Hoy es 21 de diciembre

este sábado se celebra el aniversario de un gran referente comercial en la ciudad

El Mercado Central de Castelló cumple 75 años en puertas de su mayor metamorfosis

El espacio comercial más emblemático de Castelló sopla las velas de sus tres cuartos de siglo desde aquel 21 de diciembre de 1949 en que fue bendecido por el arcipreste Balaguer. Ahora afronta su más importante remodelación, que desde enero de 2026 obligará a un traslado temporal de sus puestos a una carpa en la plaza Santa Clara

21/12/2024 - 

CASTELLÓ. En vísperas de la Navidad de 1949, el miércoles 21 de diciembre la plaza Mayor de la capital de la Plana es un hervidero de gente. Son las cinco de la tarde y entre las autoridades civiles y religiosas, en sustitución del ausente alcalde Carlos Fabra Andrés, su primer teniente de alcalde y creador del Pregó, Manuel Segarra Ribes acompaña al gobernador Luis Julve Ceperuelo. También están allí el director accidental del instituto Francisco Ribalta, Salvador Milián, y el cura arcipreste de Santa María, Joaquín Balaguer, que en pocos años dará nombre a una de las calles que dan acceso a la plaza. A él corresponde, como sacerdote, bendecir esa tarde el nuevo Mercado Central de Castellón, concebido por el arquitecto municipal Francisco Maristany Casajuana

En puridad, lo que se inaugura no es el edificio que conocemos hoy en su integridad, sino solo dos de sus naves, puesto que la tercera -recayente a la plaza de la Pescadería- solo se hará realidad unos meses más tarde. Por otra parte, el inmueble de la propia pescadería, junto a la plaza Santa Clara, se construirá en 1964, inicialmente separada del resto del recinto por una pequeña calle. En el acto de diciembre de 1949 se estrena, según destaca al día siguiente Mediterráneo, una “soberbia iluminación fluorescente” y al finalizar, la Banda Municipal interpreta el himno nacional y la festiva marcha Castalia de los hermanos Terol.

Las obras son realizadas por José Grifo Soler con un presupuesto de 689.139,34 pesetas que se elevarán en su coste definitivo a 1.158.676,32. El nuevo mercado sustituye al enorme tinglado que ocupa desde 1913 la plaza Vieja, que en ese 1949 ha recuperado su título de Mayor. Pero hasta llegar a este punto, el camino ha sido largo. Desde antiguo, este espacio urbano ha sido escenario de ferias y mercados: ya en la Baja Edad Media se instalan allí tanto las carnicerías como el almudín. A comienzos de siglo, en 1902, el concejal inspector de Mercados, José Castelló-Tárrega, elaboraría un informe en el que recomendaba la construcción de un recinto cerrado, en mitad del malestar por los altos precios del mercado castellonense, en contraste con los de otras ciudades. El documento es publicado a toda página en portada en el periódico que había fundado el propio edil, Heraldo de Castellón, el 23 de agosto de ese mismo año. En 1913 se levantarán sendos aparatosos cobertizos que ocupan prácticamente toda la plaza Mayor y buena parte de la llamada de la Pescadería, a los que se sumará otro en la del Mercadillo en 1915.

En primer término, el cobertizo del mercado, que ocupó la plaza Vieja entre 1913 y 1949 (autor desconocido, Repositori de la UJI)

Durante más de tres décadas, la actividad comercial se desarrollará en estos espacios, inicialmente concebidos como destino provisional de las casetas de los vendedores. No obstante, en 1925, el Ayuntamiento de Castelló había elegido a través de un concurso público un plan de urbanización titulado La Plana, cuyo autor resulta ser Vicente Traver Tomás, quien a la sazón asumirá la alcaldía al final de la Guerra Civil. Al referirse al mercado, el arquitecto dirá que, si bien el tinglado construido en el centro de la plaza “resolvió la comodidad de instalación y abrigo, transformó aquel paraje quitándole visualidad y haciendo perder su prestancia histórica al conjunto que, con la plaza Vieja, forman las graciosas placetas de la Abadía y la Lonja”. 

Traver apuesta por trasladar el mercado “pero sin sacarlo del recinto en que está colocado, pues si la ciudad a través de los años se ha formado sobre la base principal de ser la plaza Vieja su centro de actividad, el desplazarla ahora sería cambiar del todo no solo la fisonomía y movimiento circulatorio, sino transformar en un barrio triste y sin vida el que debe seguir como corazón de Castellón, si se quiere que ésta continúe siendo con todos sus progresos y mejoras, la ciudad que siempre ha sido”.

Una vez decidida la construcción del Mercado Central y suprimido el cobertizo de la plaza Vieja, los vendedores pasan por un tiempo a instalar sus paradas en la avenida Rey don Jaime y la plaza Huerto Sogueros, mientras el pescado se sigue vendiendo en el tinglado de la plaza de la Pescadería. En 1950, ya con el nuevo mercado abierto, se elimina ese segundo cobertizo y la venta de pescado pasa a efectuarse al otro lado del edificio del Ayuntamiento, en la plaza del Mercadillo, donde permanecerá hasta 1964, cuando por fin estos puestos puedan abrirse en su ubicación actual.

En enero de 1950, el edificio del Mercado Central aún estaba incompleto, a falta del derribo de unas casas para la construcción de su tercera nave (foto de Elías Gil Roca en el Repositori de la UJI)

Pero mas allá de las fechas y las obras, a lo largo de estos 75 años, se acumulan los nombres propios para la historia del mercado en la memoria de la clientela más veterana y de las y los más mayores entre los vendedores. En aquellos primeros años 50 estaban María Nive o María la Valeta con sus hermanas Josefina y Vicenteta. O las entrañables gordes, las hermanas Isabel, Bienvenida, María y Pilar, inolvidables junto a otras vendedoras como Senteta la Calicanta, la Borriola, Rosita, Paca la Lebrela, o las verduleras la Flauta, la Mangranilla, sin olvidar al guardia municipal Tomás Llorens, el Bado, quien hacía las veces de pregonero, encargado de difundir los bandos de la Alcaldía con una corneta.

Herederas y herederos de aquel tiempo son los actuales vendedores, desde 1984 agrupados en una asociación nacida inicialmente de una necesidad: el Ayuntamiento necesitaba a un interlocutor válido, cuando se trabajaba en la Solución Centro, que terminaría con la construcción del parking de Santa Clara y en una remodelación que introdujo mejoras en el propio Mercado Central, como la supresión de la calle que hasta entonces separaba la Pescadería del resto de puestos de venta. 

La Asociación Local de Vendedores de los Mercados Central y Pescadería de Castellón tuvo como primer presidente a José Royo Bernat. Su actual sucesora, primera mujer en su puesto, es Sonia Castillo Gómez. Regenta el puesto Encurtidos Sonia, lleva desde 2007 en el mercado y dos años representando a los vendedores. Nos atiende junto al más veterano del grupo, Manuel Espinosa Forcadell. El propietario de Aceitunas Manolo nació precisamente en 1949, por lo que en este 2024 ha cumplido también 75 años, orgulloso de una tradición familiar de tres generaciones en el mercado.

Manuel Espinosa y Sonia Castillo son el vendedor más veterano y la actual presidenta de la asociación de comerciantes.

Castillo asegura “disfrutar” como presidenta de la Asociación, porque supone una oportunidad “de mirar por el futuro de quienes hoy están aquí, ya que es difícil mantener las paradas: hoy aparte del tema de la rentabilidad hay que tener empleados… nos lo están poniendo muy difícil”. Con experiencia familiar, pues sus padres ya se dedicaban a la venta de pescado en Almassora en los años 90, Sonia Castillo destaca el carácter diferencial del Mercado Central: “Es distinto de un comercio cualquiera, por el trato tan cercano, siempre estamos dispuestos y con una sonrisa en la cara. Ese contacto se agradece por ambas partes”, apunta.

Es un trato personal que también subraya Manuel Espinosa, quien recuerda su incorporación en 1962 al puesto de su madre, y cómo en 1974 asumió el timón del negocio. “En abril hizo 50 años de eso”, subraya, y se muestra dispuesto a continuar hasta el próximo año, 2025: “Luego seguirá mi hijo como empresario y mi sobrina Lledó en el puesto, pero yo seguiré viniendo de visita y a almorzar aquí… porque si me quitan esto, me matan”. Espinosa recuerda con nostalgia el tiempo en que “éramos más de 100 puestos, con algunas paradas de verdura que apenas medían un metro” y de cara al futuro, confía en disfrutar muchos años del futuro mercado remodelado.

Aspecto actual de la fachada del Mercado Central de Castellón.

Castillo y Espinosa coinciden en pedir “más ayuda” del Ayuntamiento, tanto en promoción como en términos de accesibilidad: “Aquí es cada vez más difícil llegar y aparcar en el centro”, aunque también aprecian el valor de iniciativas como las nuevas taquillas de recogida: “Están muy bien para la gente joven, sobre todo, y cada vez funcionarán más”, afirma Castillo.

Desde el consistorio, el gobierno municipal considera la reforma integral del Mercado Central “una prioridad”, en el marco del Plan de Reforma de Mercados municipales, puesto que también están en marcha los cambios en el Mercado de San Antonio, se ha completado la reforma del Mercado de Abastos y está también se ha activado la del Recinto de Ferias y Mercados. La mesa de trabajo activada por el Ayuntamiento con los comerciantes del mercado -edificio municipal- cuenta con la participación del arquitecto con el propósito de “ajustar el diseño” a las necesidades de los vendedores, sin cuya opinión “no concebimos este gran proyecto de ciudad”, según la alcaldesa Begoña Carrasco: “Así nos comprometimos con ellos y así lo vamos a hacer. Sus peticiones van a estar recogidas en el proyecto que diseñemos entre todos”. La remodelación es “estratégica” en la apuesta por revitalizar el centro. El propósito final es que el Mercado Central “vuelva a ser el corazón que bombee con fuerza en la capital impulsando a otros sectores como el comercio, la hostelería o el turismo”.

Espinosa y Castillo subrayan el orgullo de pertenecer al colectivo de comerciantes del Mercado Central.

La idea inicial es llevar a cabo un cambio estético y compositivo del edificio, dotándolo de una imagen más homogénea y contando con nuevos espacios como una zona gastronómica, plenamente compatible con los puestos de venta tradicionales. Todo ello apostando por la eficiencia energética para disminuir el consumo dentro del recinto. En el apartado estético, el estudio plantea recuperar dos aspectos originales del edificio como son las cerchas metálicas de la cubierta, para lo cual se elimina el falso techo existente, y asimismo, rescatar la fisonomía de la fachada sur. El gobierno municipal estima que las obras podrían empezar hacia finales de 2025 o principios de 2026.

Por su parte, José Luis Hernández, gerente del Mercado Central desde 1990, confirma dicha estimación y subraya la intención municipal de realizar el proyecto siempre con el consenso con los vendedores. Además, Hernández calcula que la instalación provisional de la actividad comercial -en una gran carpa habilitada en la plaza Santa Clara- se prolongaría “aproximadamente”, desde enero de 2026, tras la campaña navideña, hasta los últimos meses de 2027, porque “año y medio no te lo quita nadie”. Hernández subraya, entre otros aspectos del proyecto, la futura zona de restauración sobre la cubierta del mercado en la parte recayente a la plaza Santa Clara en su totalidad, “desde las floristerías a la calle Vera” con su correspondiente ascensor exterior junto al actual pasaje del mercado. Además, el área gastronómica tendría también su espacio al nivel de la calle, integrándose con la propia plaza Santa Clara. Asimismo, se prevé la instalación de algunas mesas en la propia plaza Mayor, al estilo de otras capitales españolas. En ese nuevo mercado, explica Hernández, el propósito es que todos los puestos estén ocupados y llenos de vida, para que el recinto recupere definitivamente su dimensión de corazón comercial de la ciudad, tres cuartos de siglo después de su apertura.

El mercado actual, visto desde el 'campanar de la vila'.

next