ALICANTE. El alicantino Diego Menor no solo es el único (e histórico) representante del colectivo de autónomos de la Comunitat que se percató de que la maniobra del Consell para adelantar un día la reapertura de la hostelería tras la tercera ola penalizaba a los 'agraciados' con una mensualidad menos de subvención (mientras la mayoritaria ATA tenía que leerse las bases una y otra vez); también es de los pocos que pone en cuarentena las cifras de afiliados, alerta de la economía sumergida en torno a su figura, y asume de buen grado el papel de 'poli malo' en la pugna patronal entre CEV y Uepal, alicantinista convencido. Hablamos con el secretario general de la Federación de Autónomos Emprendedores de la Comunitat Valenciana (Faes-CV) para conocer de cerca cómo vive su colectivo la postpandemia y la crisis inflacionista.
-Centremos el debate. ¿Qué tal la foto fija del colectivo de autónomos en la provincia de Alicante y en la Comunitat Valenciana?
-Bueno, el colectivo de autónomos se encuentra en una situación de incertidumbre debido, como todos sabemos ya, a temas como la subida de materias primas o la subida de los costes energéticos. Estamos muy preocupados ahora mismo por la medida del Gobierno de esa reducción de 20 céntimos, en cómo va a afectar si esa medida no se prorroga.
-El descuento en el precio del combustible.
-Exacto. El colectivo de autónomos se encontrará una situación mucho más precaria. El aumento también de los tipos de interés, como todos sabemos, también afecta realmente a la situación del colectivo autónomo, que al final es un colectivo mayoritario, pero a su vez evidentemente minoritario, porque realmente el problema que tenemos muchas veces es de atomización, de excesiva pequeña empresa que nos resta competitividad, para lo cual habría que impulsar medidas que fomenten el asociacionismo, la colaboración entre autónomos y el crecimiento para ser competitivos. Preocupados también por la excesiva subcontratación. Tenemos muchos sectores donde generamos mucha precariedad laboral, pero eso no lleva a un crecimiento en los autónomos. Terminaremos este año con un aumento que no llega al 1%. Por lo tanto hay un crecimiento por los freelance y falsos autónomos. Independientemente de que otros sectores emergentes como el de las nuevas tecnologías esté en crecimiento. Pero realmente tenemos un estancamiento claro en el crecimiento de los autónomos. Habría que ver esa precariedad, porque al final el 70% aproximadamente no llega a los tres años de vida. Y ahora viene un cambio normativo, el 1 de enero, que no es que sea muy oneroso pero sí que nos quita la libertad de cotización al establecer un mínimo y un máximo.
-¿Se refiere a las nuevas tarifas de cotización de los autónomos según sus ingresos?
-Sí. El 1 de enero se abre una nueva situación, que aunque no es muy onerosa para el autónomo, nos encasilla en unos topes mínimos y máximos según ingresos. Perdemos la libertad de poder cotizar lo que nosotros quisiéramos. Por ejemplo, la cotización mínima va a ser 254 euros si ganas menos de 600.
-En esa escala, la verdad es que no parece que te quede mucho, si facturas 600 euros y pagas 254...
-Efectivamente, lo que pasa es que al final, la tarifa plana también ha llevado a unas consecuencias de precariedad laboral. Hablo de, por ejemplo, el sector de la logística, de transportes, y nos vamos ya directamente a los riders. Claro que se pueden mantener siempre que tengan un coste de Seguridad Social de tarifa plana de 60 euros, pero cuando empiezan a cotizar en el mínimo de autónomos que estaba en 294, pues es difícil mantener. Eso genera una falta de competencia con otros sectores de transporte. Es decir, que al final todos tenemos que jugar con las mismas armas. Entonces la tarifa plana estaba bien diseñada para esos emprendedores. Muchos sectores se han reconvertido gracias a esas tarifas planas, o no están con los mismos costes laborales que otras empresas. Esa es la grave problemática.
-Entonces, recapitulando: esta nueva normativa empieza a aplicarse el 1 de enero, y en principio lo ven positivo, más allá de la pérdida de libertad para elegir el nivel de cotización.
-Es positiva, no es muy onerosa. Los tramos son muy consecuentes, y realmente si nos vamos a la tarifa máxima, un señor que cobra más de 6.000 euros puede cotizar 500, hasta un máximo de 2.000 y pico. Realmente podríamos haber rebajado todavía más el coste de seguridad social, pero a su vez también la cotización sería inferior. Tenemos que pensar en los derechos futuros de pensiones. Otra cosa es que tengamos una precariedad laboral, y estemos dándole validez a una precariedad laboral. Fulanito está trabajando, no puede cotizar lo debido porque su empresario no le da los ingresos para que él tenga una cotización exacta. Por lo tanto, eso es un trabajador en precario. Y sabemos que ese trabajador, realmente pasa por ser un Régimen General y cotizar su derecho laboral como trabajador por cuenta ajena.
-Aparte de este cambio en las tarifas de cotización, ¿hay alguna otra normativa que les afecte? Porque a ustedes se les ha legislado bastante últimamente.
-Bueno, realmente llevamos hablando ya del cambio de cotizar según ingresos reales casi seis o siete años, desde la legislatura anterior. Es decir, nosotros realmente tenemos que luchar por crear un empresario, un autónomo, que no deja de ser un empresario, con una calidad de empleo importante y con unos derechos convergentes con el régimen general. Pero también teniendo en cuenta lo que es el valor superior de una empresa o de un autónomo, que es la creación de empleo, que también se le tiene que remunerar. No solo somos trabajadores, somos empresarios al mismo tiempo. Entonces tenemos planteamientos como es el tema del cambio normativo fiscal. Abogamos por un sistema fiscal más justo, en escala. Y la problemática clara de atomización de este sector, o del acceso al crédito, por supuesto.
-Imagino que cuando un autónomo pide un crédito, tiene que tirar de su garantía personal...
-Bueno, hablamos evidentemente de un planteamiento de solvencia y de patrimonio. Y dentro de lo que cabe, el acceso al crédito durante todo este tiempo ha sido mucho más restrictivo. Las condiciones de acceso a esos créditos. Entonces, bueno, hay que sacar instrumentos para que estos autónomos accedan con mayor facilidad al crédito, y más en los nuevos emprendedores, que es todavía más difícil.
-¿Cómo valoran las medidas que se han tomado específicamente para los autónomos con la guerra de Ucrania, la inflación, energía, etcétera?
-Bueno, realmente todas esas ayudas que aparte son generalistas, ayudan a todo el mundo en cualquier circunstancia, pues está claro que cuando uno se va a un colectivo de 135.000 autónomos ya a nivel provincial, en la última ayuda pues nos encontramos como al principio de la pandemia, que llegaba el crédito al 20% y el otro 80% se quedaba sin partida presupuestaria. Es una falta de planificación, porque aunque pongan plazos exiguos para que no se entere la gente, al final los autónomos se enteran y piden, y se quedan el 80% fuera. Si no limitamos las características de entrada a esas ayudas, generamos cierto desencanto, desaliento en el propio colectivo. Por ejemplo, a Alicante capital se destinaron 700.000 euros en las ayudas del Consell, cuando realmente necesitabas 4 millones de euros para poder atender a todos los autónomos.
-¿Cómo están reaccionando los autónomos a ese incremento de costes, por ejemplo en la luz?
-Muchos están buscando, evidentemente, posibilidades de rebajar sus tarifas a través de otras compañías. Pero todos están asumiendo subidas, evidentemente con coste en sus rendimientos personales. Tampoco pueden trasladar esa subida de precios al público en general en un sector muy competitivo, por ejemplo en hotelería y hostelería, y además en detrimento de un sector tan denostado como es el comercio tradicional. Vemos desaparición de comercio tradicional constantemente debido a un cambio de hábitos de consumo por las nuevas tecnologías. Las plataformas tan enormes están provocando que el consumidor tenga bastantes comercios online para poder comprar. Ese es otro problema de los autónomos, la adaptación a las nuevas tecnologías. Nos encontramos con colectivos de mayores de 50 años en riesgo de exclusión tecnológica, es un cambio que está generando mucha problemática al sector de servicios profesionales. La administración está provocando una mayor carga burocrática tanto al administrado como al intermediario. Porque ha cambiado el sistema de interlocución con el ciudadano y con el empresario. Contactar con administraciones como la Seguridad Social es tremendamente difícil. Antes de la pandemia todo funcionaba más o menos, y nos encontramos después de dos o tres años con unas cargas burocráticas superiores, que las estamos sufriendo todo el mundo. Estamos enseñando con sangre al ciudadano.
-Desde hace bastante tiempo, en la provincia de Alicante el porcentaje de autónomos sobre el total de afiliados es superior a la media.
-Sí, sí, estamos hablando un 25%, uno de cada cuatro trabajadores es autónomo. La economía de la provincia lo favorece, por sectores como la logística y la hostelería. Favorece la atomización de los autónomos, la subcontratación y también el crecimiento de falsos autónomos, porque esta es una una provincia donde la economía sumergida siempre ha sido también superior. En las épocas buenas somos los que creamos más empleo, y en las malas destruimos más. Eso desvía mucha actividad a la economía sumergida. Está claro que hay que provocar un cambio para revertir este esquema y generar un empleo con mayor calidad en la provincia.
-¿Cuántos autónomos del total de la provincia calcula que son falsos autónomos, es decir, que se dan de alta para cotizar pero dependen de una empresa que en realidad debería tenerlos en plantilla?
-Un 20% aproximadamente. Tenemos un gran componente del sector logístico, repartidores, riders... y no hablemos de los falsos autónomos en su sector, el periodístico, porque por desgracia ya no hay tantos medios como antes.