CASTELLÓ.La empresa Diglar Vicbal, que gestiona el aeródromo de la Llosa, cambia de manos. Su nuevo administrador es Sergio Ribelles, un empresario relacionado con la prestación de servicios para internet que hasta ahora era usuario del aeródromo debido a su gran afición por la aviación.
Fuentes conocedoras de la transacción explican que el nuevo administrador de Diglar Vicbal descarta ahora trasladar el aeródromo al terreno fuera de la zona húmeda de la Marjal de Almenara y del espacio protegido de la Red Natura 2000 que la empresa compró años atrás. El nuevo gestor del aeródromo pretende regularizar las actuales instalaciones, con 30 años de antigüedad, como paso previo para remodelarlas en profundidad. De momento ya ha efectuado trabajos de pintura y también ha encargado a un despacho de ingeniería la redacción del proyecto para tramitar la Declaración de Interés Comunitario (DIC).
El alcalde de la Llosa, Joaquín Llopis, asegura que no pondrá ninguna traba a la pervivencia del aeródromo en su actual ubicación “si cumple la normativa medioambiental y está toda la documentación y los informes técnicos en regla”. Eso sí, el primer edil del PP recomienda al nuevo propietario que negocie con Acció Ecologista Agró, partidario del traslado del aeródromo a los terrenos citrícolas de 37.689 metros cuadrados que compró Diglar Vicbal hace años al sureste del casco urbano de La Llosa, algo más al interior que el actual recinto.
"Tenemos muy buena relación con Agró y su colaboración con el Ayuntamiento es muy fluida, por eso creo que lo conveniente sería que llegaran ambas partes a un acuerdo", remarca el alcalde. Los ecologistas reclaman desde hace años el traslado del aeródromo porque consideran que ayudaría a la pervivencia de la importante colonia de flora silvestre mediterránea y de especies de aves como moritos, garzas y algunas rapaces que anidan en la marjal.
La compraventa del aeródromo se ha materializado dos años después de que la Generalitat emitiera la Declaración de Impacto Ambiental que autorizaba su traslado. El proyecto del nuevo recinto aéreo, que incluía un hangar con un club social, un aula formativa, una oficina y un museo, lo impulsaba Diglar Vicbal desde diciembre de 2016. Sin embargo no ha llegado a ver la luz, primero por la pandemia de la covid-19 que retrasó toda la tramitación, y luego por razones de tipo económico.
La anterior empresa propietaria diseñó una pista de vuelo de tierra compactada y hierba de 187 metros de largo y 15 de ancho, además de un segundo hangar con capacidad para estacionar hasta 40 aviones ultraligeros. Todo eso queda ahora completamente aparcado.
El actual recinto mantendrá su uso recreativo para naves monoplazas y biplazas con un peso limitado. Todos esos aparatos se desplazan con motores de un consumo similar al de un coche. Tanto el aeródromo como la escuela de vuelo en ultraligero solo podrán utilizarse en horario diurno, como ahora.