CASTELLÓ. El Castellón concluye un año 2020 que será recordado como el de su regreso al fútbol profesional en una temporada marcada por la crisis sanitaria del coronavirus y la incertidumbre sobre la resolución de la liga de Segunda B, con los albinegros como líderes de grupo en el momento de suspenderse la competición.
El club que preside Vicente Montesinos ha encontrado premio tras los sinsabores del pasado con el ansiado ascenso a Segunda División y concluye el año natural fuera de los puestos de descenso, aunque sabedor de lo mucho que tendrá que trabajar para mantener esas posiciones cuando concluya la temporada.
El año empezó con el Castellón ocupando la segunda posición del grupo III de Segunda División B, a un solo punto del líder, el Sabadell. El buen arranque de temporada del conjunto de Óscar Cano, que había sufrido lo indecible para mantener la categoría la temporada anterior, ya no era una ilusión momentánea, sino un cambio de rumbo con visos de continuidad.
Las buenas sensaciones que transmitía el equipo llevaron a la dirección del club a apostar claramente por el ascenso fichando a un delantero de peso en la categoría como Juanto Ortuño. El jugador yeclano lideró un mercado de invierno en el que se incorporaron tres jugadores más a la plantilla albinegra. Con su presencia, el ataque del Castellón se convirtió en uno de los más temibles de la categoría -César Díaz era uno de los máximos realizadores de Segunda B-, lo que mejoró las prestaciones del equipo a partir del ecuador del campeonato.
En la segunda vuelta, el equipo orellut se benefició de la racha goleadora de Juanto, que marcó siete goles en nueve partidos disputados para mantener a su equipo en la pelea por la primera plaza del grupo. En la jornada 28, la derrota del Sabadell ante el Espanyol B permitió al Castellón llegar a su partido con la posibilidad de abrir una brecha de cuatro puntos respecto a la segunda posición, pero los de Cano perdieron en casa ante el Prat, por lo que se quedaron con mala sensación pese a seguir liderando el grupo.
Lo que nadie imaginaba es que esa jornada fuera la última que se iba a disputar esa temporada. Quedaban diez partidos por delante, pero el coronavirus tenía otros planes para la Segunda División B y el campeonato se suspendió debido al confinamiento decretado por las autoridades. El parón, que en un principio era provisional, se fue alargando provocando una situación de confusión respecto al final de temporada.
Fueron cerca de tres meses de incertidumbre en los que se barajaron todo tipo de escenarios, desde la anulación de los ascensos y descensos, hasta la concesión de las plazas de ascenso a los equipos que lideraban sus grupos en ese momento, entre ellos el Castellón. Finalmente, la Federación Española de Fútbol resolvió cancelar el resto de la fase regular y programar un play off en formato reducido con los equipos que en ese momento ocupaban las cuatro primeras plazas de cada grupo, y con la ventaja añadida para los campeones, que disponían de la opción de ascender directamente si ganaban su primer partido.
Esa resolución no aclaró el panorama al Castellón, que estaba pendiente del recurso presentado por el Villarreal por una alineación indebida del filial amarillo ante los albinegros, lo que dejaba en el aire, no solo la primera plaza del Castellón, sino su condición de equipo play off. Después de que los dos comités de la RFEF resolvieran a favor del Castellón, la decisión final correspondía al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que también falló a favor de los orelluts, lo que confirmó a éstos como campeones de grupo.
Así, el Castellón viajó a Málaga disponiendo de dos opciones para subir: la primera, en la ronda de campeones, y la segunda, en la repesca. Su primer intento se arruinó en la tanda de penaltis ante el Logroñés, pero el segundo se aprovechó, no sin sufrimiento, después de derrotar a la Peña Deportiva y al Cornellà. En este último partido, el protagonista goleador fue el fichaje estrella de invierno, Juanto, que con su remate de cabeza a pase de Jorge Fernández, hizo realidad el sueño del albinegrismo. De esta forma, el Castellón ponía fin a diez años consecutivos fuera del fútbol profesional, en una etapa especialmente siniestra en la que la desaparición de la entidad estuvo muy cerca a consecuencia del mal hacer de sus anteriores gestores.
Para muchos albinegros, este salto de categoría puso fin a una era de sinsabores que incluyó un descenso administrativo a Tercera División, aunque para otros, el éxito del pasado verano fue la continuación de un ciclo iniciado tras el ascenso logrado a Segunda División B, dos años atrás. El caso es que el Castellón afrontó un nuevo reto con su reincorporación al fútbol profesional, en una campaña marcada por las limitaciones económicas que afrontó como recién ascendido y sin poder contar con la presencia en las gradas de su hinchada, que había esperado con ansias el momento de ver a los suyos en división de plata.
En estos tres meses de competición, los albinegros han vivido todos los estados de ánimo posibles, desde la euforia por su buen arranque de Liga, hasta la desdicha más profunda por una dinámica de siete derrotas consecutivas que les situó en puestos de descenso. Tras esas dos rachas, el Castellón acabó 2020 con buenas sensaciones gracias a las victorias logradas frente a rivales directos como Zaragoza y Albacete, lo que le ha permitido finalizar el año fuera de los puestos de descenso.
Los orelluts, que iniciaron el año luchando por la primera plaza de grupo en Segunda División B, lo cierran en posición de salvación en una categoría superior. Ahora, los albinegros tratarán de aferrarse al fútbol profesional en la entrada del nuevo año.