las ejecutivas de ambos partidos aprobarán en próximos días ejercer su labor en la oposición

El PSPV y Compromís lo tienen claro antes de la llamada de Carrasco: le dirán 'no' para gobernar

Foto: CARLOS PASCUAL
6/06/2023 - 

CASTELLÓ. El PSPV y Compromís lo tienen claro antes de la llamada de la futura alcaldesa, Begoña Carrasco. Las ejecutivas de ambos partidos aprobarán en los próximos días su estrategia para afrontar la nueva legislatura. Una acción política que se centrará en ejercer de oposición, según aseguran fuentes consultados por este diario. Esto significa que socialistas y valencianistas declinarán la invitación del PP a propósito de llegar a "grandes acuerdos por Castelló", como subrayó la candidata popular nada más conocer su victoria en las urnas.

La negativa a pactar de las fuerzas progresistas reducirá las posibilidades de la derecha para formar el nuevo gobierno en el Ayuntamiento. Solo le quedará la opción de Vox, cuyo candidato, Antonio Ortolá, ha reiterado durante la (pre)campaña, especialmente en los debates, que únicamente valorará alianzas con aquellas formaciones que garanticen "expulsar a las izquierdas de las instituciones".

La decisión del PSPV y Compromís de realizar su labor desde la oposición acotará las alternativas de Carrasco para ser investida como primera munícipe. Si antes del 17 de junio llega a una entente con la extrema derecha, logrará una mayoría de 15 concejales (11 y 4). Esto significará que habrá un gobierno estable.

El escenario de un gobierno en minoría

En el supuesto de que la negociación siga abierta el día de la toma de posesión, habrá que ver cuál será la posición de Vox en la votación. De adoptar el camino de la abstención, la candidatura de los populares a la alcaldía saldrá adelante con una minoría de 11 ediles. Esa cifra, en ningún caso, debería consolidarse en el tiempo, ya que se traduciría en un ejecutivo voluble por su inferioridad respecto a socialistas y valencianistas, que suman 12 regidores (9 y 3, respectivamente).

Carrasco insiste en la idea de anteponer el bien general de la ciudad a los intereses de los partidos políticos. De ahí su ofrecimiento a todas las fuerzas que componen la corporación, sin importar el color, para sellar coaliciones de gobernanza. Sin embargo, parece improbable que, en la ronda de negociaciones, logre convencer a las formaciones perdedoras de los últimos comicios.

La alcaldesa saliente y la primera munícipe entrante, en el primer debate electoral. Foto: ANTONIO PRADAS

Sin ir más lejos, durante la carrera electoral hacia el 28M tanto la actual alcaldesa en funciones, Amparo Marco (PSPV), como el alcaldable de Compromís, Ignasi Garcia, exhibieron su gran distanciamiento ideológico con Carrasco. Además de advertir al electorado sobre los distintos modelos acerca de proyectos que han sido buque insignia del Acord de Fadrell, como el Plan General o la Zona de Bajas Emisiones, pusieron el acento sobre la diferencia entre votar "avances y progreso y recortes y corrupción". Unos mensajes que los candidatos repitieron a lo largo de varias semanas.

Negociaciones en clave elecciones generales

Ante estos discursos, se hace difícil que de cara a la nueva legislatura puedan producirse esos "grandes acuerdos por Castelló" que defiende la líder del PP. Por otro lado, en el seno de las ejecutivas locales de socialistas y valencianistas son las más voces que rechazan pactar con los populares que aquellas que abogan por buscar puntos de encuentro para evitar que la ultraderecha entre en el gobierno municipal. Al menos, así lo han asegurado algunas fuentes.

Y es que tampoco hay que olvidar que a la vuelta de la esquina asoman las elecciones generales. En efecto, las conversaciones en el Ayuntamiento para definir el dibujo de la corporación estarán marcadas por ese plebiscito. No en vano, ha condicionado en buena parte los resultados de las municipales. Basta con echar un vistazo la hemeroteca de los postreros meses para comprobar que, por ejemplo, una de las frases más pronunciadas por Carrasco con el fin de captar votantes fue que la ciudadanía debía escoger entre "el sanchismo y la libertad del PP".

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