da comienzo, ya fue produciéndose toda la trama.

-Narras una saga familiar en la que aparecen hasta 17 personajes. ¿Era necesaria esa multiplicidad para impulsar la acción?
-Yo creo que sí. Es verdad que al principio pensé que eran muchos, pero luego se concentran en menos. Al final, un elemento importante de la novela es el tiempo y cómo influye el pasado en el presente. De hecho, la historia va dando saltos temporales del pasado al presente, porque necesitamos ver qué pasó con las generaciones que no están para entender por qué actúan los personajes presentes así.

-Por si no fuera bastante, también tomas el romanticismo victoriano como inspiración. ¿Fue complicado conjugar tantos elementos?
-No me resultó complicado, porque tenía clara la idea desde el principio y me gusta mucho escribir sobre ese tipo de elementos, sentimientos, ambientación... Evidentemente tuve que hacerme un esquema con todos los personajes para no perderme yo misma.

-Aprovechas este salto temporal también para poner al día el perfil de los personajes, especialmente de las mujeres protagonistas, cuyo papel en la sociedad no es el mismo en los 70 que en los 2000.
-Sí, porque sino parece que la obra pierde realismo, el lector no se lo creería si hubiera un personaje de la década de los setenta que actuará como una mujer de ahora, o al revés. Esto le aporta mucho a la historia. La diferencia entre las mujeres de ahora, que tienen cerca de 80 años, con la protagonista más joven Cloe, que tiene poco más de 20 años, le aporta más riqueza a la historia.

Foto: ANTONIO PRADAS

-¿Crees que pecan, precisamente, algunas historias de suspense de no actualizarse en este sentido?
-No lo sé, en mi caso me gusta profundizar en la psicología de los personajes porque es lo que realmente hace que funcione la historia. Los sentimientos que tienen, las relaciones que crean tan complejas y a veces tan contradictorias. Los miedos, los secretos que guardan... Todo aporta.

-La novela te sirve, de hecho, para tratar algunos tabúes sobre la salud mental. ¿Cómo puede la ficción ayudar a derribarlos?
-Dándole visibilidad. Aunque aportas una visión casi real sobre un hecho que es inventado, quizá el lector puede identificar el problema o sino comprenderlo. Me parece interesante el hecho de darle visibilidad, porque siempre se ha intentado ocultar o no hablar muy claro del tema.

-Que tu formación haya sido en derecho, ¿permite darle otra vuelta de tuerca a la escritura?
-Creo que no, porque son aspectos de mi vida muy diferenciados. Precisamente el derecho laboral y la empresa no tienen mucho que ver con las historias que escribo. Son dos mundos diferentes, está por un lado mi faceta como escritora y por otra mi faceta además como profesora en Formación y Orientación Laboral. Mis alumnos me aportan mucho, pero cuando estoy escribiendo me meto de lleno en un mundo propio. Es muy solitario y muy mío.

-Porque ¿cuál es tu relación con la escritura? O más bien, ¿qué esperas conseguir con esta?
-Escribo porque me gusta cómo me siento cuando escribo. Lo único que espero es poder seguir sintiendo lo mismo. En el momento en el que dejara de disfrutar escribiendo, creo que no tendría sentido hacerlo. Lo que disfruto es el proceso de meterte en una historia. Los personajes que creas casi son reales para ti, cuando llevas un tiempo escribiendo lo sientes así. Te suceden cosas y piensas en ellos casi como si fuera un conocido, vuelcas en ellos también cosas propias, experiencias, cosas que observas. Y además, cuando estás en el proceso de escritura, por lo menos a mi me pasa, estoy mucho más sensible a lo que me rodea. Veo cosas que cuando no estoy escribiendo no las veo, porque por las prisas y la forma de vivir no las percibo. Eso me llena muchísimo. Una vez que publico, obviamente quiero que los lectores disfruten como lo hago yo.

Foto: ANTONIO PRADAS 
-Publicas con Espasa, ¿la presión de vender libros cómo la llevas? 
-No me siento presionada en ese sentido, lo que más me pone nerviosa es precisamente las entrevistas por la exposición que supone, pero a la hora de escribir me siento muy libre. Siento que soy profesora como profesión y escritora quizá como vocación o como pasión.

-¿Te ves escribiendo un tipo de novela diferente?
-Me gusta este estilo. No me veo escribiendo novela negra ni de comedia o romántica. Soy lectora de todo, pero como escritora solo me veo escribiendo novela psicológica.

Ideas de novelas me surgen constantemente, lo difícil es escoger la buena idea. Tengo libretas llenas de ideas. Cuando estás muy pendiente de la realidad, de cada persona que puedes ver puedes sacar una idea. Todos encerramos secretos, vivimos emociones intensas. Detrás de cada persona puede haber una historia intensa. Incluso esas personas que vemos más sencillas o 'grises'. La realidad se forma de cosas pequeñitas y sencillas que hacen que nos sintamos de manera diferente.


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