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ENAMORADOS DE LA MODA JUVENIL

Diseñadores “del renacimiento” para tiempos modernos

2/07/2022 - 

VALÈNCIA. Se dice de los emergentes que son “como artistas del renacimiento”, que hacen un poco de todo: toman autorretratos, se creen informáticos montando su propia web y además ocupan el lugar de los relaciones públicas haciéndose autobombo. Todo ello para llegar, en parte, a un nivel razonable de ventas y con ello lograr la ansiada estabilidad económica (y mental). Los nuevos diseñadores de moda tienen un talento clave, pero no cuentan con los medios para desarrollarlo... por ese mismo motivo se ven obligados a hacer un poco de todo, y a seguir la filosofía del Juan Palomo: “Yo me lo guiso, yo me lo como”. Sin embargo las jóvenes marcas cada vez cuentan con un mejor estudio de su entorno, y las redes les acogen para dar ese deseado “petardazo” que les llevará a la fama.

Tras la pandemia se curten dos perfiles claves, ellos son: Bonet y Coret, las dos marcas que llevan los apellidos de sus creadores: Ismael y Andrea, respectivamente. Ambos comenzaron con el proyecto tras una crisis existencial de “no saber qué hacer con sus vidas”, por lo que coser y cantar ante las penas parecía una buena opción. A día de hoy han encontrado en la red una manera clave de hacer currículum y un buen lugar para relacionarse con otros diseñadores. La red también es una herramienta clave con la que pueden controlar prácticamente todo lo que rodea a la "universo de la persona y marca" unidos por el hilo invisible de la identidad de cada uno. 

Dr. Jekyll y Mr. Hyde

“La marca entera soy yo” es un lema que Ismael Bonet y Andrea Coret llevan por bandera. Ellos no hacen “solo moda”; también trabajan estilismo, fotografía, editorial... y un sinfín de cosas más. Es por ello que muchas veces la línea entre sus vidas y la marca se desdibuja, tanto por el tiempo invertido como por el planteamiento de sus relatos. Los amigos se convierten en modelos, la ciudad en pasarela de moda y ellos mismos se convierten en fotógrafos profesionales con el motivo de poder sacar una buena editorial: “De un día para otro cogí a mi amiga Clara Arias y nos fuimos a hacer fotos por la ciudad”, relata Bonet, “lo bueno es cuando te rodeas de un buen equipo que te ayuda y que cree en tu trabajo”.  El equipo puede ser también el maestro, como es en el caso de Coret, quien tejía con su abuela: “Ella me enseñó todo lo que se, y luego a partir de ahí he ido puliendo”, cuenta la diseñadora, “mi abuela alucinaría con lo que hago ahora el ganchillo, en parte esto es homenaje a ella”.

El escaparate al mundo

Para ambos perfiles Instagram como herramienta se convierte en una obligación laboral más, lejos del disfrute: “Me siento con la necesidad de usar las redes constantemente con la marca, y eso no me gusta”, relata Coret entristecida, “siento una presión por publicarlo todo, cuando en realidad preferiría poder tomarme esto con mi filosofía propia”. En el mundo de la moda todo lo relacionado con la imagen es porfolio, por lo que encontrar la línea cuanto antes se torna en una necesidad clave, tal y como lo ve Bonet: “Instagram es un currículum, todo lo que haga tiene que estar ahí. Me gusta la idea de pensar eso de “fingirlo hasta lograrlo” por lo que hasta que no me contesten de los sitios a los que envío mi trabajo yo seguiré haciendo lo mío”.

Sin grandes medios, pero con ganas, los artistas toman muchas veces las calles o las terrazas y los pisos para poder conformar sus editoriales. Parte de la clave está en rodearse por un buen equipo, aunque ese esté conformado por una sola persona: “Lo bueno de no tener recursos es que te sacas las castañas del fuego”, entona con orgullo Bonet, “no es que no quiera o no sepa delegar, es que ahora mismo no puedo”. En el caso de Coret unas fotografías en un terraza hace apenas dos años le han supuesto ahora la capacidad de hacerse autónoma, e idealiza en algún momento vivir de su trabajo: “Poco a poco voy conformando mi imagen, tengo la suerte de que como también soy estilista he podido incluir algunas piezas de la marca en otras publicaciones”, aclara orgullosa. Con la necesidad de alcanzar un nivel profesional, aunque sin mucho dinero, los “renacentistas” se parten el lomo por su futuro, tejiéndolo con cuidado y con estampados de lo más desquiciados, sin perder el hilo de la marca y la persona... y sin confundirlos hasta la locura absoluta.

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